Bhagavad Gita: resumen

Bhagavad Gita. Por B.A. Paramadvaiti Svami

Es un poema filosófico de 700 versos escritos originariamente en lengua sánscrita. Ha determinado la vida social, ética, cultural y hasta política de la India, por cientos de años, durante los tiempos gloriosos de la cultura Védica. También posteriormente, a pesar de las influencias extranjeras de Griegos, Musulmanes e Ingleses.

Su influencia no está sólo limitada a la India, sino que ha sido determinante en el pensamiento de generaciones de filósofos, teólogos, educadores, científicos y escritores del mundo occidental.

Aunque está publicado como libro independiente el Bhagavad-Gita aparece originariamente como un episodio del MAHABHARATA (o la gran épica histórica), donde ocupa desde el Capítulo 25 hasta el 42 del BHISMA PARVA.

Tradicionalmente se ha atribuido el trabajo de autor a SRILA VIASADEVA, quien es considerado por la ortodoxa historiografía Védica como la «Encarnación literaria de Dios».

Es un tesoro clásico de la literatura perenne, sustento espiritual de la cultura más antigua de la humanidad, la cultura Védica .

Los temas tratados en el Bhagavad-Gita son : La conciencia, la reencarnación, la Ley del Karma, el origen del Universo, las técnicas de meditación.

Consta de una primera parte, Capítulos I al VI, donde se hace una distinción básica entre el espíritu (la entidad viviente o jiva) y la materia ; Una parte media, capítulos VII al XII, que trata sobre Krishna Mismo (Suprema Personalidad de Dios) y la relación eterna entre jiva(la entidad viviente) y Él, mediante el Bhakti-yoga.

Al leerlo encontramos que es una narración de SANJAYA ( discípulo de VYASADEVA) al rey ciego DHRITARASTRA, que es el padre de los impíos e irreligiosos KAURAVAS. Aunque está situado lejos de la batalla SANJAYA es capaz de relatar los sucesos que tienen lugar allí, debido a que lo son revelados por VYASADEVA a través de una visión sobrenatural.

El Baghavad-Gita es un diálogo entre el Señor KRISHNA y ARJUNA, justo antes del comienzo del primer encuentro bélico en la batalla de KURUKSETRA, la gran guerra fratricida entre dos ejércitos KAURAVAS y PANDAVAS, para determinar el destino político de esa época.

En un momento dado, ARJUNA olvida completamente su deber prescrito como guerrero o Kasatriya, el cual es luchar por una causa justa en una guerra sagrada. Por motivos personales, ARJUNA decide no luchar en el campo de batalla. KRISHNA , la Suprema Personalidad de Dios, quien había aceptado ser el conductor de la cuadriga ( tiro de cuatro caballos enganchados de frente) de su amigo y devoto ARJUNA, encuentra a éste totalmente perplejo y en ilusión. KRISHNA decide entonces iluminar a Arjuna, recordándole su deber social como guerrero, y algo más importante aún, su deber eterno y su naturaleza (sanatana-dharma) como entidad espiritual eterna en relación con Dios.

Gita significa canción y Bhagavad-Gita es entonces, el canto del Señor de todas las opulencias.

BASES HISTORICAS

«El hecho de que el Bhagavad-Gita permanezca absolutamente vital hoy, puede ser juzgado por la manera como grandes reformadores tales como Mahatma Gandhi y Vinoda Bhave basaron espontáneamente sus vidas y sus acciones en él y lo comentaron en detalle a sus discípulos.»

(Thomas Merto P.).

EJERCITOS:

KAURAVAS formado por los cien hijos de DHRITARASTRA y dirigidos por su hijo mayor DURYODANA

PANDAVAS al frente del cual estaban los cinco hijos de PANDU y dirigido por YUDHISTIRA hijo mayor.

CAMPO DE BATALLA: KURUKSETRA PERSONAJES:

Pandu y Dhritarastra eran los hijos del Rey Vicitravirya, un descendiente del Rey Bharata, antiguo soberano del mundo de quien se deriva el nombre del Mahabharata. Dhritarastra era el hijo mayor y era el legítimo sucesor del trono, pero por haber nacido ciego, el trono lo recibió su hermano menor Pandu. Sin embargo Pandu murió siendo muy joven y sus cinco hijos (Yudhistira, Bhima, Arjuna, Nakula y Sahadeva) quedaron bajo la tutela parcial de Dhritarastra. Este nunca aceptó la supremacía de su hermano, y deseando que en vez de los hijos de Pandu, sus propios hijos gobernaran al mundo, conspiró contra la vida de los Pandavas y su madre viuda Pritha (Kunti). Los Pandavas, sin embargo, escaparon de sus atrocidades una y otra vez, debido principalmente a la amorosa protección de Krishna, quien era sobrino de Kunti y por lo tanto pariente de ellos.

Por último, Duryodhana, un político muy hábil e hijo mayor de Dhritarastra, engañó a los Pandavas y los privó de su reino y su libertad en una partida de juego. Después de haber sido forzados a pasar trece años en el exilio, los Pandavas retornaron y solicitaron su reino a Duryodhana, quien bruscamente rehusó entregarlo. Los Pandavas, obligados moralmente como Ksatriyas (soldados) a ocuparse en alguna forma de la administración política, redujeron sus demandas a solo cinco provincias. Cuando esta miserable petición también fue rechazada, Arjuna y sus hermanos recurrieron a las armas, preparando el escenario para lo que resultó ser una devastadora guerra global. Yudhistira era el hermano mayor de los Pandavas, y para colocarlo en el trono o para oponerse a él, se reunieron los grandes guerreros de todos los rincones de la tierra. Como gesto final para evitar la guerra, Yudhistira envió a Krishna para proponer una tregua, pero Krishna encontró a Duryodhana determinado a regir el mundo a su manera.

Mientras los Pandavas -hombres de los más elevados principios religiosos y morales- reconocían a Krishna como el Señor Supremo Mismo, los impíos hijos de Dhritarastra no lo aceptaban así. Sin embargo, Krishna se ofreció a participar en la guerra de acuerdo con los deseos de los antagonistas. Como Dios, él no se haría cargo personalmente del asunto, pero quien lo deseara podría escoger entre aprovecharse del ejército de Krishna o tener a Krishna mismo. Como consejero y ayudante, Duryodhana, el genial político quería arrebatarle el ejército a Krisna, mientras que Yudhistira estuvo igualmente ansioso de tener a Krishna Mismo.

De esta manera, Krishna se convirtió en el auriga (cochero) de Arjuna, asumiendo el cargo de conducir la cuadriga del legendario arquero. Esto nos trae al punto en el cual comienza el Bhagavad-gita, con los dos ejércitos en formación y listos para iniciar el combate.

Capítulo I .

El Desfallecimiento de Arjuna

Los ejércitos en pugna (Kauravas y Pandavas) se encuentran dispuestos para la primera batalla en el campo de Kuruksetra . Después del tumultuoso toque de las caracolas de cada uno de los ejércitos, señalando así el comienzo de la batalla, Arjuna le pide a Krishna ( su auriga) que coloque su cuadriga entre los dos ejércitos. Arjuna contempla con horror, a sus padres abuelos, tíos, hermanos, hijos y amigos en las filas de ambos ejércitos, preparándose para la batalla. Abrumado de dolor y al ver a sus amigos, familiares íntimos y maestros reunidos con semejante espíritu belicoso, Arjuna , lleno de compasión, se siente abatido y decide no luchar.

¿Por qué Arjuna decidió no luchar?. ¿Por compasión? . ¿Por debilidad?, o fue por ignorancia caso en el cual Arjuna no entendió la importancia de su propia participación en la guerra, tan decisiva para impedir el avance de los impíos Kauravas?. En el capítulo uno y en los primeros versos del capítulo dos, escuchamos los propios argumentos de Arjuna justificando su decisión de no luchar. Luego escucharemos al Señor Supremo Sr. Krishna, quien explica a Arjuna por qué sus argumentos no tienen ningún valor.

ß Leer los versos 21 al 46 del capítulo I (B.G. 1.21-46)

Es importante para nosotros tener en cuenta que Arjuna era un gran devoto y un alma plenamente autorrealizada, aunque en el relato del Gita él aparenta estar muy confuso, realmente ha sido colocado en su posición «ignorante» por Krishna (el director de escena de este drama) y está jugando solamente un rol, para que así pueda Krishna comunicar sus enseñanzas trascendentales para el beneficio de todo el mundo. Así como la conversación de Krishna disipa todas las dudas de Arjuna y lo libera de toda ansiedad, las palabras de Krishna tienen también el poder de liberar a todos y cada uno de nosotros de las ataduras de esta existencia material, si tenemos realmente el deseo de aceptarlas en el corazón.

Cada uno de nosotros, de una u otra forma, es retenido por los mismos problemas que expresa Arjuna en el Gita. Por lo tanto, si deseamos entender las instrucciones liberadoras de Krishna, tenemos que identificarnos primero con Arjuna y sus problemas. Esto es fácil, debido a que -tal como Arjuna- estamos atraídos a nuestros propios cuerpos, a nuestras familias, a nuestros trabajos, a nuestro país, etc. Estar atraído no significa necesariamente que tales cosas nos gusten demasiado, sino que simplemente nuestras vidas giran alrededor de, y están grandemente afectadas por estas designaciones materiales temporales de una forma u otra y por lo tanto debemos tener cuidado del resultado de nuestras acciones.

Como Krishna hace notar a Arjuna (en los versos 16 y 17), estas designaciones cambiantes no existen realmente desde el punto de vista cósmico, y la única cosa que importa en realidad es el Yo eterno e inmutable, la indestructible alma espiritual. Esta es la base de todo el conocimiento trascendental.

El capítulo I es un preludio del resto del texto.

Capítulo II.

El Yoga por el Samkhya

«El Bhagavad-gita es para el hinduismo el canto grandioso e insuperable que descubre el secreto de la vida humana en la rendición incondicional y consciente a Krisna.» (Thomas Merton).Las enseñanzas filosóficas del Bhagavad-Gita , -las instrucciones de Krishna al guerrero Arjuna- comienzan en este capítulo.

Aturdido y perplejo en cuanto al curso apropiado de la acción, Arjuna se rinde como discípulo de Krishna y le pide instrucción » Mi espíritu heroico es en este momento absorbido por mi indecisión; todo mi ser se da cuenta de que no puedo discernir claramente el bien y el mal. Te pido que me digas con claridad lo que convendría hacer. Me refugio en tí como discípulo tuyo; ilumíname. No veo nada que pueda apartar de mi ánimo la tristeza que nubla mis sentidos, que me hace dudar en obtener un próspero reino, o incluso el poder sobre los mismos dioses» BG 2. 7-8

Krishna comienza sus enseñanzas presentando la filosofia Sankhya, el estudio analítico de la materia y el espíritu. Para calmar el horror de Arjuna ante el pensamiento de matar a sus familiares, Krishna contrasta la eternidad del alma (el yo real) con la temporalidad del cuerpo material (la cubierta externa del alma). El alma (atma) es eterna, continúa existiendo después de la muerte del cuerpo material. «El alma ni nace ni muere, ni comienza a existir un día para desaparecer sin volver jamás a existir. Es eterna, antigua e increada; el alma no muere cuando muere el cuerpo» BG 2.20

En el momento de la muerte, el alma transmigra hacia un nuevo cuerpo: «El alma encarnada se desprende de los cuerpo viejos y toma otros nuevos , así como el hombre cambia sus vestidos» BG. 2.22

El hombre sabio es aquél que conociendo al yo como el alma eterna, no se perturba nunca por el cambio del cuerpo (muerte) y es indiferente a los placeres temporales y dolores del cuerpo material. Tal persona es elegible para la liberación de la encarnación material. Como el yo real es eterno y nunca está sujeto a la muerte, Arjuna no debe lamentarse por tener que matar los cuerpos externos y temporales en el cumplimiento de su deber como Ksatriya (soldado). Más aún, su deber como Ksatriya es luchar en la batalla: «Además, si reflexionas sobre tu propio dharma, no debes turbarte; pues no hay mayor bien para un guerrero que una noble batalla» BG. 2.31

Krishna explica luego el «arte de actuar», karma yoga. Por cumplir con nuestro deber hacia el Supremo en forma desinteresada, (sin desear los frutos de la acción) uno alcanza la liberación de las ataduras materiales. Arjuna le pide luego a Krishna que enumere las características de aquél que está autorrealizado y situado en la conciencia desapegada y trascendental. En el resto del capitulo Krishna describe elaboradamente el sthita-prajña, la persona fija en la conciencia del Supremo. Tal persona, plenamente conocedora de su identidad espiritual y de la separación de la materia, no está interesada en el placer material. Así, él controla sus sentidos externos. Con los sentidos controlados y con la mente y la inteligencia fijas en el Supremo, él no es afectado por las dualidades materiales tales como la felicidad y el dolor, la pérdida y la ganancia. Tal persona al dejar el cuerpo actual, alcanza el mundo espiritual.

ß Leer versos 55 al 72 del capítulo II (BG. 2.55-72)

Capítulo III.

El yoga de la acción

«Arjuna siente una repugnancia instintiva por la guerra, y esta es la razón principal por la cual se escoge a la guerra como ejemplo de uno de los deberes más repulsivos. El Bhagavad-gita está diciendo que aún en lo que parece menos espiritual, uno puede actuar con intenciones puras y, por lo tanto, ser guiado por la conciencia de Krishna. Esta conciencia por si misma impondrá las limitaciones más estrictas sobre el uso de la violencia, porque este uso no está dirigido por los propios intereses egoístas, y mucho menos por la crueldad, el sadismo y el simple deseo de la sangre.»

Arjuna está confundido por las instrucciones que Krishna le ha dado. Ha pensado erróneamente que lo que Krishna dice acerca del control de los sentidos y el fijar la mente e inteligencia en el Supremo, es incompatible con la ejecución de la acción. De esa manera, él le pregunta a Krishna que porqué le pide que se comprometa en una guerra.

ß Leer versos 1-2 del capítulo III (BG. 3.1-2)

Al responderle, Krishna le explica el Karma-yoga (o la ejecución de las acciones) dedicada al Supremo y libre de la ganancia fruitiva y de deseos personales (BG. 3.3-35)

Karma o trabajo fruitivo trae consigo dos aspectos: la complacencia y el sufrimiento material, ya sean los resultados de la acción placenteros o desagradables. Sin embargo, ellos lo atan a uno a la cadena de nacimientos y muertes repetidos en el mundo material. Krishna explica además que la inacción no es suficiente para salvarlo a uno de las reacciones materiales (y las subsecuentes ataduras al mundo material).

Por naturaleza, todo el mundo está forzado a actuar. Aun para mantener el cuerpo fisico, uno debe trabajar. Por eso, uno debe trabajar de una manera que no lo enrede a uno más en ataduras materiales, sino que lo guíe a la liberación final. Ese arte del trabajo es karma-yoga, trabajar y actuar bajo la dirección del Supremo (Visnu o Krishna) para Su satisfacción. El trabajo ha de ejecutarse como un sacrificio a Visnu, de otro modo el trabajo lo ata a uno a este mundo material. «Si las obras se ejecutan sin considerarlas como sacrificio, el mundo de los hombres es encadenado por ellas ; así pues, ejecuta las obras considerándolas como un sacrificio y liberándote de todo lazo, ¿oh, hijo de Kunti! BG. 3.9

Como se describe en capítulos subsecuentes del Gita, Karma Yoga lo eleva a uno gradualmente al Bhakti-Yoga, o servicio devocional puro a Krishna.

A continuación sigue un diálogo sobre yajña (sacrificio), los deberes prescritos en los Vedas, los cuales purifican y elevan gradualmente al ejecutante, desde las actividades fruitivas hasta las actividades espirituales (BG. 3.10-16). Aquél que está completamente Auto-realizado ya no necesita la ejecución de tales deberes, porque él está completamente purificado y así su deber es auto-iluminado por el Señor. Sin embargo, él debe continuar realizando deberes no fruitivos para servir de ejemplo a aquellos que están apegados a los frutos de la acción.(BG. 3.l7-29). Krishna concluye sus instrucciones en Karma-Yoga y Yajña, ordenándole a Arjuna: «Entregándome todas tus obras, con tu mente absorta en Mi, sin deseo de ganancia y libre de egoísmo y letargia, lucha.» Entonces Krishna le dice en suma por qué debe luchar. (BG. 3.30-35).

En la última sección de este capitulo, Arjuna pregunta, «¿Qué fuerza hay en el hombre que le impulsa a pecar, a pesar de que su propia voluntad se oponga?» (BG. 3.36). Krishna le responde que es la lujuria (el deseo material) la «destructora del conocimiento y de la autorealización», la cual incita a los actos pecaminosos, y Él prescribe el método para conquistarla: la regulación de los sentidos inspirada por el auto-conocimiento espiritual. Los sentidos (indriyas), la mente (manas) y la inteligencia (budhi), son los recipientes de la lujuria. Conociendo que el Yo es trascendental a los sentidos materiales, la mente y la inteligencia, » uno debe controlar algo inferior por medio del yo superior y así mediante la fuerza espiritual, conquistar a este enemigo insaciable conocido como lujuria.» (BG. 3.37-43).

Capítulo IV.

El Yoga de la Sabiduría. El Conocimiento Trascendental

En los capítulos anteriores, el Karma-yoga (la acción no fruitiva) y el yajña (sacrificio), fueron recomendados para la elevación espiritual. Ahora, en el cuarto capítulo, Krishna explica que el jñana-yoga, la elevación hacia la conciencia de Dios mediante el cultivo del conocimiento espiritual, es más elevado debido a que tanto el Karma-yoga como el Yajña culminan en el conocimiento trascendental. Este conocimiento trascendental, o sea aquél conocimiento concerniente a Dios, la jiva (o alma individual) y su relación eterna, es presentado en este capítulo del Gita.

Krishna menciona primero la historia de la transmisión oral del Gita (que tiene su origen en Sí Mismo) a través de una sucesión discipular (parampara). Y ya que con el tiempo esta sucesión se rompió, Krishna está hablando ahora nuevamente en el Gita a Arjuna, quien como devoto de Krishna está calificado para comprender «el misterio trascendental de esta ciencia» (BG. 4.1-3). En los siguientes versos La Persona Suprema explica Su naturaleza trascendental como el Señor Supremo y la razón por la cual Él desciende periódicamente a la región de las actividades mundanas, para restablecer el dharma o los principios religiosos (BG. 4.4-8). Aquél que comprende la naturaleza trascendental de Su aparición y de Sus actividades, alcanza la liberación. Aquellos que toman refugio en Él son purificados por tal conocimiento y logran amor por Él. Krishna corresponde a la jiva (alma individual) de acuerdo con el grado de rendimiento hacia Él. En los versos 14 al 24 Krishna explica nuevamente los enredos de la acción y cómo por situarse en el conocimiento trascendental uno llega a liberarse de las reacciones kármicas. El hombre sabio, sabiendo plenamente que su ser el (Yo) es espiritual y que está subordinando al Supremo, renuncia al interés personal de las acciones y actúa sólo para el Supremo. Al abandonar todo sentido de propiedad sobre sus posesiones y al actuar solamente para las necesidades básicas de la vida, él no es afectado por las reacciones del trabajo. Krishna describe diferentes tipos de sacrificios recomendados en los Vedas (BG. 4.25-32) y dice que todos ellos culminan en el conocimiento trascendental. Él entonces revela los procesos para alcanzar el conocimiento trascendental (al acercarse a un guru autorrealizado) y Él explica cuál es el conocimiento último, que todas las jivas (almas individuales) son partes de Krishna (BG. 4.34-35). El conocimiento trascendental destruye las reacciones kármicas y trae consigo la «suprema paz espiritual» (BG. 4.36-39). Sin embargo, aquellos que carecen de fe en el conocimiento trascendental, no alcanzan ni felicidad ni conciencia de Dios. En conclusión, Krishna le ordena a Arjuna que destruya sus dudas con el conocimiento espiritual: «Armado con el yoga», Él le dice a Arjuna, «levántate y lucha» (BG. 4.41-42).

Capítulo V.

El Yoga de la renunciación a la acción. Karma-Yoga: Acción en la Conciencia de Krishna

En el capitulo tercero, Krishna explicaba que una persona situada en el conocimiento trascendental se libera de la necesidad de ejecutar los deberes prescritos. Y en el Capitulo Cuarto Ël le dice a Arjuna que todos los sacrificios del trabajo culminan en el conocimiento trascendental. Al final del capitulo cuarto Krishna le aconseja a Arjuna que luche. Arjuna, perplejo porque Krishna enfatiza la importancia de ambos (tanto del trabajo en devoción como de la inacción en el conocimiento), le pide a Krishna que establezca definitivamente cuál de los dos senderos es el más beneficioso. Arjuna está confundido, porque para él trabajo y renuncia son incompatibles. Para aclarar la confusión de Arjuna, Krishna explica en el Capitulo quinto que el trabajo devocional en conocimiento pleno no conlleva reacción material y por eso es lo mismo que renunciar al trabajo. Sin embargo, el trabajo en devoción es el mejor de los dos.

Krishna describe después, las características de aquél que trabaja en una forma tan desapegada, sacrificando los frutos del trabajo a Él. Tal trabajador devocional, purificado por el conocimiento trascendental, comprende que él es una entidad espiritual, ya que él es trascendental al cuerpo, la mente y los sentidos, y así, él no se identifica con las acciones de ellos. Al ejecutar tales acciones sin apego, y entregar los resultados al Señor Supremo, él «no es afectado por la acción pecaminosa, como la hoja de loto no es tocada por el agua». De este modo él alcanza la paz. Tal desapegado actor llega a situarse en la trascendencia, o brahmanirvana. Así como un pandita o persona sabia, él también está fijo en el conocimiento perfecto del yo y del Supremo. Él ve a todos los seres con igual visión, y es consciente de su naturaleza espiritual más allá del cuerpo material externo. Ttrabaja para su bienestar espiritual y al concentrarse en el Supremo no es tocado por las cualidades de placer externo (18-23).

Como conclusión, Krishna dice que aquél que le conoce a Él como la meta última de todos los sacrificios y austeridades como el Señor Supremo de todos los mundos, como el mejor amigo de todos los seres vivientes, alcanza el alivio del sufrimiento material.

Capítulo VI.

El Yoga del dominio de sí mismo. Sankhya-Yoga

En el Capitulo Seis Krishna describe el sendero de dhyanayoga (técnicamente llamado «astanga-yoga», «el sendero óctuple»), una práctica de meditación mecánica tendiente a controlar la mente y los sentidos y enfocar nuestra concentración en el Paramatma (la Superalma), la forma de Krishna que habita dentro del corazón. Después de hablar sobre la importancia de controlar la mente ( 5-6), Krishna describe a aquel que ya lo ha logrado el Yogui o trascendentalista (7-9) y resume entonces la metodología y la meta última del sistema de asthanga-yoga. El sentarse, los ejercicios de respiración y el control de la mente y los sentidos, culminan en «samadhi» o la conciencia fija en la Superalma (10-19).

Un Yoga-yukta es aquel que ha alcanzado la perfección en el yoga, tiene una mente firme, fija en el Supremo. Está liberado, su mente está en paz y sus pasiones se han aquietado, experimenta «felicidad trascendental sin apegos», y nunca está agitado aún en medio de las grandes dificultades. De este modo, es liberado de todas las miserias que resultan del contacto del alma con la naturaleza material. ( 20-32).

Sin embargo, Arjuna se lamenta diciendo que el proceso de astanga-yoga es muy difícil de practicar, y se dirige a Krishna: «la mente es inquieta, turbulenta, obstinada y muy fuerte, me parece que subyugarla es más difícil que controlar el viento». Krishna responde que controlar la mente es en verdad dificil, pero que ello «es posible mediante la prácti a constante y el desapego» ( 35-36).

Después Arjuna inquiere acerca del destino que le espera al yogui que no persevera en la práctica del yoga y no alcanza la perfección (37-39). Krishna responde que tal yogui fracasado toma en una próxima vida un nacimiento auspicioso (en una familia rica, piadosa o de sabios) y así revive su práctica, y luego de muchos nacimientos y muchas experiencias alcanza la perfección (40-45).

La conclusión del Capitulo Seis y de toda la primera parte del Bhagavad-gita está dada en los versos finales: «un yogui es superior al asceta, superior al filósofo empírico y superior al trabajador fruitivo. Por lo tanto, Oh Arjuna, sé un yogui en todas las circunstancias. Y de todos los yoguis, aquel que siempre se refugia en Mi con gran fé, adorándome con amoroso servicio trascendental, es el que está más intimamente unido conmigo en yoga, y el más elevado de todos» (46-47). El Yogui (o aquel que establece un vinculo con el Supremo) es de este modo superior al asceta (tapasya) al trabajador fruitivo (karmi) y al filósofo empirico (jñani).

Y de todos los senderos del yoga (karma-yoga, jñana-yoga, astanga-yoga, hatha-yoga, raja-yoga, etc.), el bhakti-yoga ( servicio devocional amoroso a Krishna) es la culminación, lo más elevado, porque es la perfección del amor en conocimiento trascendental.

Capítulo VII.

El Yoga del claro discernimiento

Nos sirven de preludio los tres primeros versos, en los cuales Krishna dice: «Si practicas el yoga teniendo tu mente fija en Mí y considerándome como el fundamento de tu ser, llegarás a conocerme clara y completamente» (BG.7.1)

«Además, voy a decirte, sin omitir nada, el conocimiento fundamental y total; quien lo conoce, ya nole queda nada por conocer.» (BG. 7.2)

«Sólo unos pocos hombres entre todos los existentes se preocupan por alcanzar la perfección; y entre los que la alcanzan, muy pocos son los que Me reconocen en todos los modos de mi existencia.» (BG. 7.3)

Krishna empieza por establecer sus dos energías principales: la energía «inferior» (la materia o apara-prakriti), que consta de ocho elementos materiales; y la energía «superior» (el espíritu o para-prakriti), que consta de las jivas (almas individuales), las cuales están ahora enredadas en la materia (4-5). El es «el origen y el fin» de ambas energías y es la Suprema Verdad (6 -7). Después Krishna explica cómo Él se manifiesta dentro de todos los fenómenos: El es «el sabor del agua, la luz del sol y de la luna…la inteligencia de los inteligentes» y así sucesivamente (8-12).

Después declara que existen cuatro clases de ateos que no se rinden a Él y cuatro clases de hombres piadosos que si lo hacen (15-18). Aquellos que son sabios, saben que Él es todo y la Suprema Causa. Por otra parte los tontos (los materialistas) se rinden a los semidioses para lograr beneficios inmediatos fruitivos, los cuales son limitados y temporales (20-23). También los no inteligentes, aquellos que conciben que la forma personal de Krishna es material, que está cubierta por Yoga-maya -Su potencia externa-, ellos nunca conocerán a Krishna (24-26).

En los cuatro versos finales, Krishna concluye que aquellos que son piadosos e inteligentes y aspiran a la liberación de la atadura material, buscan refugio a través del servicio devocional, conociendo que Él es el Señor Supremo. Tales personas, dice Krishna, «pueden con mente firme, comprenderme y conocerme incluso a la hora de la muerte» (y alcanzar así Su morada trascendental en el mundo espiritual) (27-30).

Capítulo VIII.

El Yoga del eterno, supremo e indestructible. Alcanzando al Supremo

El capítulo ocho del Gita está relacionado casi exclusivamente con el momento de la muerte, el momento en el que la jiva(alma individual) abandona el cuerpo material. Al comenzar el capítulo, Arjuna le hace a Krishna siete preguntas: «Arjuna inquirió: Oh mi Señor! Oh Persona Suprema, ¿qué es el Brahman?, ¿qué es el Yo?, ¿qué son las actividades fruitivas?, ¿qué es esta manifestación material?, ¿y qué son los semidioses?. Por favor explícame esto. ¡Oh Madhusudana! Cómo vive en el cuerpo este Señor del Sacrificio y en qué parte vive? ¿Y cómo pueden conocerte a la hora de la muerte aquellos que se ocupan en el servicio devocional?»(BG. 8.l-2). Krishna responde a las primeras siete preguntas muy brevemente (B.G. 8.3-4), ya que El se ha ocupado de ellas extensamente. Pero El responde a la última pregunta (la relacionada con el recuerdo de Krishna al momento de la muerte) hasta el final del capítulo.

Krishna le dice a Arjuna que cualquiera que abandone el cuerpo recordándole a El, alcanzará Su morada Suprema (B.G. 8.5). La cualidad de nuestra conciencia al momento de la muerte determina nuestro próximo destino (B.G. 8.6). Debido a que la capacidad de nuestros pensamientos y memoria es, a su vez, influenciada por nuestra conciencia y actividades durante la vida, Krishna instruye a Arjuna para que piense en Él constantemente, aun en el cumplimiento de su deber prescrito (B.G. 8.7-8). Por tal meditación constante, uno alcanza a Krishna después de dejar el cuerpo material. En el verso noveno, Krishna instruye cómo uno debiera meditar en El. En los cuatro versos siguientes (10-13) Krishna describe el difícil método de astanga yoga, meditación en Krishna para alcanzar los planetas espirituales. Después Krishna concluye que El es muy fácilmente alcanzado por aquel que no vacila en ser Su devoto (bhakti-yoga) (B.G. 8.14). Después de alcanzar a Krishna en el mundo espiritual, el practicante de Bhakti-Yoga nunca regresa al mundo material, el cual está lleno de miserias (B.G. 8.15-16). Más allá del mundo material, el cual es perpetuamente creado y destruido, está el mundo trascendental, la morada eterna y suprema de Krishna, y después de ser alcanzado uno nunca regresa al mundo material (B.G. 8.17-21). Krishna reitera que uno alcanza este destino supremo por devoción pura (B.G. 8.22). Después Krishna describe cómo las diferentes clases de yoguis abandonan sus cuerpos en momentos particularmente auspiciosos para alcanzar la elevación a los planetas celestiales o la liberación. Sin embargo, el bhakti-yogi, es indiferente a tales procesos (B.G. 8.23-27). En conclusión, Krishna declara que Su devoto, el bhakti-yogi, no está despojado de los resultados de los otros sistemas de avance espiritual. Al momento de la muerte, él regresa a Krishna en el mundo trascendental (B.G. 8.28).

Capítulo IX.

El Yoga de la ciencia y secreto supremos. El Conocimiento más confidencial

En el Capitulo Noveno, se explica el Raja-vidya, o «el rey del conocimiento», y raja-ghuyam, «el conocimiento más confidencial», o sea el conocimiento correspondiente a la eterna función constitucional o actividad original del alma. Esa eterna función constitucional (sanatana-dharma) se describe a través del Gita, y en el capítulo noveno en particular, como «bhakti» o el servicio devocional trascendental a Krishna, la Suprema Personalidad de Dios (Purusottama).

Al comienzo del capitulo, Krishna dice que ahora Él impartirá «la sabiduría más secreta», la cual aliviará a Arjuna (cuya fe firme en Krishna lo cualifica para recibir estas enseñanzas) de todas las miserias (B.G. 9.13). Krishna explica después que toda la creación cósmica descansa dentro de El. Aún así, aunque El es la fuente y el controlador del universo, permanece trascendental y apartado de ella (B.G.9.4-10). En seguida, Krishna describe a los necios (mudhas) quienes ignoran Su supremacía trascendental y ridiculizan su forma personal aparentemente humana, y los contrasta con las grandes almas (mahatmas), quienes están enteradas de Su divinidad y quienes lo adoran con devoción (B.G. 9.11-14) .

Luego Krishna describe los diferentes tipos de adoradores: los adoradores del Brahman impersonal, de los semidioses y de la forma universal, y El se describe a Si Mismo como el verdadero y último objeto de adoración (B.G. 9.15-21), el protector de Sus devotos (B.G. 9.22) y el beneficiario último de todos los sacrificios a los semidioses (B.G. 9.23-24). Otros adoradores alcanzan las moradas de sus objetos de adoración, pero «aquellos que Me adoran a Mi, vivirán conmigo» (B.G. 9.25).

En los versos finales del Capítulo Noveno, Krishna habla acerca de sus devotos. Al hacerlo a Él objeto de todas las acciones, ofrendas y austeridades, su devoto se libera de la atadura del karma y lo alcanza en Su morada eterna (B.G. 9.26-28). Aunque imparcial, Krishna favorece a aquellos que le sirven con amor (B.G. 9.29). Incluso, si un devoto comete las acciones más abominables, él debe ser considerado como un santo, ya que está «debidamente situado»; el mismo proceso del servicio devocional lo elevará a la correcta y última perfección (B.G. 9.30-31). Es más si aún las personas consideradas como las de más baja clase pueden alcanzar a Krishna buscando Su protección, ¿qué decir de aquellos nacidos dos veces, los brahmanas? (B.G. 9.32-33).

En conclusión, Krishna declara que aquél que es completamente Su devoto, lo alcanza a El. » Impregna tu alma en Mí, ámame, adórame, hazme sacrificios y prostérnate ante Mí; de este modo te unirás a Mí y Yo seré para ti tu último fin.»(BG. 9.34)

Capítulo X.

El Yoga de la soberanía. La opulencia del Absoluto.

Al comienzo del Capitulo Siete del Bhagavad-Gita, Krishna ha explicado sus diferentes energías (materia y espíritu). Aquí en el Capitulo Décimo, le explica a Arjuna Sus opulencias específicas, manifestadas en Sus energías omnipenetrantes.

Krishna comienza por afirmar que aquellos que son sabios, conociéndolo a Él como el Señor Supremo y la fuente original de todas las cosas, están libres de todas las reacciones pecaminosas. Ellos siempre se ocupan del servicio devocional puro e inmotivado a El (BG.10.28). Luego son descritas las características sublimes de tales devotos puros (BG. 10.9). Krishna disipa la ignorancia de aquellos que son Sus devotos, y los conduce hacia Él (BG. 10.l0-ll). Los versos del 8 al 11, conocidos tradicionalmente como catuh-sloki (o los cuatro versos) son considerados la esencia de las enseñanzas del Gita. Aquellos que conocen a Krishna como el Señor Supremo y se rinden a Él completamente en devoción pura, son directamente iluminados por El, y les muestra el camino para finalmente alcanzarlo.

Arjuna declara enfáticamente que acepta a Krishna como la Suprema Verdad Absoluta y su total obediencia a las instrucciones que le ha dado (BG. 10.12-15). Más adelante, en este magnifico diálogo, Arjuna le pide a Krishna que describa en detalle Sus opulencias divinas, «por las cuales Tú penetras todos estos mundos y resides en ellos». (BG. 10.16-18). Enseguida Krishna da la descripción de Sus principales opulencias. De las luces El es el sol radiante, de las extensiones de agua, El es el océano y de las cosas inmóviles, los Himalayas. El es la sabiduría del sabio, la fuerza del fuerte, el esplendor de lo espléndido. Todos los maravillosos fenómenos que alguna vez manifiestan una gran fuerza, belleza, grandeza y sublimidad, tanto en el mundo material como en el espiritual, son simplemente manifestaciones fragmentarias de Sus energías y opulencias divinas. De este modo Krishna, siendo la causa de todas las causas (karana-karanam), es el Supremo Objeto de adoración de todos los seres (BG. 10.19-41). En el último verso de este capitulo, Krishna dice que más importante que el conocimiento de Sus opulencias separadas es la comprensión de que éstas y todas las cosas existen debido a que El entra en ellos como la Superalma (Paramatma), por la cual El penetra y mantiene a todos los universos ininitos (BG. 10.42).

Capítulo XI.

El Yoga de la visión de la suprema forma. La forma Universal

En este capítulo del Gita Krishna revela directamente a Arjuna Su virat-rupa, o sea la » Forma Universal». Por esta revelación, Krishna confirma la realización de Arjuna, de que Krishna es la causa de todas las causas y, específicamente, la fuente de todos los universos materiales.

El capítulo comienza con la declaración de Arjuna de que después de oír las instrucciones confidenciales de Krishna (en los diferentes capítulos anteriores), él ha sido ahora liberado de la ilusión. Esto indica que ha aceptado totalmente a Krishna como la Verdad Absoluta, y la fuente de todas las cosas, y no como un simple ser humano, ordinario o extraordinario. (BG. 11.1) Sin embargo, aunque Arjuna acepta a Krishna como el Supremo, teme que en el futuro otros no lo hagan. Por eso le solicita a Krishna: «Y esto es precisamente lo que tú me has enseñado, ¿oh, supremo Señor!, y, ¿oh, Purushottama!, me gustaría ver tu cuerpo y figura divinos». (BG. 11.3).

Con el fin de establecer en forma concluyente la divinidad de Krishna, Arjuna le solicita que le revele Su gigantesca forma del universo material (BG. 11.4). Krishna acepta mostrar a Arjuna Su majestuosa y aterradora Forma Universal y le concede la visión divina para que pueda observarla (BG. 11.5-8) . Después Krishna revela la espectacular forma (BG. 11.9-49), en la cual Arjuna, aturdido y sorprendido, puede ver «las ilimitadas expansiones del universo situadas en un luqar, aunque divididas en muchísimos miles».

Arjuna, con sus cabellos erizados, describe la extensa y efulqente forma y ofrece oraciones de glorificación . Ve también en la forma universal a todo el ejército enemigo, así como a sus propios soldados precipitándose en las muchas bocas de Krishna, y encontrando su propia destrucción. En seguida, Arjuna le implora urgentemente a Krishna que le explique la gran forma (BG.11.15-31 ) . Como respuesta, Krishna le informa a Arjuna que de acuerdo con su plan, casi todos los soldados presentes serán muertos en la batalla. Aunque en última instancia este plan será ejecutado con o sin la participación de Arjuna, éste deberá actuar como un instrumento de Krishna en la gran lucha y así poder estar seguro de alcanzar la victoria. (BG. 11.32-34). Arjuna, abrumado, glorifica a Krishna como el maestro original, el refugio del universo, y la causa de todas las causas (BG. 11.36-40), le suplica a Krishna que le perdone por su trato familiar en el pasado, (BG. 11.41-44) .

Disturbado por la forma universal de Krishna, Arjuna le ruega que vuelva a Su forma de cuatro brazos (o Narayana) (BG. 11.45-46). Después de informar a Arjuna que él es la primera persona en ver esta forma universal (BG. 11.47-48), Krishna regresa a su forma de cuatro brazos y, finalmente, a su forma original de dos brazos, tranquilizando de esta manera a Arjuna: «Contempla tranquilamente esta grandiosa visión, sin turbar tu alma, sin que desfallezca tu cuerpo; no temas, y alégrate contemplando esta forma de mi ser» (BG. 11.49). Después, Krishna explica que su bella forma de dos brazos es inconcebible, aún para los semidioses, y está más allá de la comprensión que se logra por el estudio de los Vedas, la penitencia, la caridad y la adoración (BG. 11.52-53). Krishna concluye el capítulo declarando que su forma trascendental de persona aparentemente humana, puede ser comprendida directamente sólo por el servicio devocional puro ( bhakti) y que los bhaktas puros, quienes son «amigables hacia todas las entidades vivientes», alcanzan su asociación eterna (BG. 11.54-55).

Capítulo XII.

El Yoga de la devoción. Servicio devocional.

En los capítulos anteriores, Krishna explicó las concepciones personal, impersonal y universal del Supremo, así como los diferentes sistemas de yoga para alcanzar al Supremo.

En el capítulo 12, Krishna afirma que el bhati-yoga, el servicio devocional amoroso, es el más elevado y más conveniente proceso de realización espiritual. También describe las características sublimes de aquellos que siguen este perfectísimo sendero. Este capítulo comienza con una pregunta de Arjuna. Aunque Krishna ha establecido previamente la adoración de su forma personal como el supremo modo de adoración, y la devoción a Él como el sistema de yoga más elevado Arjuna quiere ahora estar seguro de que ha comprendido todo completamente En el primer verso Arjuna le pide a Krishna que establezca a quien considera Él más perfecto, si a aquellos que están correctamente ocupados en el servicio devocional o a quienes adoran el Erahman no manifestado, la característica impersonal y todo penetrante de Krishna (BG. 12.1). Krishna responde: «A los que que establecen en Mí su espíritu y, por una constante unión poseedora de una fe suprema, Me buscan, a esos, los tengo por los más perfectamente unidos en yoga». (BG. 12.2). Krishna le dice a Arjuna que los adoradores de la concepción impersonal de la Verdad Absoluta eventualmente lo realizan a El pero debido a que éste es un proceso indirecto, es mucho más difícil (BG. 12.3-5). Le asegura a Arjuna que para aquellos que están fijos en el servicio devocional puro a El, los salva prontamente del océano de nacimiento y muerte (BG. 12.6-7). Instruye a Arjuna para que fije su mente e inteligencia en Él y, por este sencillo método, alcanzarlo finalmente. Para aquellos que no pueden fijar su atención en El espontáneamente y sin desviación, Krishna explica el proceso indirecto por el cual ellos pueden alcanzar gradualmente este estado, comenzando con el cultivo del conocimiento (jñana), pasando a la meditación (ahvana), a la renunciación de los frutos de la acción (karma-phala-tyaga), al sacrificio de los frutos del trabajo (sadhana bhakti), y finalmente a la ejecución de los principios regulativos v terapéuticos del bhakti-yoga (sadhana-bhakti) (BG. 12.9-12).

En la sección final del capitulo, Krishna relata las cualidades y características de Su devoto puro, repitiendo al final de cada descripción que tal devoto «es muy querido para Mi». El devoto puro está libre de los deseos materiales, de las dualidades de la naturaleza material v del falso ego; Al haber hecho de Krishna la suprema meta de su vida, el de voto se establece en su servicio con determinación, y su mente e inteligencia están en completa armonía con Krishna (BG. 12.13-20).

Capítulo XIII.

El yoga de la distinción entre el campo y el conocedor del campo. La Naturaleza, el disfrutador y la conciencia.

El Capítulo Trece del Bhagavad-Gita se refiere a la distinción e interrelación entre el cuerpo, el alma y la superalma (Paramatma). El cuerpo es llamado Ksetra, o el campo de las actividades del alma, y consta de 24 elementos materiales. El alma que reside dentro del cuerpo se llama ksetra-jña, o «el conocedor del campo de actividades». Los síntomas de vida, y en última instancia todos los movimientos dentro del mundo material, se deben a la interacción del alma con la materia. Más allá del Ksetra-jña, o el conocedor individual del cuerpo (el alma), está el Supremo Ksetra jña, la Superalma; quien es el supremo conocedor dentro de todos los cuerpos. Aunque la Superalma existe como unidad, aparece separadamente en todos los cuerpos (así como el sol aparece simultáneamente por reflexión en muchos diferentes depósitos de agua). Él acompaña eternamente al alma individual como el testigo residente, la autoridad y el sustento. De estos dos «conocedores del campo» de actividades, el jiva (el alma individual infinitesimal) es falible, estando sujeta a la influencia contaminante o ilusoria de la materia, mientras que la superalma es infalible, siendo inmune a la influencia de la materia. Este Capitulo concluye que aquel que puede comprender analíticamente toda la manifestación material como una combinación del alma con los elementos materiales, quien pueda ver -más allá de ellos- al alma Suprema (la Superalma), llega a ser elegible para la liberación del mundo material y así regresar al mundo espiritual.

Al comienzo de este capítulo, Arjuna inquiere acerca de los seis aspectos principales: prakrti (la naturaleza material), purusa (el disfrutador), ksetra (el campo) ksetra-jña (el conocedor del campo), jñana (el conocimiento), y jñaya (el fin del conocimiento) (BG. 13.1).

Krishna define el ksetra y ksetra-jña respectivamente como el cuerpo y el alma (BG. 13.2). Después dice que Él es el conocedor dentro de todos los cuerpos, y define el conocimiento como la comprensión de estos tres aspectos (el cuerpo, el alma individual y la Superalma (BG. 13.3). Después, enumera los 24 elementos materiales que constituyen el campo de actividades, representado por el cuerpo (BG. 13.4-7). Enseguida, enumera los aspectos que constituyen el proceso del conocimiento, no siendo diferente este proceso del avance espiritual por el cual el alma corporificada es liberada de la atadura de la materia (BG. 13.8-12). Después Krishna describe el jñeya (lo conocible) que es la Superalma, la cual existe en lo móvil e inmóvil. La Superalma es una aunque múltiple, es el sustento de todos los seres vivientes, es trascendental a las modalidades de la naturaleza (aunque es el amo de las modalidades), y está más allá del alcance de los sentidos materiales (BG. 13.13-19). Después Krishna describe la Prakrti (la naturaleza material que consta de las tres modalidades) y el purusa (la entidad viviente). Habla acerca de la causa y naturaleza del enredo material del jiva(alma individual (BG. 13.20-24). En los dos versos siguientes, menciona los diferentes senderos para la realización de la Superalma: dhyana, sankhya, karma-yoga, y el sendero de recibir el conocimiento de las autoridades (BG. 13.25-26).

En los versos finales del capítulo, Krishna detalla el tema esencial: la interrelación entre la materia, el alma y la superalma. Todas las acciones, dice Él, se deben a la combinación del ksetra y el ksetra-jña (el cuerpo y el alma), más allá de los cuales está la Superalma. El alma y la Superalma son eternas y trascendentales al cuerpo (BG. 13.27-34). En conclusión, Krishna declara «Quienes perciben, gracias a su ciencia, la diferencia entre el campo y el que conoce el campo, y también el modo como los seres se liberan delos lazos de la Naturaleza, éstos, te digo, alcanzarán el ser supremo» (BG. 13.35).

Capítulo XIV.

El Yoga de la separación de los tres <<gunas>>. Las tres cualidades de la Naturaleza material.

Como se explicó en el capítulo trece, la jiva(alma individual) está enredada en el mundo material debido a la asociación con las modalidades de la naturaleza. En este capítulo, Krishna explica qué son las modalidades de la naturaleza, cómo actúan, cómo atan y cómo puede uno liberarse de su influencia.

Al comienzo del capítulo Krishna declara a Arjuna que Él le revelará nuevamente esta Suprema sabiduría, el mejor de todos los conocimientos, por cuya comprensión uno puede alcanzar «la naturaleza trascendental» y ser liberado de la repetición de nacimiento y muerte (BG. 14.1-2). Krishna explica que todos los seres vivientes toman nacimiento dentro de este mundo cuando Él los coloca en la naturaleza material. Por eso Él es «el padre que aporta la semilla» de todas las diferentes especies de vida en este mundo (BG. 14.3-4).

La naturaleza material consta de tres modalidades: sattva(bondad), rajas(pasión) y tamas(ignorancia). Estas modalidades condicionan a la entidad viviente que toma nacimiento en el mundo material (BG. 14.5). Krishna define y explica las características generales y los síntomas de las modalidades y cómo ellas condicionan y atan a la jiva(alma individual), describe también el destino de las diferentes jivas condicionadas después de la muerte (BG. 14.6-18). Uno puede trascender la influencia de las tres modalidades y alcanzar a Krishna al comprender el trabajo de las tres modalidades y entender que es trascendental a ellas (BG. 14.19). Cuando uno trasciende las modalidades, alcanza a liberarse de las miserias del nacimiento, la vejez y la muerte y puede disfrutar del «néctar aun en esta vida» (BG. 14.20). Después Arjuna le hace a Krishna tres preguntas: «¿Cómo puede conocerse, ¿oh, Señor!, el hombre que ha superado los tres modos de ser? ¿Cómo obra y cómo ha coseguido sobrepasarlos» (BG. 14.21). Krishna responde a las dos primeras preguntas en los versos 22 al 26. En esencia, una persona que ha trascendido las modalidades de la naturaleza (quien realiza que su propio ser es espiritual y trascendental a la materia), no se relaciona ni es afectado por las acciones y reacciones del mundo material. Él está libre de todas las dualidades materiales, tales como placer y dolor, honor y deshonor, y no se ocupa en actividades fruitivas. Como respuesta a la tercera pregunta, Krishna dice que uno trasciende las modalidades por la ejecución del Bhakti-yoga (servicio devocional). Y cuando trasciende las modalidades, alcanza el nivel del Brahman, la posición espiritual preliminar, caracterizada por la liberación de la contaminación material . En el verso final del capítulo, Krishna declara que Él es la base o la fuente del Brahma (BG. 14.27). Por eso, cuando uno ha alcanzado el nivel del Brahma cuando se ha liberado de la contaminación de las modalidades de la naturaleza, se cualifica para ocuparse en el servicio devocional de Parabrahman (el Brahman Supremo), Krishna.

Capítulo XV.

El Yoga de la unión con el Supremo Ser. El Yoga de la persona Suprema.

En los capítulos anteriores, Krishna ha recomendado el Bhakti-Yoga como el método más conveniente, mediante el cual Arjuna puede liberarse de los enredos del mundo material. El principio básico del Bhakti-Yoga es el desapego de las actividades materiales y el apego al servicio devocional trascendental de Krishna. El capítulo quince comienza describiendo cómo romper el apego al mundo material (y así alcanzar el mundo espiritual) y termina con la enfática declaración de Krishna de que Él, siendo la Suprema Personalidad de Dios (Purusottama), es la esencia de las Escrituras Védicas. Aquel que entiende esto, se ocupa en el Bhakti-Yoga (servicio devocional a El). Al principio del capítulo se compara al mundo material, su actividad fruitiva (karma) y los resultados enredadores, con un árbol baniano complejamente entrelazado. Las partes del árbol (la raíz, las ramas, las ramitas, las hojas, los frutos, etc.) se comparan con la actividad fruitiva, la piedad e impiedad, los sentidos, los objetos de los sentidos, los resultados de las actividades fruitivas. Los himnos Védicos para la elevación, los diferentes sistemas planetarios, y así sucesivamente. Por la ejecución de las actividades fruitivas (basadas en los deseos de la gratificación sensorial), la enredada jiva(alma individual) es forzada a errar de rama en rama (o sea, de cuerpo en cuerpo, de planeta en planeta) en este árbol del mundo material. De este modo, Krishna declara que «aquel que conoce este árbol es el conocedor de los Vedas». En otras palabras, el propósito último del conocimiento Védico es comprender este enredado árbol del mundo material y desenredarse de él de una vez por todas (BG. 15.1-2).

Después, Krishna describe la manera de desenredarse uno mismo y alcanzar asíi el mundo espiritual. «Usando el arma del desapego, con determinación uno puede derribar este árbol baniano. Haciendo eso, uno debe buscar ese lugar del cual, habiendo ido una vez; jamás se regresa, y allí rendirse a esa Suprema Personalidad de Dios de quien todo ha comenzado y en quien todo permanece desde tiempo inmemorial». En seguida Krishna describe el proceso de rendición y da una breve descripción del mundo espiritual (BG. 15.3-6). En los siguientes versos, Krishna describe las entidades vivientes condicionadas en el mundo material y cómo ellas están transmiqrando de un cuerpo a otro. Tales entidades vivientes «partes fragmentarias» eternas de Krishna. De acuerdo con su mentalidad, la atada jiva desarrolla un tipo particular de cuerpo material burdo, equipado con unos sentidos particulares, con los cuales disfruta unos objetos determinados. Krishna asegura que los tontos no pueden aprender este proceso de transmigración, pero los sabios si pueden (BG. 15.7-11).

En el resto del capitulo, Krishna discute Su propia naturaleza trascendental. Enumera algunas de sus manifestaciones en el mundo material, por medio de las cuales mantiene toda la creación cósmica. Él es la fuente del sol, de la luna, y del fuego; la fuerza de los planetas que flotan en su órbita; la fuerza digestiva en cada cuerpo; la Superalma en los corazones de todos los seres vivientes; la fuente y último objetivo de los Vedas (BG. 15.12-15).

Krishna explica que hay dos clases de seres: «los falibles » (las almas condicionadas del mundo material) y los «infalibles» (las almas liberadas del mundo espiritual). Él Mismo está más allá de todas ellas y es el sostenedor tanto del mundo material como del espiritual (BG. 15.16-17). Por lo tanto, «To soy el Purushottama, porque estoy por encima de lo mutable y de los inmutable, tanto en el mundo como en el Veda» (BG. 15.18). Cualquiera que lo acepte como tal, se convertirá en el «conocedor de todo» y en consecuencia, se dedicará a Su servicio devocional (BG. 15.19). Krishna concluye declarando que el conocimiento de Su importancia Suprema y el rendimiento a Su servicio es la esencia de las escrituras Védicas. Tal comprensión lo lleva a uno a la sabiduría y a la perfección.

B.A. Paramadvaiti Svami




Bhagavad Gita: introducción

Una Introducción para el lector occidental por Coomaraswamy

 

«Porque la batalla es del Señor». I Sam, XVII

 

«Recordemos al Hijo Bendito de Dios quien nos llama a una Guerra Santa» Raimundo Lulio, Blanquerna.

El Bhagavad Gita proporciona al lector occidental una excelente introducción a las escrituras del Hinduismo, siempre y cuando se le den ciertas «claves» para su entendimiento. El propósito de esta introducción es proporcionar algunas de estas claves y clarificar el significado de ciertos términos técnicos sin los cuales el texto no puede ser tratado, de tal forma que se le dé al lector como una especie de guía de material básico.

Ahora bien, la preponderancia del Gita está demostrada por el hecho de que sea probablemente el texto escritural indio más disponible y conocido en Occidente, disponible en una variedad de traducciones que van desde las más simples a las más elaboradas y fantásticas. Margaret Noble dice de él que «de todos los escritos sagrados de la humanidad, no hay probablemente otro que sea por sí mismo tan grande, tan completo y tan corto» (Web of Indian Life). También es -y todavía lo es- en la India, el texto más comúnmente conocido y rezado. Los hindúes de todos los matices de ortodoxia, de todas las castas y en todas partes del país lo honran, y frecuentemente lo conocen en su totalidad de memoria. Los comentarios tradicionales de los grandes teólogos hindúes como Sankaracharya y Ramanuja están disponibles en traducción inglesa. Es recitado o salmodiado diariamente por quizá millones de personas, tal como lo eran los salmos en la Iglesia Católica hasta hace una o dos décadas.

Al tratar los textos sagrados de otras tradiciones diferentes de la nuestra, nosotros debemos despojarnos de cualquier prejuicio de superioridad. Debemos intentar comprenderlos con los ojos y el corazón de aquellos que los tienen por sagrados. Debemos aceptar su interpretación tradicional y sus comentarios como válidos. Si encontrásemos en estos textos verdades que fueron una vez enseñadas por el Cristianismo en Occidente, verdades que fueron una vez el patrimonio común de todos los hombres, no debemos extrañarnos. Antes de concluir que todos los pueblos «primitivos» desarrollaron similares conceptos religiosos porque ellos tenían miedo de las fuerzas de la naturaleza, del trueno y del rayo, deberíamos concluir que es realmente el hombre moderno, con su negación de la metafísica, el que ha abrazado lo que es de hecho un punto de vista «subhumano» y de miras estrechas. Si nosotros encontramos que otras tradiciones enseñan y sostienen verdades similares a las nuestras propias, entonces nosotros deberíamos ver una buena razón para adherirnos a nuestras propias verdades con una mayor fuerza. Por eso fue que Santo. Tomás de Aquino encontró en las obras de los filósofos paganos «pruebas intrínsecas y probables» de las Verdades del Cristianismo. San Agustín dijo: «toda verdad, no importa donde se encuentre, tiene su origen en Cristo», y San Ambrosio dijo: «toda verdad, quienquiera que sea quien la diga, proviene del Espíritu Santo». Vemos cómo Krishna -quien para los Hindúes es como Cristo- dijo en el Gita: «todos los hombres, cualquiera sea el camino que sigan, vienen a mí». Permítannos recordar que el pagano es, según San Eymardo: «el que adora a las criaturas» y no el que adora a Dios en cualquier forma aunque difiera de la nuestra propia. No olvidemos que como San Gregorio Magno dijo, Job no era Judío, y no obstante fue un «hombre perfecto y recto», por eso significó y fue, en verdad, un ejemplo para Israel (el pueblo de Dios) de las virtudes espirituales existentes fuera de su propia tradición. El Cristianismo, aún cuando incluye la verdad -conteniendo dentro de él todo lo necesario para la salvación- nunca ha negado que la verdad exista fuera de sus propios confines. Negar las verdades que están fuera de nuestra propia tradición o su condición, a pesar del hecho de que ellas dicen cosas -a menudo con las mismas palabras- que nuestras propias Escrituras y santos han dicho, aunque de hecho de manera algo diferente, es «pecar contra el Espíritu Santo», incluso cuando se da la sinceridad. Permítannos entonces buscar en nuestra lectura de las escrituras Hindúes «la sabiduría que sobrepasa el humano entendimiento», como dice el Gita, esperando que sean apreciados «los sabios que han visto la Verdad»

Para colocar el Gita un tanto en un contexto histórico, se da el siguiente resumen de los libros sagrados de la tradición Hindú. La división general es de dos clases, Sruti y Smriti. Sruti significa literalmente «audición» no de un autor personal, y corresponde en términos cristianos a «lo revelado». Smriti, que puede ser traducido como «recuerdos», y que usualmente se atribuye por los eruditos occidentales a autores concretos debido al hecho de que los nombres de las antiguas «colectividades» o de los sabios se vinculan a ellos, y son a grosso modo paralelos a lo que en la Iglesia Católica se llaman «Las Tradiciones».

 

Sruti

Los Vedas («conocimiento»), cuatro en número, Rig, Yajur, Saman y Atharva, que consisten en himnos y liturgias y son difíciles de fechar. Los hindúes los llaman «eternos». Los eruditos occidentales les atribuyen una fecha de 2000 años a. C.

Los Brahmanas («sesiones íntimas») ritual y exégesis y datan de alrededor de 800 años a. C.

Los Aranyakas, que son los libros de los «ermitaños del bosque».

Los Upanishads, que explican la liturgia y los ritos sacrificiales y se han fechado alrededor de 500 años a.C.

 

Smriti

Los Vedanga («las ramas de los Vedas»), que son tratados sobre Gramática, Astronomía y diversas artes.

Los Sutras y Dharma Sutras, libros de leyes, como Las Leyes de Manu, que incluyen trabajos tan conocidos como el Kamasutra.

Los Itihasa, las grandes épicas, a saber, el Ramayana (que trata de la vida terrena de Rama), y el Mahabarata (que trata de la vida terrena de Krishna) e incluye dentro de él al Bhagavad Gita.

Los Puranas, obras míticas y devocionales.

 

No todo hindú conoce los Vedas de memoria, pero hasta tiempos relativamente recientes, y antes de la introducción del cine y la televisión, casi todo hindú, no importa de qué casta, estaba íntimamente familiarizado con las grandes obras épicas. Tropas de actores ambulantes van todavía de pueblo en pueblo, en cierto modo como las obras de misterio medieval, representando escenas de las obras épicas. Los niños, espontáneamente y como parte de su juego, las ponen en escena, como hace un tiempo los niños de Inglaterra representaban escenas de los relatos del rey Arturo y de los caballeros de la mesa redonda. Las grandes épicas proporcionan así al hindú medio la primera fuente de su instrucción religiosa. Puede que no conozca las leyes de Manu; puede que sea incapaz, a menos que sea un Brahmín practicante, de recitar los Vedas de memoria; pero sabe cómo actúan los héroes de su épica, conoce sus valores y se inspira en ellos. No es inusual encontrarse con campesinos analfabetos (los llamados «incultos») que conocen de memoria la epopeya entera -como lo pueden hacer de corrido con cualquiera de los 16 volúmenes de la versión inglesa. El Bhagavad Gita es una pequeña parte de la epopeya del Mahabharata.

El estudio del Gita no puede ser abordado por medio del «método histórico crítico». Cuando un erudito occidental como Garbe dice que es «un libro de texto Sankhya reescrito por los adoradores de Krishna y luego otra vez por un vedantista», o cuando Edgerton, o Hopkins y Holzman escriben largos tratados mostrando que está lleno de contradicciones e interpolaciones de materias extrañas a un poema histórico, los hindúes sonríen burlonamente. Un hindú no cree «en el progreso teológico». Como Krishna enseña en el capítulo quinto del Gita, el Yoga que él imparte es «el mismo antiguo Yoga» que se enseñó al comienzo de los tiempos. El hindú sostiene con Frithjof Schuon que «o la teología es importante y no progresa, o la teología progresa y entonces no puede ser importante». Veamos lo que Krishna Prem, un autor actual, ha dicho: «El Gita es un pie de la triple base sobre la que se apoya el Vedanta, los otros dos son los Upanishads y los Brahmasutras». Nótese cómo dice que los textos más antiguos derivan de los más jóvenes, implicando así una unidad de doctrina y no una secuencia histórica. Sankaracharya en el primer párrafo de su comentario al Gita dice que «comenzamos su importante trabajo después de una manera ortodoxa de contemplar inicialmente a Dios, mostrando luego que los Puranas, los Itihasas y el Gita enseñan la única y misma doctrina». Un poco después viene a decir que el Gita «es el resumen de toda la enseñanza védica», y agrega, como entre paréntesis, que «es muy difícil comprenderlo».

El Bhagavad Gita es en cualquier sentido una Escritura. Los padres judíos dicen que «La Torah es como un yunque, que cuando es golpeado con un martillo, saltan de él miles de chispas». San Alfonso de Ligorio nos dice (en su Exposición y Defensa) que toda Escritura puede ser interpretada tanto en sentido literal como en sentido místico Más adelante divide el sentido místico en alegórico, que considera los misterios de fe; analógico, que hace referencia a la eterna beatitud que esperamos; y tropológico, que se relaciona con la esfera moral. Dante en su Convivio usa una clasificación similar y nota que el término analógico significa literalmente lo que está «por encima del sentido». Ahora bien, si nosotros concedemos este privilegio a las Escrituras Cristianas, debemos hacer lo mismo respecto del Gita. No debemos quejarnos si en algunos lugares encontramos su contenido oscuro y difícil más de lo que nos quejaríamos de nuestra incapacidad para entender un complejo texto de matemáticas superiores.

Hemos dicho antes que el hindú tiene con respecto a Krishna la misma reverencia que los cristianos tienen o deberían tener con respecto a Cristo. Él considera a Krishna como un avatar, que literalmente significa «descenso», Dios nacido de mujer y poseyendo simultáneamente la naturaleza divina y la humana. Sostiene que ha habido nueve Avataras en el presente Kalpa o Edad. El hindú ve a Cristo como un Avatar, aunque no enviado a su propia tradición. Y ¿por qué tantos Avataras? La respuesta se encuentra en el Gita donde Krishna dice: «Cada vez que haya un decaimiento de la religión, Oh Bhárata, y un dominio de la irreligión, entonces Yo mismo me manifiesto». Si tal concepto suena extraño a nuestros oídos, permítanme citar a San Clemente: «Él es el único que lo tiene (el Espíritu de Cristo), quien ha cambiado sus formas y sus nombres desde el comienzo del mundo y ha reaparecido una y otra vez en el mundo» (Homilías, III, 20) . El décimo y último Avatar de nuestra Era, el Kalki Avatara vendrá montado sobre un caballo blanco y blandiendo una espada de doble filo (tal como se describe en el Apocalipsis la Segunda Venida de Cristo) al final de los tiempos.

Regresando entonces al Gita mismo, permítanme esbozarles su marco ambiental. El texto se abre en un campo de batalla, llamado el campo del Dharma. Arjuna es un guerrero y es el que pregunta a Krishna, su auriga que conduce su carro entre los dos ejércitos opuestos donde comienzan su debate. Arjuna da muchos argumentos para no combatir, e incidentalmente los expresa con frases religiosas, y termina por echar por tierra su arco y flechas, y con lágrimas abandona en su tentativa.

Ahora bien, nada de esto es, como pudiera parecer, accidental. Examinemos por turno cada parte de esta escena.

En primer lugar el campo de batalla, llamado Dharma. ¿Qué es el Dharma? El Dharma ha sido traducido diversamente como deber, «recta acción» o justicia. Platón define la justicia como «lo que todo hombre hace y tiene que hacer en concordancia con su propia naturaleza». La palabra griega y platónica de Justicia es dikaiosyne y aparece frecuentemente traducida en la Biblia por la palabra rectitud. Podemos suponer que los Apóstoles la usaron en su sentido platónico. «Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará después» (Mateo 6, 33). El campo de batalla de la vida es precisamente este campo de rectitud, que es por lo que Sto. Tomás de Aquino dice que «el trabajador (todos somos trabajadores) está inclinado en justicia a hacer su trabajo fielmente» (Summa I-II,67).Vemos así que el Dharma se emparenta con el concepto de vocación esa vocación por la que podemos perfeccionar nuestras almas. (Imaginar que podemos perfeccionar a otros o al mundo que nos rodea antes de perfeccionarnos a nosotros mismos es uno de los absurdos de la época moderna. Un cirujano difícilmente podría practicar sobre otros lo que no ha aprendido primero él mismo). Ahora bien la vocación tiene en cierto sentido dos niveles, siendo el primero el trabajo que nosotros estamos llamados a hacer, como por ejemplo ser sacerdote o cirujano (el hindú ve esto como un cumplimiento del deber de casta -y recordemos que entre los Judíos la casta sacerdotal era también hereditaria); el segundo consiste en realizar nuestras obligaciones para con Dios, o lo que puede ser llamado, entrar en el camino de la perfección de sí mismo. En realidad, los dos están íntimamente relacionados y sólo pueden separarse artificialmente. Por ejemplo, en el caso de un sacerdote, sólo siendo buen sacerdote puede llegar a ser santo, pero sólo tratando de ser santo puede llegar a ser un buen sacerdote. En una sociedad, donde todo oficio es un sacerdotium (cf. Hocart, Les Castes), donde las palabras de Cristo: «como el Señor haya llamado a cada uno, así se conduzca» se toman en serio, esto es específicamente verdad. En el Gita Krishna defiende con palabras inequívocas el sistema de castas y dice: «Más vale cumplir cada uno con su propio dharma, aunque sea de manera imperfecta, que cumplir el de otro, aunque sea a la perfección». Así es apropiado que comencemos nuestra búsqueda en el campo del Dharma, cumpliendo de una manera justa con esa vocación a la que estamos llamados, porque hablar de perfección fuera de nuestra vocación es un esfuerzo necio.

El simbolismo del campo de batalla va mucho más lejos. A pesar de la crítica prevaleciente sobre el amor y la paz (que ignora las verdaderas cosas que hacen el amor y la paz), debemos recordar que existe algo tal como la guerra justa en verdad la guerra justa y santa. Existe tal cosa como el mal en el mundo y lo que es opuesto. (Recordemos que Krishna llama a los enemigos de Arjuna «malintencionados» y «criminales» y a la guerra «legal»). No estoy sugiriendo que las guerras modernas, basadas como lo están en nuestras «codicias y avaricias». (San Pablo), en imperativos económicos, sean justas o santas. Sin embargo, el Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de guerras justas y santas, y David es un ejemplo del héroe que debería estar en todos nosotros. Ahora bien, si vamos a tener guerras justas, entonces deberíamos tener soldados justos y santos, y ellos a su vez, deberán no sólo luchar, sino luchar bien. Arjuna, el héroe del Gita es un guerrero, pero él es más que un guerrero, él representa a cada uno de nosotros. No sólo hay una pequeña porción de guerrero en cada uno de nosotros, sino que más aún, las palabras dirigidas por Krishna a Arjuna están dirigidas a todos y a cada uno de nosotros cuando nos encontramos abatidos y «confusos» en el campo de batalla.

Se dice que el Profeta Mahoma, al regreso de la batalla dijo a sus seguidores: «Habéis luchado con éxito la pequeña jihad (guerrasanta); ahora debéis luchar la gran jihad, dentro de vosotros mismos». El simbolismo de la guerra, ya sea una lucha entre dos ejércitos opuestos, o entre dos gigantes, entre David y Goliat, o entre San Jorge y el Dragón ha sido siempre un símbolo de esa real lucha interior. Todos estamos destinados a ser caballeros de la tabla redonda y llamados a salir en busca del Santo Grial. ¿No está el Antiguo Testamento lleno de guerras y batallas, y no es de suponer que todas esas luchas puedan tener un significado pseudohistórico y que veamos en ellas también aspectos del combate interior, como así lo hicieron los Padres de la Iglesia? Recordemos que como San Gregorio dijo: «es precisamente en el campo de batalla donde nosotros estamos todos los días» (Comentarios al libro de Job). Ciñámonos nuestros lomos, «pongámonos la armadura de Cristo» y tomemos «la fe como nuestro escudo». Como el Gita dice, cual eco de las palabras de San Pablo, «actúe el hombre» como la Palabra de Dios, comparada por Cristo a una «espada de doble filo», para separar su alma inferior de su Espíritu. Como San Benito dijo: «reunámonos bajo el estandarte de Dios para que podamos salir victoriosos en la batalla». Unámonos al Padre Scapoli y a Santa Catalina de Siena en lo que ellos llaman la «lucha espiritual»; recordando siempre que como dijo Santa Teresa de Lisieux: «la santidad debe ganarse a punta de espada».

Nosotros, como Arjuna, estamos llenos de excusas y nos gusta ocultar nuestras excusas, como él lo hace, con una falsa religiosidad. De esta manera, al final, estamos impulsados a tirar nuestras armas al suelo y desertar del campo de batalla. Ahora bien, Santa Catalina de Siena dice que «es el deleite de los demonios y su único propósito conseguir que el soldado de Cristo deponga sus armas» (su Vida por San Raimundo de Capua). ¿Y cuáles son estas armas? Permítaseme parafrasear una cita de otra Escritura hindú, el Mundaka Upanishad (II, 3-4).

Habiendo tomado como un arco esa gran arma, a saber, las instrucciones del director espiritual de uno (gurú).

Uno debe fijar en Él la flecha afilada por la constante meditación.

Dirigiéndola con una mente llena de Dios,

Penetra, oh hombre, en lo imperecedero (Dios) que es el ojo del toro.

El Soplo Divino es el arco, la flecha es el Ser mismo,

Dios es el blanco.

Con concentración será penetrado,

Uno debe convertirse en uno con Dios como la flecha con el blanco.

Para entender finalmente la escena, debemos examinar el carro que es un simbolismo común no únicamente para las tradiciones Hindú y Budista, sino que también se encuentra en Filón (Leyes, 898 d) y Platón (Fedro, 247 c). El carro representa el vehículo psicofísico en el cual según nuestro conocimiento de «quiénes somos» vivimos y nos movemos. Los caballos representan a los sentidos, las riendas su control. Si a los caballos se les consiente escaparse de la dirección de la mente, el vehículo se extraviará. Pero si los caballos son dominados y dirigidos por la mente según su conocimiento del Sí, el Atman, que en nuestra historia es Krishna, entonces y únicamente entonces puede ella continuar adelante su propio curso. Como San Patricio de Irlanda dijo en su famoso poema: «Cristo está en el asiento del carro» En el Cántico de Hababuc se encuentran las siguientes palabras:

Que tú, Oh Dios, guíes los corceles de nuestro carro victorioso. Descubierto y preparado está tu arco y lleno de flechas tu carcaj.

Cornelius Lapide, en su comentario a este pasaje cita a San Ambrosio, quien dice:

El carro es el alma animal. Puede tener buenos o malos caballos. Los buenos caballos son las virtudes del alma. Los malos son las pasiones del alma. Un buen auriga refrena los malos caballos y los hace volver, por así decirlo, a su exilio… Así un buen auriga es aquel que sabe cómo gobernar sus caballos… y así llegan a convertirse en los caballos de Cristo.

¿Es acaso sorprendente entonces que Santa Brígida de Suecia pidiera a Cristo que la ayudara a «refrenar» su voluntad y que San Alfonso de Ligorio hablara de «refrenar los caballos» de sus pasiones?

El escenario está ya montado, y nosotros nos encontramos al final del primero de los dieciocho capítulos del Gita. Los otros diecisiete son explicaciones y exposiciones -en forma de diálogo- de la doctrina y de la vida espiritual que debe llevarse. Ellos son titulados, en su mayor parte, «Yogas». Yoga significa, literal y etimológicamente, «yugo», como el de los bueyes, y los diferentes yogas no están mutuamente más opuestos que, digamos, los caminos espirituales de los franciscanos y los jesuitas. El lector moderno, ya sea oriental y occidental, tiene tendencia a ver violentas contradicciones en lo que son realmente diferentes puntos de vista, o interpretaciones en diferentes niveles de realidad.

Se puede hablar del yoga del conocimiento (Jnana-yoga), del yoga del amor (Bhakti-yoga), o del yoga de la acción (Karma-yoga), pero se debe recordar que, como lo expondría un teólogo cristiano, no se puede amar sin conocimiento como tampoco se puede realmente conocer sin amar.

Así llegamos al segundo capítulo del Gita donde se habla del Sankhya-Yoga. No vamos a intentar hacer una exposición del Sankhya darshana (punto de vista), puesto que ya ha sido tratado adecuadamente en otro lugar. Sin embargo, es importante introducir al lector en el concepto de Atman o Yo interior que se trata en este capítulo. Krishna le dice a Arjuna que no es el mero vivir y morir del individuo lo que es importante, ya que en cada individuo hay un centro interior, el Atman (literalmente «aliento» o «espíritu») que puede ser «conocido». Debemos recordar que como dice San Juan de la Cruz, «Dios sostiene cada alma y mora en ella substancialmente. Incluso aunque sea la más pecadora del mundo. Esta unión entre Dios y las criaturas siempre existe. Así es como Él preserva su existencia de tal suerte que si la unión terminara ellas serían de inmediato aniquiladas, y dejarían de existir» (Ascenso al Monte Carmelo). Este Atman es el Yo que toda tradición nos amonesta a conocer. Éste es el «Espíritu», opuesto al «alma» la cual debe ser aborrecida. Es por lo que Sto. Tomás de Aquino dice: «duo sunt in homine, scilicet natura spiritualis et natura corporalis hay dos naturalezas en el hombre: su naturaleza espiritual y su naturaleza corporal» (Summa, II-II, 26.4). Este es un concepto confuso para comunicar a alguien que no esté familiarizado con el pensamiento metafísico. La confusión viene porque nosotros usamos la palabra «alma» en una amplia variedad de sentidos. Así, Filón habla de «el Alma del alma», y Platón del «Hombre en el hombre». Guillermo de St. Thierry (contemporáneo de San Bernardo y su hijo espiritual) habla de la diferencia entre anima y animus (ambas traducidas libremente como alma) y se refiere al animus vel spiritus (alma o mejor espíritu) que es la imago Dei (la imagen de Dios) en nosotros. San Pablo habla de la Palabra de Dios que «penetra hasta la división del alma y del espíritu» (Hb 4,12) y nos dice que Dios es «el único que posee la inmortalidad» (1 Tm 6,16) y también habla «del Espíritu de Dios que habita en vosotros» (1 Cor. 3, l6). San Pablo es claro, como el hindú diría, al negarse a sí mismo, o su alma inferior, cuando dice «no vivo yo, sino Cristo quien vive en mí». Esto distingue a los dos yoes, el Yo interior (también llamado por varios autores nuestro «Hombre común», la interna «Razón verdadera», la Conciencia, Syneidesis, Synteresis, «Intelecto increado», y el «daimon» de Sócrates), y el yo exterior contingente que se refleja en nuestra herencia lingüística.

Hablamos de la gente que se «controla a sí misma», y nos amonestamos unos a otros a «ser nosotros mismos»; hablamos de los santos que están, no en «guerra con ellos mismos», sino antes bien «en paz consigo mismos». Al mismo tiempo reconocemos con San Pablo que están aquéllos que son «egoístas» (2 Tm 3,2), lo que se ejemplifica con el término común de «egoísmo». El yo inferior, el «yo» del egotista, es una entidad contingente siempre cambiante y que no tiene una realidad substancial. Como Krishna nos dice «estos dos yoes están en guerra uno con otro». San Pablo dice: «pero siento otra ley en mis miembros, luchando contra la Ley de Dios, y me encadena a la ley del pecado, que está en mis miembros» (Rm 7,23). Vemos así que el Atman el «aliento» o Espíritu que entregamos cuando morimos, es un concepto (a pesar de la confusión que los orientalistas y los misioneros han dado a conocer) de aceptación universal. Por eso la postura hindú puede manifestarse en las palabras que Cristo dijo a Santa Catalina de Siena: ¿sabes hija quién eres y quién soy yo? Si sabes estas dos cosas serás bendecida. Tú eres la que no eres, mientras que Yo soy El que soy. Mantén este conocimiento en tú alma y el Enemigo nunca te engañará y escaparás a todas sus artimañas…» (Su Vida por San Raimundo de Capua).

La postura cristiana bien podría expresarse con las palabras del Aitareya Aranmaka: «este yo se entrega a aquél Yo, y este Yo a aquél yo; ellos se funden». Esto es por lo que Bel Shem Tov, el fundador del movimiento Hasídico en el Judaísmo dijo que «no hay lugar para Dios en el que esté lleno de sí mismo»; esto es por lo que Platón dijo que «la causa de todos los pecados reside en el excesivo amor de las personas hacia sí mismas»; esto es por lo que Santa Teresa de Lisieux dijo que «sólo Jesús es, todo lo demás no es» y que «nuestra misión es olvidarnos de nosotros mismos, para aniquilarnos a nosotros mismos» (la cursiva es de ella);. esto es por lo que Santa Catalina de Siena dijo que «el amor de sí mismo… es el principio y el fundamento de todo mal». Finalmente, esto es por lo que San Euvardo dice que la vida espiritual «requiere que declaremos la guerra al ego humano, al amor de uno mismo». Es a la luz de estas palabras como las palabras de Krishna acerca de la persona «cuya mente es engañada por el egoísmo» tienen sentido. Nuevamente Krishna dice: «Que el hombre eleve su yo mediante el Atman y no lo destruya; pues en verdad, el Atman es el amigo del yo o su adversario. Para aquel en quien el Atman ha vencido al yo, el Atman es entonces su amigo, pero para aquel que es infiel al Atman, el Atman puede ser hostil, como un enemigo», o de nuevo: «Oh Gudakesha, Yo soy el Atman en el corazón de todos los seres». El hindú ve en el egoísmo, en el apego a su yo inferior, rehusando someterlo a su Yo superior, el mismo pecado cardinal que el cristiano ve en el orgullo. Orgullo y egoísmo no son sino dos aspectos de la declaración del diablo: «no serviré». Es de esperar que ya sea evidente por sí mismo (sic) para el lector que la Verdad es una, aunque sus expresiones sean muchas. Una veritas in variis resplendeat «una verdad en varias formas brilla a la vista» (San Nicolás de Cusa).

Es entonces en esta conceptualización de la Verdad que el resto del Gita nos enseña cómo conocer lo que nosotros somos. Sería imposible incluir todos los aspectos de esta enseñanza, pero es importante tratar brevemente la enseñanza hindú del Karma yoga, el camino de la acción». Ahora bien, el «camino de la acción», o la vida espiritual apropiada para los que están comprometidos con lo que el Cristiano llama «la vida activa», es acentuado en el Gita, y como es debido. Hemos mencionado anteriormente que el Gita es un texto sagrado usado por los hindúes en todos los caminos de la vida. Arjuna no es un monje en retiro, es un guerrero en el campo de batalla del Dharma. Por eso mientras que se examinan diversos aspectos de la vida espiritual, se acentúan aquéllos más apropiados para él y para nosotros. Sin embargo, en la esfera del Karma yoga puede haber lugar a la confusión ya que las dos tradiciones difieren aparentemente en su manera de expresión, aunque no en sus principios.

A través de todo el Gita se pone gran énfasis en el concepto de realizar nuestras tareas sin apego a los frutos de nuestras acciones. En términos cristianos esto se llamaría «el Santo Abandono» y «la Santa indiferencia». El hindú con su creencia en el sistema de castas, en su dharma, es instruido por Krishna para «realizar constantemente la acción que debe hacerse sin ningún apego; así el hombre alcanza la Acción Suprema». El abad Lehodey nos dice que «toda perfección, toda santidad consiste en cumplir fielmente lo que Dios quiere de nosotros», y Santa Gertrudis dice: «debemos imitar la santa religión aplicándonos a nosotros mismos con humildad y fervor lo que Dios quiere de nosotros según nuestra vocación, y no debemos pensar en descubrir otra forma y camino mejor para llegar a la perfección aquella ya señalada… y en verdad, ya que Dios mismo es quien ha elegido por nosotros nuestro estado de vida, y los medios para nuestra santificación, ciertamente nada más puede ser mejor para nosotros, nada puede ser ni bueno, fuera de nuestro estado y nuestros medios». Pero ¿cómo deberá realizarse nuestra acción? Según Lehodey, «con la Santa Indiferencia», no indiferencia hacia Dios, sino hacia los frutos de nuestras acciones. Como Krishna instruyó a Arjuna: «renunciando a todas las acciones por Mí, con tu pensamiento fijo en el Atman, estando libre de esperanzas, libre de egoísmos, desprovisto de emoción, de tus luchas… toma refugio en la devoción (amor) hacia Él (Dios) y abandona los frutos de todas las acciones, sé autocontrolado». San Francisco de Sales nos dice que «abandonar nuestra alma y abandonarnos a nosotros mismos significa ni más ni menos que privarse uno mismo de la propia voluntad a fin de entregársela a Dios». San Alfonso de Ligorio nos dice que «aquél que permanece unido a la voluntad de Dios vive y salva su alma; aquel que prefiere seguir su propia voluntad muere y se pierde».

La postura hindú se clarifica aún más en los Narada Bhakti Sutras: «La característica esencial de Bhakti (amor a Dios) es la consagración de todas las actividades, por una completa autoentrega a Él y una extrema angustia si Él fuese olvidado». Con la diferencia en el énfasis que aparece muy superficialmente puede uno impresionarse por la similitud de instrucción de cómo debe ser alcanzado este estado espiritual. Permítaseme yuxtaponer declaraciones de las dos tradiciones para demostrarlo.

San Juan de la Cruz: «los apetitos son pesados y tediosos para el hombre porque lo perturban y lo desordenan, así como lo hace el viento con el agua».

Gita: «Como el viento lleva el barco fuera de la ruta, así, uno pierde la consciencia cuando la mente es llevada por los vagabundos sentidos».

San Juan de la Cruz: «la ignorancia de algunos es extremadamente lamentable, ellos se agobian a sí mismos con penitencias y muchos otros ejercicios, pensando que estos son suficientes para lograr la unión con la sabiduría divina. Pero estas prácticas son insuficientes si la persona no se esfuerza diligentemente en rechazar sus apetitos».

Gita: «No por abstenerse de la acción obtiene el hombre la liberación de la acción, ni por el solo renunciamiento de la acción, se logra la perfección… Aquél que reprimiendo los órganos de la acción, sigue pensando en los objetos de los sentidos, se engaña a sí mismo y se dice que es de falsa conducta».

San Juan de la Cruz: «un hombre con apetitos siempre está insatisfecho y amargado, como alguien que está hambriento».

Gita: «El enemigo constante del sabio, es una forma de deseo que es codiciosa e insaciable».

San Pablo: «Aquellos que tienen mujer deberían actuar como si no la tuvieran; los que lloran por las cosas de este mundo como si no llorasen; los que se alegran como si no se alegrasen; los que compran como si no poseyesen, y los que disfrutan del mundo como si no disfrutasen, porque pasa la apariencia de este mundo».

Gita: «Es por lo tanto realizando constantemente las acciones que deben hacerse sin apego, como el hombre alcanza lo Supremo».

El Maestro Eckart dijo que la más grande de las virtudes es el desapego (de todo lo que no es Realidad pura); y que este completo desapego implica e incluye todas las otras virtudes. San Juan de la Cruz, al hablar de la pobreza, describe su esencia como «la desnudación de los apetitos y gratificaciones del alma» (Ascenso al monte Carmelo). Ahora bien, si hablamos de desapego, o de pobreza, o de acción sin apego, estamos fundamentalmente hablando de la extinción del ego (el yo), y ésta es la más alta virtud, precisamente porque implica la más alta perfecta conformidad con la Voluntad Divina. El alma que es aniquilada no puede desear ninguna otra cosa que la voluntad de Dios. Como Jacob Boehme dijo: «toda la Escritura clama por la liberación del yo».

Dentro del espacio de una introducción no es posible tratar en detalle cada parte del Gita. Uno espera sin embargo que se hayan dado al lector suficientes claves para permitirle penetrar por debajo de la superficie del texto. Si se han usado una multiplicidad de paralelos cristianos, es porque el lector occidental no puede esperar encontrar en la mayoría de los casos, un medio más eficaz para entender lo sagrado en las otras tradiciones más que profundizando en sus propias raíces culturales. Se espera también que el lector vea que la religión no es solo una cuestión de actuar y sentir, que no es simplemente un compendio de ética y sentimentalidad. Es primordialmente una cuestión de ser. Si el hombre moderno está vacío y aislado, es precisamente por «él cree en sí mismo». Si él no quiere creer en lo que está por encima de él mismo, esto es elección suya. Como Arjuna, puede encontrar excusas para sus actitudes, puede enmascarar su orgullo en frases altisonantes tales como «honestidad intelectual», o «pensar por mí mismo». Mas si desea comprender las Escrituras, debe decir como Krishna: «vive con fe y sin poner peros». Debe creer como dijo Krishna que «las Escrituras son la autoridad para decidir lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse». Debe recordar que, en palabras de Platón, la «incredulidad es para la chusma», y que ser escéptico es muy fácil. La lucha sin embargo no es una cosa fácil. La vida del guerrero requiere entrenamiento y el soldado debe aprender tanto a manejar sus armas como a conducir sus caballos. Hemos venido a ser sin embargo una sociedad «blanda». No nos gusta el trabajo duro. Hemos olvidado cómo caminar en los caminos de nuestros padres y hemos construido para nosotros mismos una serie de ídolos de oro, tales como «progreso», «la perfección de la sociedad (sin Dios)», el éxito y la prosperidad económica. Hemos confundido el amor con la concupiscencia porque vemos nuestra autosatisfacción en la saciedad de nuestros deseos y la llamamos felicidad. Aquellos que deseen oír una descripción del hombre moderno, deben leer el capítulo dieciséis del Gita. Hemos olvidado que «el hombre no vive sólo de pan» y hemos apartado nuestras caras de la Palabra de Dios. No buscamos ya las Escrituras porque no tenemos ni ojos para ver ni oídos para oír. No buscamos ya y nos quejamos amargamente de no encontrar. Porque si no pedimos, no podemos esperar recibir. Se requieren algo más que claves para comprender las Escrituras. Como San Agustín, nosotros debemos creer para que podamos comprender, y debemos comprender lo que creamos. Concluyamos con las palabras finales de Krishna en el Gita:

«Y quien lo escuche, lleno de fe y libre de malicia (mala voluntad), también será liberado y alcanzará los mundos felices de los rectos». Esperanzadoramente respondamos como Arjuna: «Mi ilusión está destruida, y por Tu Gracia, oh Dios, he recobrado mi presencia de espíritu. Me siento firme (confirmado) y mis dudas han desaparecido. CUMPLIRE TUS PALABRAS» .

 

Rama P. Coomaraswamy

 

 

 

 




Bhagavad Gita: Bhakti Yoga

«Entre todos los yoguis, aquel que me ama y me honra con su fe, con su interior absorto en mí, es considerado el mejor de todos los yoguis»

 

Bhakti quiere decir servicio pero también amor, lealtad, fidelidad de la misma manera que se puede dar entre padres e hijos, discípulos y maestros o entre personas donde exista una cierta adoración. Dentro de la religiosidad, bhakti hace referencia a la devoción, una relación amorosa con Dios que implica abandono y confianza. Pero lo divino puede tomar otras formas como Absoluto, Totalidad, Inteligencia creadora, Vacío, etc.

En la Gita, aunque Krishna describe y señala otras vías de trascendencia, el tema central es la entrega al Señor. El mismo Krishna en la Gita se presenta a Arjuna como amigo, maestro y también como Dios. Es el Ser en todos los seres, que vive en el corazón de todos y nuestra relación con él es como la de un amante.

Una manera de expresar este amor de Dios es que actúa en los momentos difíciles de la humanidad para restablecer el equilibrio perdido. Se manifiesta como avatar, en este sentido Krishna es un avatar, una encarnación de Vishnú, el protector. Su amor es infinito y expande su amor al igual que la luz del sol no discrimina entre buenos y malos.

Esta visión de un dios personal con el que se puede interactuar es el que le dió vuelos al hinduismo en su época. Atrás queda una visión de un dios inefable, absoluto, un dios abstracto e inmanifestado, lo importante es un dios que se ocupe de los asuntos de los humanos, de su realidad cotidiana, que esté presente.

Krishna arenga al devoto para que le dirija su amor, sus sacrificios, sus ofrendas. A través del mantra el devoto coloca en el centro de la meditación su devoción por Dios. Ve la presencia de lo divino en todo, todo le habla, todo le susurra el nombre de Dios. El devoto vive en el mundo pero como si estuviera en el reino de Dios. Éste es la fuente de la felicidad única. Los deseos mundanos son apartados. La vida se convierte en una celebración a través de rituales, cánticos, ofrendas, plegarias. La oración se convierte en un vínculo directo con lo divino en la confianza que ese dios personal puede responder, y responde a través de las señales especiales que encontramos en la vida.

La persona bhakti a través de su amor incondicionado disuelve las fronteras que marca el intelecto. Todo está en todo; Yo soy tú y tú eres yo; Todo es divino.

La Gita reconoce cuatro tipos de devotos: «entre los hombres virtuosos, hay cuatro tipos: el afligido, el que desea conseguir bienes materiales, el que busca el conocimiento y el que alcanzó el conocimiento». Gardini * asocia estos cuatro tipos a cuatro características de la naturaleza humana: la emotiva-afectiva, la práctica-dinámica, la intelectual-racional y la intuitiva mística. En un lenguaje más esotérico diríamos que están los cuatro elementos, agua, tierra, aire y fuego, y en boca de Jung diríamos que son las cuatro funciones psíquicas, sentimiento, percepción, pensamiento e intuición.

Los tres primeros tipos de devotos se servían de Dios para sus propios fines, el cuarto abandona su voluntad a una voluntad mayor. Por eso, «el mejor de todos, con su devoción total. Para él Yo soy el más amado y él es amado por mí».

¿Cómo es el camino de devoción? Krishna nos dice «viviendo en soledad, sobrio en la comida, controlando las palabras, el cuerpo y la mente, siempre absorto en meditación y en la concentración, anclado en el desapasionamiento; sin orgullo, violencia, arrogancia, deseo, ira, pasiones, ; abandonando la conciencia del «yo» y en paz consigo mismo. Con su espíritu sereno, no se aflige ni desea, igual para con todos los seres, aquiere la suprema devoción hacia mí». No es un camino fácil, hay que cultivar una fe inquebrantable, no dejarse engañar por lo ilusorio del mundo, renunciar a los frutos de las acciones. Es incompatible el apego a los bienes mundanos con el amor a Dios.

Es importante señalar los beneficios directos que tiene ese amor divino en el devoto. El amor purifica la vida, borra las tendencias de los hábitos pasados, nos da fuerza y renueva la vida. El amor aleja cualquier temor.

Pero es importante señalar que no basta con con uno sólo de los caminos. El amor necesitará también el conocimiento y la acción en el mundo. Probablemente si la Gita pone énfasis en el amor porque la vía del conocimiento es una vía elitista. Al pueblo lo que le mueve es el amor y esa relación amorosa está presente siempre entre los hijos y las personas que nos rodean. El amor es para todos mientras que el conocimiento es reservado a personas con una formación determinada. La Gita proclama que el Yoga perfecto es el del amor. Vivir es amar.

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier

 

 

 




Bhagavad Gita: Karma Yoga

«Yo te enseñaré lo que es la acción; sabiéndolo, te liberarás del mal» (4,16)

 

Aurobindo decía que un Yoga que me exija abandonar el mundo no está hecho para mí.

Aurobindo alude a un cierto peligro en la práctica del Yoga. Ejercicios, relajación, meditación podrían orientarnos hacia un excesiva interiorización y hacia una indeferencia acerca de los asuntos del mundo.

Incluso en los Vedas, segundo milenio a.C., se pedían a los dioses bienes materiales, prestigio, vida larga y descendencia numerosa. También en el Mahabarata los héroes eran rudos y llenos de vitalidad.

En las Upanishads ya hay un cambio a favor de la vida contemplativa y el conocimiento intuitivo. Aunque no hay que descuidar los deberes con los hijos y la sociedad. Se dice «practica la virtud y no descuides la prosperidad». Aunque se trata de una excepción.

La doctrina común es que las obras son inútiles para la unión con Brahman. Cada acción es una causa que ata cada vez más a la existencia. Hay que ir hacia el camino de la renuncia y del aislamiento de los ascetas para no ser «contagiados» y llegar más fácilmente a la liberación.

A veces la Gita sigue en esta línea cuando habla de «la esclavitud de las acciones» o del «mundo pasajero y sin alegría», además de «apagar los sentidos» y presenta a la tortuga como un modelo «que recoge sus miembros de todos lados». También alaba al asceta que ha abandonado por completo a la familia y que anda mendigando. Krishna dirá que el mundo es maya, ilusión, fruto de la ignorancia.

La Gita, cuando fue escrito, existía una querella entre partidarios exclusivos del conocimiento que preconizaban la inacción y los deseosos de conservar las acciones de las prácticas rituales. Ante esta ambigüedad en la Gita, Arjuna pregunta qué es mejor, la renuncia o la ejecución de las acciones. Y Krishna dice: las dos, ambas conducen a la salvación pero de las dos el Yoga de la acción es superior. Antes en ka Gita se había definido al Yoga, entre otras, como la habilidad en la acción.

«Ni por un sólo momento permanece alguien sin actuar. Los elementos de la materia (los gunas) condicionan a la personalidad humana y empujan incesantemente hacia el cambio. Las acciones son la manifestación de los talentos naurales que uno posee.

«El alma encarnada no puede abandonar completamente la acción». (18,11). Se dice también que «el sabio debe actuar por el bien de la humanidad». Quien procede hacia la perfección nace espontáneo el deseo de ser útil y hacerse responsable de la salvación del mundo. El egoísmo disminuye y la sensibilidad se afina. La luz del sabio debe ser la luz de todos. Recibe y debe dar. «Quien no vive para servir, no sirve para vivir». «Aun para ser guía de la humanidad debes actuar».

El mismo Buda se entregó al servicio de la humanidad. Dijo «mientras una sola alma solitaria no haya sido salvada, volveré a este mundo para salvarla». Cristo se entregó a una actividad a favor de los pobres y enfermos. Ghandi dijo: «si tú actúas injustamente y yo lo sé y me callo y te dejo hacer la injusticia, yo soy el injusto». «No creo que un individuo pueda crecer espiritualmente cuando quienes lo rodean están sufriendo». Vivir es compartir.

Se dice que el hombre tiene que comprometerse porque Dios está comprometido con el mundo y con la humanidad. Krishna dice «yo siempre actúo». Pero dice, «las acciones no me afectan ni estoy interesado en sus frutos. No se ama verdaderamente a Dios sin amar a los hombres.»Realizando las acciones, el hombre alcanza lo supremo» (3, 19). También Jesús dijo «Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo». El cristiano tiene el derecho y el deber de apasionarse por las cosas de la tierra; su obra se transforma en instrumento de Dios; es la prolongación viviente de la creación».

El deber (dharma) es el orden cósmico, la estructura íntima que determina lo que uno debe hacer, es su ley natural. Para cada ser humano existe un deber personal que no se opone al general, sino que se adapta a condiciones de tiempo, lugar y capacidades. Hay que sintonizar las acciones con la voz interior que aclara y recuerda las exigencias del deber. Por eso quien se aleja de su dharma se autodestruye.

«Es mejor cumplir el propio deber, aunque sea sin méritos, que el deber de otro aunque sea perfecto. Es peligroso» (3,35). Santa Teresa decía que la acción más pequeña, si va con amor, no tiene precio. La bondad es, esencialmente, perfección en la calidad.

La Gita señala tres categorías de personas que siguen un camino equivocado: los ignorantes (tamásicos) que se dejan llevar por los instintos, por la inercia, los pasionales (rajásicos) que buscan la satisfacción de sus deseos y que practican una falsa independencia; y los hipócritas que practican la no violencia externa pero están llenos de odio. ¿Cuál es la acción perfecta?

La acción perfecta es la ejecutada sin apego y sus deseo de los frutos. La ayuda de maestros y amigos puede ser útil y, a veces, indispensable, pero la inspiración más decisiva hay que recibirla desde la morada interior. Desde esa morada hay un llamado para dirigir la conducta humana. Se dice claramente que el fruto de tu acción no sea tu objetivo. Ghandi tituló a la Gita como «El evangelio de la acción desinteresada». Una acción que no esté condicionada por la atracción o la aversión, por el egoísmo o la codicia.

Un cristiano, Angel Silesio decía: «La rosa no tiene un porqué, florece por florecer, no cuida de sí, no pide ser mirada» . Ese actuar sin un porqué es propio de Dios. La vida debe convertirse en un juego, realizado por placer y con espontaneidad. También el desapego purifica la mente. Krhrisna dice que los motivos sean puros. Ofreciendo las acciones a Dios, se las hace volver a su origen.

Krishna anuncia esta paradoja: aquél que ve la inacción en la acción y la acción en la inacción, ése es un sabio entre los hombres. La acción del hombre y su eficacia consiste en una total disponibilidad a la influencia divina. *No nos olvidemos que el don, el duende, la gracia, el genio de un artisto no depende estrictamente de él sino de una cualidad que lo atraviesa.

Lo dice el mismo Tao Te Ching, el sabio actúa sin acción. «No hay nada que el no hacer no haga»

«El hombre debe cortar el árbol del egoismo (Ashwattha) con el hacha del desapego. «Levantate y lucha», destruye a este enemigo, el deseo, tan difícil de dominar.

En los aforismos de Patañjali se recomienda ir por etapas, paso a paso, es necesario elegir objetivos adaptados a las posibilidades del momento.

Cuando aparece el sacrificio es una vuelta consciente a nuestra fuente originaria.Sacrificar significa hacer que algo se vuelva sagrado.

En realidad el sabio dice «hágase tu voluntad»

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier

 

 

 




Bhagavad Gita: Jñana Yoga

«Con la espada del conocimiento, corta la duda que nace de la ignorancia y se ha deslizado en tu corazón» (4,42)

 

(Jñana, de jña= saber. Lo mismo que gnosis en griego. Es el conocimiento intuitivo, secreto más allá de la simple razón. Patanjali usa también el término prajña)

En contraposición a la excesiva importancia concedida a los ritos y a los sacrificios de animales, las Upanishads exaltan el conocimiento (Jñana) como único medio para liberar el alma.

Brahman, atman y mundo parecen tres cosas distintas pero no es así. El Absoluto es al mismo tiempo inmanente al mundo.

Conocer esta realidad es llegar a la salvación. Uno se transforma en lo que conoce.

Krishna distingue tres tipos de conocimiento relacionado con las gunas:

el tamásico que se apega a un sólo objeto de la acción como si fuese todo sin reocuparse por las causas, perdiendo la esencia verdadera de las cosas. Se absolutiza por ejemplo el dinero, el cuerpo, una posición social, etc. como si fueran ídolos.

El conocimiento rajásico uno percibe separadamente en todos los seres, diferentes entidades de diversas clases. Los seres aparecen divididos como fragmentos incoherentes sin vínculos que los unifique. Se funciona bajo el dominio de la atracción y la repulsión, sin equilibrio interior.

Con el conocimiento sáttvico se percibe la realidad inmutable presente en todos los seres, indivisa en ellos que se hallan divididos. Es la unidad en la diversidad. Esta visión unitario confiere equilibrio a la acción.

Krishna debe ser conocido como quien está en todas partes. Él es todo. Arjuna pudo contemplar al universo dividido en infinitas partes pero reunido en su cuerpo.

Jñana es la visión de todos los seres en su fuente originaria, donde ellos realmente existen.

«Cuando hayas alcanzado este conociemiento no caerás de nuevo en el error». «Aunque seas el más grande de los pecadores atravesarás el océano del mal en la balsa del conocimiento».

«Asi como el fuego reduce la leña a cenizas, así el fuego del conocimiento reduce a cenizas las acciones». No hay nada tan purificador como el conocimiento ya que destruye todas las ataduras.

Las acciones que nacen de una mente iluminada y de un corazón puro no producen más efectos negativos.

«De aquél que me ve en todas partes y que todo lo ve en mí, nunca me alejo, ni él se aleja de mí».

 

Es un conocimiento que no se alcanza fácilmente, se necesita un esfuerzo heroico y constante:

– liberación del orgullo y del engaño

– no violencia

– perdón

– rectitud

– sumisión al maestro

– pureza

– firmeza

– autodominio

– indiferencia frente a los objetos de los sentidos

– ausencia de vanidad

– percepción de los males inherentes al nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades.

– ausencia de apego y de afecto excesivo a los hijos, esposo/a, hogar

– mente equilibrada ante los acontecimientos buenos y malos

– firme devoción hacia mí, la divinidad por medio de una disciplina espiritual (Yoga)

– permanencia en lugares apartados

– aversión a la muchedumbre

 

En la base de todo está la liberación del egoísmo  que juzga y actúa a partir de un yo empírico, se siente autónomo y quiere construir una morada definitiva en este mundo, eligiendo lo que le gusta y rechazando lo que requiere sacrificio. Pero la experiencia enseña que el nacimiento es dolor, que están las enfermedades, la vejez, la muerte. Buda cuestionaba ¿lo que es pasajero, causa dolor y está sujeto al cambio, puede ser el yo último? Todo se esfuma, todo es un préstamo.

El ejemplo y la palabra de un maestro serán de preciosa ayuda, como también el retiro en lugares aislados. El silencio y el desierto son la patria de los grandes, permiten percibir las voces que nos llegan desde la profundidad del ser.

Así hablaba San Agustín a Dios: » Tú estabas en mí y yo estaba fuera de mí mismo. Y por afuera te buscaba, en medio de las bellezas que creaste. Tú estabas conmigo y yo no estaba en Ti; me mantenían alejado de Ti aquellas cosas que si en Ti no estuviesen, sin Ti no existirían. No obstante, Tú llamaste, gritaste, derrumbaste mi sordera; como centella resplandeciente, ahuyentanste mi ceguera. Derramaste tu fragancia;la inhalé en mi aliento y ahora suspiro por Ti».

Nadie elige el momento en el que nace a la vida espiritual. Aunque si estamos lejos no podremos entrar cuando la puerta se abra.

El Gita recomienda la disciplina del Yoga, la fe y la «dedicación», es decir, el esfuerzo constante, el compromiso decidido y el control de los sentidos.

El Jñana Yoga es la ciencia de las ciencias porque responde a las preguntas sobre el sentido de la vida, la muerte, el dolor y el más allá.

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier

 

 

 




Bhagavad Gita: lo demoniaco

Lo demoniaco

Los hombres demoníacos son hipócritas, arrogantes, orgullosos, coléricos, vulgares e ignorantes.

 

La ignorancia

Es la fuente de todos los impedimentos. Considerar eterno lo que es efímero y ver al Ser en el no ser.

La duda

Se dice que todo procede del azar y sólo en función del placer.

 

Materialismo

Al admitir sólo la percepción como medio de conocimiento.

Si no hay ninguna trascendencia entonces está justificado el placer por el placer.

 

Autonomía

Ponerse en lugar de Dios. Creerse autónomo.

 

Deseo

No se considera de por sí malo pues es la primera simiente de la consciencia. También es una señal de la nostalgia del infinito.

Es un de las tres puertas que llevan a la perdición junto con la ira que nace de la frustración de un deseo y la voluntad de venganza, la codicia que se presenta cuando aparecen condiciones favorables, y el miedo causado por la posible desaparición de los bienes deseados.

El deseo es insaciable y egoista. Y puede esclavizar al hombre. Apetitos ilimitados que nunca se pueden saciar. Lo que es insaciable sólo puede ser saciado por lo inagotable.

Krishna dice recuerda que puede ser llamado yogui sólo el que está libre de anhelos por los objetos del deseo.

 

Sentidos

Se dice en el Gita que el hombre no debe caer bajo sus dominios porque son sus enemigos. Van hacia lo que place y se alejan de lo que no gusta.

 

Objetos de los deseos

Dinero. Todo queda sacrificado por el logro de las ventajas personales.

Poder. Los bienes materiales facilitan la adquisición de poder.

La violencia está íntimamente ligada al poder como la ilegitimidad a la riqueza.

Lujuria. Los que están convencidos de que los goces sensuales son la única meta.

Riquezas, poder y placer son los tres ídolos de los hombres demoníacos. Dante habla de tres bestias que después de cada comida tienen más hambre, ungatopardo, un león y una loba.

La Biblia dice: todo loq ue hay en elmundo es concupiscencia de la carne, soberbia de los ojos y codicia de las riquezas.

De las equivocaciones sobre los objetos de los sentidos, surge el apego a ellos; el apego engendra el deseo y el deseo origina la ira. La ira alimenta el error., el error lleva a la pérdida de la memoria, la pérdida de la memoria arruina la razón, la ruina de la razón significa la completa destrucción. (2, 62-63)

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier

 

 




Bhagavad Gita: los Gunas

Los Gunas son esos elementos constitutivos de toda naturaleza, son la hebra o el hilo con el que está trenzada cada cosa y cada situación.

La bondad es sattva,la pasión rajas y la oscuridad como inercia es tamas. Para entender bien la liviandad en el movimiento es sattva, el movimiento es rajas y la pesadez es tamas.

La bondad nos ata con el lazo de la felicidad y el conocimento.

La pasión proviene del deseo y genera anhelos, el hombre se ata a la acción.

La oscuridad nacida de la ignorancia nos ata a la negligencia, la pereza y el sueño.

Desde el nacimiento todos estamos sujetos al error. El ser humano nace enfermo espiritualmente y en desequilibrio. ctua su karma individual pero también el colectivo. Cada individuo no es sólo el resultado de una herencia transpersonal, familiar, étnica, histórica, sino también por un desequilibrio cósmico «el deseo eterno de vivir». Es como el pecado original del cristianismo.

Los gunas reflejan ese desequilibrio. Son cuerdas que atan el alma inmutable al cuerpo. También lo sattvico es una dependenica, dependencia de la felicidad y del conocimiento. Aunque el hilo sea de oro igualmente impide el vuelo del alma.

Los medievales decían: el hombre piensa como los ángeles, siente y se mueve como los animales, vive como las plantas.

Aristóteles: el alma humana tiene tres principios, racional, sensitivo y vegetativo.

Gandhi usa una metáfora: el agua que en su estado líquito está en la tierra, se convierte en vapor por los rayos del sol y al fin se transforma en lluvia fecundante. Nosotros tenemos que purificarnos de manera que se destruya el ego para reintegrarnos en el infinito.

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier

 

 

 




Bhagavad Gita: el Atman

Coomaraswamy:

Krishna le dice a Arjuna que no es el mero vivir y morir del individuo lo que es importante, ya que en cada individuo hay un centro interior, el Atman (literalmente «aliento» o «espíritu») que puede ser «conocido».

La confusión viene porque nosotros usamos la palabra «alma» en una amplia variedad de sentidos. Así, Filón habla de «el Alma del alma», y Platón del «Hombre en el hombre». Guillermo de St. Thierry (contemporáneo de San Bernardo y su hijo espiritual) habla de la diferencia entre anima y animus (ambas traducidas libremente como alma) y se refiere al animus vel spiritus (alma o mejor espíritu) que es la imago Dei (la imagen de Dios) en nosotros. San Pablo habla de la Palabra de Dios que «penetra hasta la división del alma y del espíritu» (Hb 4,12) y nos dice que Dios es «el único que posee la inmortalidad» (1 Tm 6,16) y también habla «del Espíritu de Dios que habita en vosotros» (1 Cor. 3, l6). San Pablo es claro, como el hindú diría, al negarse a sí mismo, o su alma inferior, cuando dice «no vivo yo, sino Cristo quien vive en mí». Esto distingue a los dos yoes, el Yo interior (también llamado por varios autores nuestro «Hombre común», la interna «Razón verdadera», la Conciencia, Syneidesis, Synteresis, «Intelecto increado», y el «daimon» de Sócrates), y el yo exterior contingente que se refleja en nuestra herencia lingüística.

La postura cristiana bien podría expresarse con las palabras del Aitareya Aranmaka: «este yo se entrega a aquél Yo, y este Yo a aquél yo; ellos se funden». Esto es por lo que Bel Shem Tov, el fundador del movimiento Hasídico en el Judaísmo dijo que «no hay lugar para Dios en el que esté lleno de sí mismo»; esto es por lo que Platón dijo que «la causa de todos los pecados reside en el excesivo amor de las personas hacia sí mismas»; esto es por lo que Santa Teresa de Lisieux dijo que «sólo Jesús es, todo lo demás no es» y que «nuestra misión es olvidarnos de nosotros mismos, para aniquilarnos a nosotros mismos» (la cursiva es de ella);. esto es por lo que Santa Catalina de Siena dijo que «el amor de sí mismo… es el principio y el fundamento de todo mal». Finalmente, esto es por lo que San Euvardo dice que la vida espiritual «requiere que declaremos la guerra al ego humano, al amor de uno mismo». Es a la luz de estas palabras como las palabras de Krishna acerca de la persona «cuya mente es engañada por el egoísmo» tienen sentido. Nuevamente Krishna dice: «Que el hombre eleve su yo mediante el Atman y no lo destruya; pues en verdad, el Atman es el amigo del yo o su adversario. Para aquel en quien el Atman ha vencido al yo, el Atman es entonces su amigo, pero para aquel que es infiel al Atman, el Atman puede ser hostil, como un enemigo», o de nuevo: «Oh Gudakesha, Yo soy el Atman en el corazón de todos los seres». El hindú ve en el egoísmo, en el apego a su yo inferior, rehusando someterlo a su Yo superior, el mismo pecado cardinal que el cristiano ve en el orgullo. Orgullo y egoísmo no son sino dos aspectos de la declaración del diablo: «no serviré». Es de esperar que ya sea evidente por sí mismo (sic) para el lector que la Verdad es una, aunque sus expresiones sean muchas. Una veritas in variis resplendeat «una verdad en varias formas brilla a la vista» (San Nicolás de Cusa).

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier




Bhagavad Gita: El Dharma

Regresando entonces al Gita mismo, permítanme esbozarles su marco ambiental. El texto se abre en un campo de batalla, llamado el campo del Dharma. Arjuna es un guerrero y es el que pregunta a Krishna, su auriga que conduce su carro entre los dos ejércitos opuestos donde comienzan su debate. Arjuna da muchos argumentos para no combatir, e incidentalmente los expresa con frases religiosas, y termina por echar por tierra su arco y flechas, y con lágrimas abandona en su tentativa.

Ahora bien, nada de esto es, como pudiera parecer, accidental. Examinemos por turno cada parte de esta escena.

En primer lugar el campo de batalla, llamado Dharma. ¿Qué es el Dharma? El Dharma ha sido traducido diversamente como deber, «recta acción» o justicia. Platón define la justicia como «lo que todo hombre hace y tiene que hacer en concordancia con su propia naturaleza». La palabra griega y platónica de Justicia es dikaiosyne y aparece frecuentemente traducida en la Biblia por la palabra rectitud. Podemos suponer que los Apóstoles la usaron en su sentido platónico. «Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará después» (Mateo 6, 33). El campo de batalla de la vida es precisamente este campo de rectitud, que es por lo que Sto. Tomás de Aquino dice que «el trabajador (todos somos trabajadores) está inclinado en justicia a hacer su trabajo fielmente» (Summa I-II,67).Vemos así que el Dharma se emparenta con el concepto de vocación esa vocación por la que podemos perfeccionar nuestras almas. (Imaginar que podemos perfeccionar a otros o al mundo que nos rodea antes de perfeccionarnos a nosotros mismos es uno de los absurdos de la época moderna. Un cirujano difícilmente podría practicar sobre otros lo que no ha aprendido primero él mismo). Ahora bien la vocación tiene en cierto sentido dos niveles, siendo el primero el trabajo que nosotros estamos llamados a hacer, como por ejemplo ser sacerdote o cirujano (el hindú ve esto como un cumplimiento del deber de casta -y recordemos que entre los Judíos la casta sacerdotal era también hereditaria); el segundo consiste en realizar nuestras obligaciones para con Dios, o lo que puede ser llamado, entrar en el camino de la perfección de sí mismo. En realidad, los dos están íntimamente relacionados y sólo pueden separarse artificialmente. Por ejemplo, en el caso de un sacerdote, sólo siendo buen sacerdote puede llegar a ser santo, pero sólo tratando de ser santo puede llegar a ser un buen sacerdote. En una sociedad, donde todo oficio es un sacerdotium (cf. Hocart, Les Castes), donde las palabras de Cristo: «como el Señor haya llamado a cada uno, así se conduzca» se toman en serio, esto es específicamente verdad. En el Gita Krishna defiende con palabras inequívocas el sistema de castas y dice: «Más vale cumplir cada uno con su propio dharma, aunque sea de manera imperfecta, que cumplir el de otro, aunque sea a la perfección». Así es apropiado que comencemos nuestra búsqueda en el campo del Dharma, cumpliendo de una manera justa con esa vocación a la que estamos llamados, porque hablar de perfección fuera de nuestra vocación es un esfuerzo necio.

El simbolismo del campo de batalla va mucho más lejos. A pesar de la crítica prevaleciente sobre el amor y la paz (que ignora las verdaderas cosas que hacen el amor y la paz), debemos recordar que existe algo tal como la guerra justa en verdad la guerra justa y santa. Existe tal cosa como el mal en el mundo y lo que es opuesto. (Recordemos que Krishna llama a los enemigos de Arjuna «malintencionados» y «criminales» y a la guerra «legal»). No estoy sugiriendo que las guerras modernas, basadas como lo están en nuestras «codicias y avaricias». (San Pablo), en imperativos económicos, sean justas o santas. Sin embargo, el Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de guerras justas y santas, y David es un ejemplo del héroe que debería estar en todos nosotros. Ahora bien, si vamos a tener guerras justas, entonces deberíamos tener soldados justos y santos, y ellos a su vez, deberán no sólo luchar, sino luchar bien. Arjuna, el héroe del Gita es un guerrero, pero él es más que un guerrero, él representa a cada uno de nosotros. No sólo hay una pequeña porción de guerrero en cada uno de nosotros, sino que más aún, las palabras dirigidas por Krishna a Arjuna están dirigidas a todos y a cada uno de nosotros cuando nos encontramos abatidos y «confusos» en el campo de batalla.

 

¿Libertad o predestinación?

Todos heredamos un destino.

Krishna le dice a Arjuna: si piensas que no lucharás, tú decisión es inútil ya que tunaturaleza te obligará a luchar. Lo harás contra tu voluntad porque estás atado al deber. Por su poder mágico el Señor hace girar a todos los seres como si estuvieran en una rueda. Tú no eres más que un instrumeno

El hombre cree guiar y dirigir su vida pero parece ser irresistiblemente arrastrado por un destino prefijado.

El karma acumula nuestras acciones y queda en el cuerpo sutil después de la muerte y condiciona los nacimientos futuros.. Cada uno determina su propio destino y recoge los frutos.

Nuevo Testamento: «De acuerdo con el hombre interior me complazco en la ley de Dios,pero observo que hay en mism miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata a la ley delpecado que está en mis miembros. El deseo de hacer el bien está a mi alcance pero no el de realizarlo. Y así no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero. (romanos 7, 15-24)

Pero existe una esperanza: «aún el pecador más grande, si se vuelve hacia mí con devoción total, debe ser considerado un santo. (9,30)

El hombre ha recibido al nacer determinadas cartas: con ellas debe organizar y dirigir el juego de su vida.

Donde no se reconoce a una realidad última, se origina la manía egoista y de ella surge la automutilación. La negación del centro lleva a la desaparición de la circunferencia. Sin un punto firme, el péndulo no puede medir el tiempo. Sin raíces la planta no puede vivir.

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier




Bhagavad Gita: Alegoría

ARGUMENTO:

Se están enfrentando dos bandos guerreros a raíz de una injusticia. Se trata de primos: los cien hermanos Káuravas y los cinco hermanos Pándavas. Los primeros por instigación de su rey Duryodhana se han apropiado mediante un engaño (un juego fraudulento de dados) del reino de Hastinapura. Los otros, después de 12 años de destierro, fortalecidos por el apoyo de algunos aliados han regresado decididos a vengarse y a reclamar la soberanía. Duryodhana rehúsa devolver el reino.

Personajes:

Sanjaya (ministro y secretario) relata fielmente al anciano rey ciego Dhritirashtra (padre de los Káuravas y tío de los Pándavas) lo que sucede en el campo de batalla.

 

Dhiritarashtra

Rey de los kurus. Está ciego y apartado del campo de batalla. Es símbolo de la ignorancia que lleva a las injusticias sociales e individuales. Cuando Krishna se ofreció a otorgarle la vista se rehusó.

 

Arjuna

el guerrero más valiente de los Pándavas con su arco Gandiva, siempre le ha asegurado la victoria.

 

Krishna

es el rey de la tribu de los Yávadas y ha ofrecido a los dos bandos su colaboración. Proponiéndoles elegir entre su fuerte ejército (energía) o la asistencia de su sola persona (conciencia). Krishna es un conglomerado de leyendas, mitos y arquetipos. Nació en un cárcel en Mathura, norte de India. Fue salvado milagrosamente de una matanza de todos los niños de la zona, ordenada por el rey, su tío. Creció en medio de pastores haciéndose pastor, apacentado el ganado y tocando dulcemente la flauta. Las pastorcillas de la ciudad se enamoraron de él. Una de ellas Radha, fue su esposa. También se le identifica como luchador invencible de lobos, tigres, monstruos y demonios. Llegó a gobernar con sabiduría. Perseguido injustamente se retiró al bosque para meditar y confundido por cazadores murió. Ascendió al cielo.

Krishna se asienta en el carro, símbolo del cuerpo. Desde ahí dirige a los dos caballos, uno blanco y otro negro que representan las inclinaciones positivas y negativas del ser humano.

Krishna es el reflejo de la ley divina esculpida en el corazón de todos, es el llamado de la consciencia.

Krishna es el negro según la etimología más tradicional. El color negro es el que absorve y hace desaparecer todos los otros colores. Krishna es sin colores, sin cualidades que pudiesen limitarlo. Arjuna es “el Blanco” quien posee simultáneamente todos los colores, como el rayo de luz contiene el arco iris.

 

LA ALEGORÍA

Ghandi dice que no es un relato histórico. No es la descripción de una guerra entre primos sino entre nuestras dos naturalezas, el bien y el mal.

El campo de batalla donde se libra la guerra se llama el campo del deber (Kurukshetra), o de la justicia. Los desórdenes externos son el reflejo de un desequilibrio espiritual. Las guerras nacen en el alma de los seres humanos. Vivir ese luchar, es aceptar un desafío constante que proviene de la sociedad y del alma de cada individuo. Este es el precio que cada persona tiene que pagar por ser libre.

Los usurpadores son cien, en contra de los cinco Pándavas, pero la verdad triunfa como describe el Mahabharata.

Sanjaya significa el vencedor. El que logra dar un sentido a los acontecimientos y captar el mensaje divino. Es el testigo, quien hace entender y revelar el diálogo entre Krishna y Arjuna, entre el Señor y el hombre.

Hastinapura, la capital del reino usurpado es la ciudad del elefante, de la sabiduría. La guerra es por la conquista de la sabiduría.

El camino es arduo pero Arjuna no está sólo, la presencia de Krishna es garantía de éxito.`

Arjuna hace un alegato en contra de la guerra. Su punto de referencia es la preservación de la ley social y familiar. No lucharé. Mi ser está paralizado por el miedo. Cúal es mi deber. Krishna responde, no cedas a la cobardía. Perteneces a la casta de los guerreros. Debe tomar partido por los indefensos, en contra de cualquier injusticia. Huir o rendirse sería una deshonra. No hay mayor bien para un guerrero que una guerra justa.

La interpretación de Ghandi es conocida: se trata de una lucha espiritual que debe ser librada con toda valentía y decisión en contra de los enemigos representados por los Káuravas que intentan impedir el progreso del alma.

El Gita exhorta a prepararse para la guerra pero sin odios, en un estado de perfecta indiferencia considerando igual el ganar y el perder, la derrota o la victoria. El Gita permite la guerra sólo en determinadas circunstancias. “Si tú no luchas, traicionarás tu deber y habrás pecado”.

El mismo Ghandi escribe en sus comentarios al Gita: matar y ser matado en una guerra (justa) es mejor que ser cobarde.

La crisis de Arjuna: Hay que aceptar que debe caminar en la oscuridad. El héroe en todos los mitos, debe pasar por la noche, encontrar una puerta en un muro que carece de aberturas, subir al cielo por un pasaje que no se abre sino por un instante, etc. Es necesario pasar por una gran duda, crisis o muerte para llegar a la gran vida. Cuando uno ha aceptado la muerte física o psicológica puede mirar la vida con ojos nuevos.

Arjuna debe pasar de un punto de vista humano, centrado en el interés y en el amor humano a otro donde prima la voluntad divina, la ley eterna. Es pasar del ego al ser.Hay que transformar el pensar, el querer y el actuar. Arjuna tiene nacer de nuevo, el segundo nacimiento. Lo que es finito debe desaparecer para que aparezca lo infinito.

Ghandi: todo ser humano tiene, en un momento u otro, que sufrir un conflicto de deberes, un vuelco en el corazón. Se da una conversión.

El héroe debe comprender que la apertura hacia los valores superiores no exige la negación de las realidades mundanas. Krishna pide a Arjuna que renuncie a todo lo más precioso y más querido que tiene (como Dios pide a Abraham el sacrificio de su único hijo).

Coomaraswamy: El simbolismo del campo de batalla va mucho más lejos. A pesar de la crítica prevaleciente sobre el amor y la paz (que ignora las verdaderas cosas que hacen el amor y la paz), debemos recordar que existe algo tal como la guerra justa en verdad la guerra justa y santa. Existe tal cosa como el mal en el mundo y lo que es opuesto. (Recordemos que Krishna llama a los enemigos de Arjuna «malintencionados» y «criminales» y a la guerra «legal»). No estoy sugiriendo que las guerras modernas, basadas como lo están en nuestras «codicias y avaricias». (San Pablo), en imperativos económicos, sean justas o santas. Sin embargo, el Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de guerras justas y santas, y David es un ejemplo del héroe que debería estar en todos nosotros. Ahora bien, si vamos a tener guerras justas, entonces deberíamos tener soldados justos y santos, y ellos a su vez, deberán no sólo luchar, sino luchar bien. Arjuna, el héroe del Gita es un guerrero, pero él es más que un guerrero, él representa a cada uno de nosotros. No sólo hay una pequeña porción de guerrero en cada uno de nosotros, sino que más aún, las palabras dirigidas por Krishna a Arjuna están dirigidas a todos y a cada uno de nosotros cuando nos encontramos abatidos y «confusos» en el campo de batalla.

Se dice que el Profeta Mahoma, al regreso de la batalla dijo a sus seguidores: «Habéis luchado con éxito la pequeña jihad (guerrasanta); ahora debéis luchar la gran jihad, dentro de vosotros mismos». El simbolismo de la guerra, ya sea una lucha entre dos ejércitos opuestos, o entre dos gigantes, entre David y Goliat, o entre San Jorge y el Dragón ha sido siempre un símbolo de esa real lucha interior. Todos estamos destinados a ser caballeros de la tabla redonda y llamados a salir en busca del Santo Grial.

Para entender finalmente la escena, debemos examinar el carro que es un simbolismo común no únicamente para las tradiciones Hindú y Budista, sino que también se encuentra en Filón (Leyes, 898 d) y Platón (Fedro, 247 c). El carro representa el vehículo psicofísico en el cual según nuestro conocimiento de «quiénes somos» vivimos y nos movemos. Los caballos representan a los sentidos, las riendas su control. Si a los caballos se les consiente escaparse de la dirección de la mente, el vehículo se extraviará. Pero si los caballos son dominados y dirigidos por la mente según su conocimiento del Sí, el Atman, que en nuestra historia es Krishna, entonces y únicamente entonces puede ella continuar adelante su propio curso.

La vida del guerrero requiere entrenamiento y el soldado debe aprender tanto a manejar sus armas como a conducir sus caballos. Hemos venido a ser sin embargo una sociedad «blanda». No nos gusta el trabajo duro. Hemos olvidado cómo caminar en los caminos de nuestros padres y hemos construido para nosotros mismos una serie de ídolos de oro, tales como «progreso», «la perfección de la sociedad (sin Dios)», el éxito y la prosperidad económica. Hemos confundido el amor con la concupiscencia porque vemos nuestra autosatisfacción en la saciedad de nuestros deseos y la llamamos felicidad. Aquellos que deseen oír una descripción del hombre moderno, deben leer el capítulo dieciséis del Gita. Hemos olvidado que «el hombre no vive sólo de pan» y hemos apartado nuestras caras de la Palabra de Dios. No buscamos ya las Escrituras porque no tenemos ni ojos para ver ni oídos para oír. No buscamos ya y nos quejamos amargamente de no encontrar. Porque si no pedimos, no podemos esperar recibir. Se requieren algo más que claves para comprender las Escrituras. Como San Agustín, nosotros debemos creer para que podamos comprender, y debemos comprender lo que creamos. Concluyamos con las palabras finales de Krishna en el Gita:

«Y quien lo escuche, lleno de fe y libre de malicia (mala voluntad), también será liberado y alcanzará los mundos felices de los rectos». Esperanzadoramente respondamos como Arjuna: «Mi ilusión está destruida, y por Tu Gracia, oh Dios, he recobrado mi presencia de espíritu. Me siento firme (confirmado) y mis dudas han desaparecido. CUMPLIRE TUS PALABRAS» .

 

Extracto del Yoga en el Bhagavad Gita por Walter Gardini. Editorial Kier