A menudo nos preguntamos, ¿dónde están mis llaves? o ¿a quién dejé aquel libro que no encuentro?. Sin embargo, más allá de la urgencia de encontrar las llaves, la pregunta más profunda sería, ¿dónde estaba mi conciencia cuando dejé las llaves? ¿dónde las dejé?. ¿Dónde estamos cuando hacemos lo que hacemos? Probablemente en otro sitio. Y esa es la naturaleza del deseo, de nuestro cuerpo de deseos, estar donde apunta ese deseo y no tanto en el momento presente. Ahora, fregando los platos, aquí escuchándote, en el presente comiéndome una fruta. Y posiblemente no hay nada tan intenso cómo esto que se está dando ahora, pero nuestra insatisfacción cree que la intensidad está en otro sitio que, por cierto, no existe.
Un ejercicio que suelo hacer al inicio de los grupos de crecimiento personal es el de la presentación. Simplemente en parejas uno se presenta a otro. Ambos se dicen sus nombres, sus trabajos, los hijos que tienen, sus gustos, etc, Lo que no saben al inicio es que después en un grupo más grande, uno tiene que presentar al otro mientras su pareja debe mantener silencio. La evidencia nos dice que apenas hemos escuchado al otro. Le hemos colocado un hijo de más, cambiado el nombre y añadido alguna actividad inventada. No sabemos escuchar porque no estamos presentes. Nuestra cabeza gira a toda velocidad.
EJERCICIO
Yo os propondré que escojais un día reciente de la semana. Tenéis que describir hasta los más pequeños detalles lo que ocurrió desde que abristéis los ojos por la mañana. Cómo os habéis levantado, qué habéis hecho inmediatamente después, la higiene, el desayuno, cómo estaba vuestro humor, qué pensamientos estaban presentes. Algo así como si fuérais una cámara de cine que va describiendo minuto a minuto. El objetivo, además de la concentración que ello conlleva, es el de darse cuenta dónde aparecía la ausencia de atención, las rutinas que nos alejaban del presente. Es una especie de sacar a flote un estado de ánimo o una acción que ha quedado en la semiinconsciencia. Podemos profundizar si el compañero de ejercicio nos pregunta sobre los pequeños detalles que parece que se nos escapan.
SUGERENCIA
Una forma de acabar el día y entrar en meditación es la de REPASAR el día vivido para poder llevar la experiencia a una punto de ecuanimidad donde poder comprender la naturaleza de nuestros actos. Una vez hecho ese pequeño recorrido quedar en silencio.
Julián Peragón