La terapia del buen caminar

LA TERAPIA DEL BUEN CAMINAR

Caminar es el ejercicio más natural que puedes hacer con el cuerpo. Es al tiempo una acción biomecánica y una actitud; una manera de mover tu cuerpo y de moverte por la vida. Si caminas correctamente, utilizando todo tu cuerpo, te vitalizará y mejorará tu postura, sino la deformará.
La Terapia del Buen Caminar combina equilibrio en la postura, armonía en el movimiento y una actitud presente.

Caminas cada día y se supone que no tienes nada que aprender. Y es cierto, lo que ocurre es que las interferencias debidas a malos hábitos posturales y las cargas emocionales acumuladas se reflejan en tu manera de caminar haciendo que pierdes contacto con la postura, la amplitud y fluidez del movimiento. Recuperar el buen caminar es devolver la soltura al movimiento, reencontrando su frescura, naturalidad y el estado mental que esto genera. Para ello hará falta que vuelvas a poner conciencia en cómo caminas, es decir, cómo mueves tu cuerpo y qué actitud acompaña este movimiento. Entonces podrás empezar a desbloquear las rigideces, vicios adquiridos y reencontrarte con tu buen caminar para reincorporándolo en lo cotidiano.

Caminar puede ser mucho más que un ejercicio saludable: es un lugar de encuentro contigo mismo, sea en forma de caminar reflexivo, contemplativo o una meditación en movimiento. Desde la excelencia biomecánica los pensamientos se articulan de otra manera y te ofrecen una perspectiva mental más dinámica y aireada que puede contribuir a calmar tu mente.

Un buen caminar implica establecer una relación constructiva y vertebradora con la fuerza de gravedad.
Una gravedad que, si en vez de vivirla como un peso que te aplasta la experimentas como una amiga que te ayuda a encontrar el soporte del suelo, entonces se convertirá en un punto de apoyo para impulsarte hacia arriba y hacia delante.

Es a través del diálogo con la fuerza de gravedad que ha ido tomando forma tu cuerpo. Desde que naces estás en continua interacción con la fuerza de gravedad y en función de como te has relacionado con esta te resultará más o menos fácil ponerte de pie y moverte.

Ponerte de pie es mucho más que un acto mecánico, necesita de la confianza y del soporte emocional que estimule tu tono vital, el que desde bebés todos hemos necesitamos para ponernos en marcha y caminar por nuestro propio pie. Y esto es la suma de una postura y una actitud. Actitud es también una postura ante las dificultades: dejas que te hundan o las utilizas para crecer.

Tu caminar es armonioso cuando lo haces utilizando todo tu cuerpo.
En la excelencia biomecánica comprometes todas las cadenas musculares.
Las cadenas musculares son grupos de músculos que se asocian para realizar una función; sea para mantener una postura o para realizar un movimiento. La activación de estos grupos musculares está asociado a aspectos mecánicos, pero también comportamentales y emocionales*.

Un determinado comportamiento activa unos grupos musculares que se corresponden con el tipo de acción asociada al mismo. Si dicho comportamiento se realiza de manera reiterada hará que estos grupos musculares sean más activos y dominen sobre los otros, hasta el punto de moldear tu postura, e incluso de dejarte fijado en una determinada actitud postural.

Por ejemplo, hay un grupo de músculos en la zona posterior que se asocia cuando desplazas el eje hacia delante para impedir que te caigas. Esa postura de inclinarte hacia delante está asociada con una actitud tendente a la acción, emprendedora, de dirigirte hacia algo (un objetivo, un proyecto…). Cuando te pones a caminar desde esta actitud la parte superior del cuerpo va por delante de la inferior, por lo que para no caerte tendrás que dar rápidamente un paso hacia delante, e inmediatamente otro. Esto hace que tu movimiento se acelere: vas hacia tu objetivo, pero si no hay otro grupo muscular que regule este impulso puede que se convierta en un movimiento desenfrenado, actitud que en lo patológico puede representar la «huida hacia delante», o el funcionamiento obsesivo: caminas con la mirada fijada en un objetivo, pero perdiendo de vista todo lo que hay alrededor.

El caminar se articula alrededor del eje corporal y las cadenas musculares ayudan a mantenerte en equilibrio, a estar centrado. Así por ejemplo, mientras unas te sujetan para no caer hacia delante, otras impiden que caigas hacia atrás anclándote en el suelo. Pero si dominan las que te anclan, entonces te fijan, frenan y dificultan que te muevas hacia delante, hacia tus objetivos. Ese grupo muscular se transformará en una cadena que te dejara «encadenado»; en vez de funcionar de manera solidaria con las otras cadenas musculares, interferirá en la fluidez de tu movimiento.

La fluidez es que haya movimiento entre las diversas cadenas.
Si utilizas cada cadena en el momento que es necesaria y puedes relajarla cuando ya no lo es, esto te facilita la movilidad. No es una lucha entre cadenas, sino la complementariedad, la solidaridad y el uso de un antagonismo equilibrado lo que permite articular el movimiento con soltura. Es como caminar: el pie te impulsa y el talón te frena: si solo hay impulso tu caminar será acelerado, si solo es talón es como si fueses un coche que acelera con el freno de mano puesto. Es fácil de comprobar, no tienes más que caminar durante unos instantes sólo con la punta de los pies y después probar de hacerlo solo con los talones, y observar las partes del cuerpo que se activan, la actitud y la velocidad de cada forma de caminar.

Un caminar equilibrado combina el impulso que te proyecta hacia delante y el freno que impide que te embales; así te mantendrás en el eje, no perderás tu centro.

Lo armonioso sucede cuando puedes articular con fluidez y amplitud el movimiento alrededor de tu eje.
Estar en el eje es lo que te permite encontrar la mejor relación posible con la fuerza de gravedad y mantenerte derecho con el mínimo esfuerzo, conectando tierra-cielo y proyectándote hacia delante sin desequilibrarte.

Estar alineado y en tu eje tiene muchas implicaciones: es la verticalidad característica del homo sapiens, la alineación de los chackras, lo que permite la fluidez del movimiento pulsatil**. Pero también se asocia a una actitud equilibrada y centrada.

Una vez entras en el ritmo de un caminar fluido, la virtud de la repetición va dando forma a una postura equilibrada, armonizando el movimiento y propiciando un estado de mayor centramiento mental. Y es ahí donde el buen caminar te abre a un estar distinto, en el que el equilibrio entre dentro-fuera y arriba-abajo te acerca a una contemplación simultánea del estar hacia dentro (con tu naturaleza interna) y al tiempo hacia fuera (con el entorno, con los otros): estar hacia fuera al tiempo que conservas tu eje interno.

Caminar de esta manera, no solo se convierte en un ejercicio muy completo para el cuerpo, sino que puede ser una forma de meditación en movimiento.

Caminar utilizando los palos de Marcha Nórdica.
Si te preguntan con que parte del cuerpo caminas posiblemente lo primero que se te ocurra es que con las extremidades inferiores. Ya hemos visto que no es así, pero lo cierto es que al caminar solemos dar más prioridad a la parte inferior del cuerpo (si es que no fijamos también la pelvis) y a veces incluso se nos hinchan las manos. Por eso incorporar los palos para acompañar tu caminar puede ayudarte a tener mucho más presente la parte superior del cuerpo. En este sentido la Macha Nórdica es una técnica que bien practicada es un complemento que potencia el buen caminar, porque desarrolla el movimiento alrededor del eje*** , al tiempo que trabaja de manera equilibrada la parte superior e inferior del cuerpo.

La diferencia entre el uso del palo de Marcha Nórdica y el de senderismo es que el último lo utilizarás más para apoyarte, es decir para «protegerte» de la atracción de la fuerza de gravedad, mientras que con el de Marcha Nórdica trabajas a favor de la fuerza de gravedad ya que te servirá para propulsarte e impulsarte; a cada paso te estiras al tiempo que rotas alrededor del eje vertebral. Esto contribuye a mejorar la sensación integrada de todo tu cuerpo, la armonización del movimiento y el estado vital e interiorizado que propone el Buen Caminar.

Caminar es un diálogo entre tierra y cielo, una danza con la gravedad amiga, un constante perder y recobrar el equilibrio. Hay algo en el caminar que es esencialmente animal (primario), al tiempo que profundamente íntimo y espiritual. Y esa polaridad se hace más evidente cuando utilizas los palos, ya que caminas de cuatro patas al tiempo que permaneces erguido: te pone en contacto con el caminar integrado propio del animal cuadrúpedo, al tiempo que permaneces en la verticalidad que te caracteriza como humano.

Antoni Alcaide
Psicoterapeuta, Terapeuta Analítico-Corporal
terapiadelbuencaminar.blogspot.com

* Un aspecto ampliamente desarrollado por Gudelive Denys Struyf y Philippe Champignon en el método GDS.
** concepto desarrollado por Stanley Kelleman en su libro «anatomía Emocional» Ed. Desclè de Boubuar.

*** La Marcha Nórdica tiene varias variantes. Yo me refiero a la técnica ALFA 247, porque trabaja sobre el eje y con excelencia biomecánica.




Yoga con Pelota Anatómica

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En la práctica del Yoga, una de las cosas esenciales es un equilibrio entre sthira-sukha, esto es, entre la firmeza y el abandono, lo que marca una cualidad de sensibilidad y atención extraordinario y evita, de paso, el riesgo de lesión. Hacemos Yoga siempre desde una escucha profunda que nos permite percibir con claridad el límite, el nuestro, y poderlo acompañar amorosamente para que se vaya haciendo cada vez más silencioso.

A todo esto lo llamamos AUTORREGULACIÓN, una manera de hacer prudente y respetuosa con el propio cuerpo. Acercarnos a la postura progresivamente, por etapas, buscando la intensidad adecuada. A veces, haciendo una variante de la postura de referencia, otras aflojando la tensión de las piernas o los brazos, de la misma manera que el cocinero añade algo más de sal o de agua para encontrar el punto justo de sabor.

Esta autorregulación también la podemos hacer con elementos externos. Una silla puede facilitarnos mantener la vertical adecuada, una cinta, sujetarnos de los pies a los que no llegamos. La pared, por otro lado, puede permitirnos un abordaje a posturas invertidas con más seguridad; el cojín adoptar una posición más estable que permita ampliar la respiración con menos esfuerzo. Y así, con infinidad de elementos que podemos tener a nuestro alcance.

La pelota anatómica es un gran elementos que nos permite trabajar las posturas, muchas de ellas en descarga. Podernos abrazar a ella para relajarnos; dejarnos caer de espaldas para soltar la tensión posterior; rodar sobre ella para tonificar brazos y glúteos, un sinfín de posibilidades.

Utilizar diferentes elementos en la práctica de âsana no implica perder un ápice de la concentración, sensibilidad y presencia que aplicamos habitualmente. Un medio es sólo eso, un puente que nos facilita acercarnos a nuestro objetivo, sin caer en un exceso de tecnicismo ni en una banalización de la práctica. La técnica en su justa medida como cuando utilizamos una cuchara para comer la sopa, hasta el punto que la cuchara se vuelve invisible y sólo queda el sabor cálido y aromático en la boca.

Por Julián Peragón




Serie Regulación: elemento Bastón

Formato din 4




Serie regulación: Diálogo cadera-sacro




Regulación de segmentos: la pelvis y el sacro

Anteriormente estudiamos las caderas y la relación articular y biomecánica entre las piernas y los ilíacos. Podemos afirmar que los ilíacos forman parte de los miembros inferiores. Ahora vamos a estudiar el Sacro y su relación con la columna vertebral en general y en particular con las tres últimas vértebras lumbares y con los ilíacos.

El sacro forma parte de la columna vertebral y este hecho nos lleva a una imagen a integrar en nuestra conciencia y a desarrollar en la práctica de asana, y en especial en las personas con actitudes y gestos lordóticos lumbares y pélvicos que la columna vertebral finaliza o empieza según se mire en le coxis.

Está imaginen nos ayuda a tomar a vivenciar a lo que llamamos “dejar caer el sacro”, la cual tiene la ventaja de experimentar la transmisión armónica de fuerzas y pesos de la cabeza al suelo y del suelo a la cabeza.

Ya experimentamos en el masaje con pelotas en la pelvis como se liberaba el cuello.

 

EL ANILLO DE LA PELVIS

La pelvis es un “cinturón” sí, como el del pantalón. Es lo mismo para el cuerpo. Para sujetar los brazos al tronco tenemos la cintura escapular o «centro de movilidad», para sujetar las piernas tenemos la cintura abdominal o «centro de la estabilidad»

La primera la forman los dos omoplatos y las dos clavículas que se sujetan a la columna por músculos y fascias, lo que supone una ventaja para la amplitud que requieren sus movimientos.

La segunda la forman las dos alas ilíacas que encastran directamente al sacro, base de la columna vertebral, y forman un anillo óseo ya que en la pelvis van a converger las fuerzas gravitacionales del cuerpo : las fuerzas de lo alto llegarán a través del sacro y las de lo bajo a través de las alas ilíacas.

A sus sólidas osamentas se unen todas las grandes estructuras musculares que conciernen a las piernas, a los brazos y a lo alto del cuerpo.

Esta solidez es la base de su importancia ya que el equilibrio es un juego variado de fuerzas que se ejercen sobre ella. Las fuerzas de la “pesantez” atraen el cuerpo hacia la tierra y de la solidez de sus huesos, de su alineamiento y de sus poderoso sistema ligamentoso dependerá que resista. del sacro Pero no sólo somos un cúmulo de huesos también creamos equilibrio a partir de nuestro movimiento. Son estructuras que están permanentemente en «equilibrio dinámico».

Gracias al agua que alimenta sus raíces, los vegetales tienen su armonía vertical y su fuerza, así gracias a la presión de los líquidos, a las fuerzas tensiónales de las fascias, ligamentos y músculos profundos nos mantenemos en equilibrio y resistimos a las fuerzas de la pesadez.

La tensión es solicitada para mantener un grado de estabilidad en nuestra estructura y su ajuste a las fuerzas gravitacionales. Es así como los huesos son compañeros de los tejidos que los rodean.

La pelvis encontrará su verdadera fuerza si juega constantemente con este ajuste, y este ajuste se realizará sólo si permanece en relación tanto con el alto como con el bajo de nuestro cuerpo.

 

El equilibrio de la pelvis sólo puede ser dinámico.

Esto lo digo ya que hay tantos modos de trabajar en los que se oye decir “fija la pelvis”, “aprieta bien los glúteos y el vientre”, no es su tensión lo importante sino su relación con el resto del cuerpo. De ahí la necesidad de no “arquear” la curvatura natural, esta es necesaria y debe ser ligera ya que es así, pero si es exagerada nos llevará camino de un pinzamiento del disco en la parte posterior vertebral. Además a nivel del movimiento habrá una zona que se fijará y bloqueará la transmisión de las fuerzas entre lo alto y lo bajo del cuerpo. Lo contrario, nada de curvatura, nos conduce al mismo resultado, llevando la parte baja de la pelvis hacia adelante y en retroversión impidiendo la adaptación de la base de nuestro cuerpo a las solicitudes del movimiento.

En los dos casos los músculos utilizados son los fásicos que comprimen la columna e impiden a las cadenas musculares del autocrecimiento jugar su papel. Entonces necesitamos volver a encontrar la relación cabeza/pelvis a base de solicitar a los músculos de la postura o axiales.

• Para encontrar estos reflejos posturales deberemos jugar con la visualización de las líneas del movimientos, los ejes, que de alguna forma sintetizan los movimientos fisiológicos de las articulaciones, los músculos y otros tejidos implicados. La línea más global es la que está definida por el eje tierra/cielo. Dejamos caer el sacro hacia el suelo por oposición a la cabeza que se proyecta hacia el cielo, pero sin emplear el esfuerzo, ni la musculatura superficial para no comprimir la columna. Lo mismo que con la parte alta del cuerpo, ahora pondremos la pelvis en relación con la caja torácica, luego con las piernas.

 

DEJAR CAER ELSACRO O QUE EL PESO LLEGUE HASTA EL SUELO

Atraídos como estamos hacia el centro de la tierra, las fuerzas gravitacionales o de la pesadez nos dan el peso y nos sitúan en la vertical o eje de esa plomada que nos pone en la relación cielo/tierra. Si dejamos caer un cuerpo se orientará siempre hacia el suelo, sin gravedad el bajo podría ser el alto. Con gravedad es imposible confundir suelo y techo ya que inevitablemente estamos atraídos por la tierra. Al final hasta es práctico ya que el cuerpo se organiza alrededor de esta fuerza. Imaginaros abrir el grifo para coger agua y que ésta saliera en todas las direcciones.

Tenemos tanto habito del peso que ni nos damos cuenta. Un bebé lo aprende a través del movimiento y es una pena que de adultos se nos olvide o no siempre sabemos sacar partido de él. Ya que está ahí, aprovechémoslo.

 

EL SUELO NOS SOSTIENE Y ESTA VIVO

El suelo es una superficie sólida que le permite resistir a la fuerza que le llega y reflejarla ejerciendo una fuerza de reacción. El verdadero soporte o apoyo es, sin dudas, el suelo. La pelvis no es más que un transmisor del peso del cuerpo al suelo. La solidez nos llega del suelo.

El problema del sacro es saber dirigir bien el peso del cuerpo y las fuerzas que le llegan al suelo.

Las artes marciales nos han enseñado a como reflejar la fuerza del compañero al suelo, y el suelo, por su resistencia, nos da una gran fuerza.

Por lo tanto no olvidemos que el suelo es nuestro verdadero aliado, no sólo el más seguro sino que, además, es el más poderoso contra la gravedad.

Imagina el sacro colgando entre los dos ilíacos y sostenido por fuertes ligamentos que lo unen a los ilíacos y a las dos ultimas vértebras lumbares. Son precisamente estos ligamentos los que van a soportar y dar consistencia a la cintura pélvica y su función de amortiguación y transmisión de fuerzas.

 

Los movimientos de la pelvis

En su conjunto forman una sinergia funcional.

Los movimientos de las piernas:

En flexión arrastra a la cintura pélvica en retroversión.

En extensión arrastra a la cintura pélvica en anteversión

En los movimientos de la marcha cada pierna ejerce una fuerza inversa, en cada ilíaco, provocando una rotación y torsión de la pelvis.

Pelvis en anterioridad:

Los ilíacos ruedan sobre las cabezas femorales hacia delante. Esto provoca:

Tendencia a la rotación interna de las piernas

Tendencia a la híper extensión de rodillas

Horizontalización del sacro

Aumento de la lordosis lumbar

Pelvis en retroversión

Los ilíacos ruedan sobre las cabezas femorales hacia atrás . Esto provoca:

Tendencia a la rotación externa de las piernas

Tendencia a la flexión de las rodillas

Verticalización del sacro

Disminuye la lordosis lumbar

Pelvis en torsión

Un iliaco gira hacia delante y el otro gira hacia atrás. ( la dinámica del paso) Esto provoca:

Una torsión de la pelvis, donde su función es en “absorber” las torsiones opuestas que se dan en la dinámica.

A nivel de las lumbares provoca una proyección.

 

Los movimientos de la columna y su relación con la pelvis.

La flexión de la columna provoca una pelvis en anteversión. El sacro arrastra a los ilíacos en anteversión

La extensión de la columna provoca una pelvis en retroversión. El sacro arrastra a los ilíacos en retroversión.

Los movimientos de lateralización y rotación de la columna provocan torsiones en los ligamentos sacro iliacos que cumplen la función de amortiguamiento.

Tenemos que considerar como parte de la pelvis y del sistema de amortiguamiento y de las fuerzas a las vértebras L5 y L4 a través de los ligamentos iliolumbares.

 

En el trabajo de asana es muy importante reconocer y saber articular las 3 vértebras lumbares con el sacro, en los movimientos de la columna. Esto solo es posible con el control de la musculatura abdominal y en especial el segmento Infra umbilical.

El centro de gravedad se sitúa en L3 y la zona de “fuerza” en nuestro trabajo es toda la musculatura por debajo del ombligo, incluyendo la musculatura del perine. Es importante tomar control de esta zona y mantenerla “viva” en todas las asanas. Tener en cuenta que es el mejor medio para asegurar el no sobrecargar la zona lumbar.

Los movimientos de desarrollo de la columna vertebral de enrosque y desenrosque implica siempre el control de la musculatura abdominal. Es decir que en muchos movimientos la primera acción muscular será de los abdominales. Por ejemplo cuando estamos tumbados en el suelo en supino y quieres incorporarte para quedarte sentado, el movimiento primero es: empujar las lumbares contra el suelo; para que no produzcamos tensión en las articulaciones vertebrales evitando que la zona lumbar se arquee y la fuerza se realice desde la musculatura posterior. Esto también es aplicable a las torsiones del tronco.

Esta forma de trabajar nos mostrará la relación con el cuello ya que pone de manifiesto los acortamientos tanto de la musculatura paravertebral como la relación abdomen tórax.

Otro aspecto importante es que si los movimientos se coordinan con la respiración nos ayuda a usar los músculos abdominales como espiradores, que respecto a la respiración es su función.

Por otra parte en las posturas en el suelo cuando trabajamos con las piernas el sacro es el punto de referencia para que los acortamientos de las piernas no sean compensados por las lumbares. Mantendremos en sacro siempre apoyado en el suelo.

 

Víctor Morera

 

Bibliografía:

Cuadernos de fisiología articula. De I.A. Kapandji

Bases fisiologícas de la terapia manual y de la osteopatia. Marcel Bienfait

 

 

 

 

 




Regulación de segmentos: la nuca

Se dice que la distancia más larga de este universo es entre la cabeza y el corazón.

“En hebreo significa el anzuelo divino, y la nuca significa liberación.

El hombre de “nuca rígida” es aquel que no se deja tomar por lo divino, que rehúsa, por tanto, dejarse fluir hacia su origen, para ser curado, y en cual las lasa del pájaro no pueden desplegarse.

La lira de siete cuerdas que fue entregada por Apolo a Orfeo, simboliza perfectamente el don del Dios-Verbo desconocido que Se hacía conocer según siete odos vibratorios, que son todavía los siete cielos tradicionales simbolizados, a su vez, por nuestras siete vértebras cervicales. Sobre las siete vértebras cervicales se apoya la glándula tiroides.

Del griego turoides, “que tiene la forma de puerta” la tiroides parece ser la puerta del UNO al séptuple y la del retorno del séptuple al UNO. Curiosamente, esta glándula segrega el yodo (yo entiendo: el Yod, la esencia primordial)

Ella es llamada ”manzana de Adán”; es el pomo de la Espada, el Yod, el verbo. Anatómicamente, es la base de la lengua, símbolo del Logos, el Verbo. Fisiológicamente, posee acción directa sobre la función del crecimiento.

Siete cielos se abren del Hombre como otros tantos peldaños que deberá subir antes de la sublime unión. Estos siete cielos son descritos en la tradición hebraica con el nombre de los Palacios. El “Hombre de lo alto”.

Bolbos, en griego, significa “cebolla”; así como una cebolla enrolla alrededor de su cuerpo sucesivos vestidos, del mismo modo los siete cielos se enrollan alrededor de la Luz divina, cuya intensidad transmiten jerárquicamente, velándose hasta llegar a la “Puerta de los Dioses” “

Extracto del libro: El simbolismo del cuerpo humano

Annick de Souzenelle

 

La mirada hacia el interior,

los oídos escuchando el espacio,

oliendo la flor del corazón,

y saboreando este instante.

 

Esta podría ser la actitud ante la práctica, cuado nos centramos en la autorregulación de la nuca y cabeza.

Por la posición de nuestros órganos de los sentidos están dirigidos hacia todas las direcciones:

ojos, delante-atrás

oídos derecha-izquierda

nariz, arriba-abajo.

 

Cuando todos los sentido son orientados hacia el interior, -pratyahara- todas las direcciones apuntan al centro, expresado por lo que llamamos axialidad. Somos guiados por la “estrella de oriente” en nuestro cielo, dando sentido a la práctica, hacia un renacer en la noche fría, con humildad y sencillez, indiferentes a todo lo que no es esencial.

En el hata yoga, la cabeza necesita de pequeños ajustes alrededor de un centro, que tenemos que ir explorando en las diferentes posturas. Un centro que es fruto ante todo de la atención.

Anatómicamente estos ajustes de la cabeza sobre el cuello se hacen sobre las pequeñas superficies del occipital con el atlas (primera vértebra cervical).

En este sentido es recomendable llevar la atención a la nuca. Nuca viva.

La sensibilidad y el control de las primera vértebras cervicales son importantes para la armonía en el movimiento de enrosque y desenrosque del cuello en su totalidad. Ayuda a inhibir movimientos automáticos, como el adelantar la cabeza cuando se realiza el movimiento de flexión, o a hundirla cuado se realizan los movimientos de extensión.

Ya estudiamos en el primer seminario la relación de la cabeza con los pies. Y explicamos como la posición de la cabeza dependía de los apoyos de los pies y del estado funcional de los arcos plantares, y como desde los pies el cuerpo se estructura hasta llegar a la cabeza. Esto nos dice que los desequilibrios de la cabeza respecto al resto del cuerpo son secundarios y son consecuencia de desequilibrios de segmentos corporales inferiores.

Pero está también muy estudiado como desequilibrios en las estructuras de la cabeza y nuca son mecanismos de lesión o tensión primarios, y pueden crear una cascada de compensaciones en dirección hacia los pies. Estos desequilibrios se pueden dar por tensiones, traumatismos durante el embrazo y el parto. Siendo la zona más afectada la nuca.

Otros orígenes de desequilibrios son problemas oculares, de oídos y boca. Este último suele ser relevante con el desarrollo de la mandíbula y de la mordida. Hay toda una rama de investigación y praxis clínica que estudia la relación de las mandíbulas y la postura.

Ante lo mencionado nos sugiere la imagen de la cabeza como la de un globo que se eleva y que el resto del cuerpo esta colgando. Esto es en especial certero a nivel de la cintura escapular.

Esta imagen nos invita a explorar durante la práctica una gran riqueza de pequeños ajustes, con la finalidad de no crear tensiones en el cuello. Como nos pone sugiere Carlos en el titulo del capítulo: “una elegancia muy sutil.”

A mi me recuerda la belleza de los movimientos de los cisnes. Es una maravilla ver como se sostiene su cuello y con cuanta elegancia y precisión lo mueven.

Hay un ejercicio que se llama: “dar la cabeza.” Consiste en dejar que un compañero mueva despacio y con delicadeza tu cabeza en posición tumbada. En este sencillo ejercicio uno se da cuenta lo difícil que nos resulta relajar la cabeza y que la muevan.

El sedentarismo, el exceso de información visual, el exceso de seriedad, y de emociones mal digeridas, hace que seamos una cultura de cuellos rígidos, de cabezas adelantadas, de cabezas escondidas entre los hombros, de mandíbulas apretadas, de ceños fruncidos, de glotis cerradas….

Producto de todos estos gestos cada vez hay más personas con problemas de cervicales, de garganta, y de tiroides.

La tiroides desarrolla un papel importante en el crecimiento y desarrollo del cuerpo, pero una vez que el cuerpo, ha finalizado su crecimiento, el hombre ya maduro desarrolla su crecimiento espiritual, apuntando su cabeza hacia el cielo y expresando el Verbo.

En el quinto chakra dialogamos como hombres celestes con la tierra.

Trabajar con el cuello, nuca y cabeza es trabajar sobre todo con la actitud: una presencia relajada, una sonrisa, un saber-sabor estar.

 

Víctor Morera