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Mandalas: El laberinto de Theobald
Todos estamos en el laberinto del mundo que es un calco perfecto de ese otro laberinto que está en nuestra mente. Una situación nos lleva a otra de la misma manera que un pensamientonos lleva a otro. El tiovivo del mundo nos arrastra de una circunstancia a otra y nosotros identificados con ellas nos movemos como una hoja en el capricho del viento, tal vez, en nosotros, a golpe de destino.
Dentro del laberinto, arriba y abajo, izquierda y derecha, engulle nuestros esfuerzos como si estuviéramos en las entrañas de un monstruo. Intuimos que el peristaltismo de la bestia de nuestros condicionamientos se detendrá en el centro. En el centro nos aguarda la calma, desde esta centralidad el mundo se mueve mientras nosotros estamos en la serenidad de nuestro ser, desidentificados de la inestabilidad de la existencia. Para alcanzar el centro se requiere coraje, perseverancia y fe. Sólo la falta de doblez, la inocencia sabia y la evanescencia de la ilusión nos servirán como brújula y báculo entre las tinieblas que apareceran.
Sigue el laberinto sin desviarte un milímetro, evita las tentaciones que hay en sus recovecos, persevera paso a paso y establécete en el centro. Respira y ábrete al Ser que habita en tu centro, en el centro de tu corazón.
Por Julián Peragón
• Mandala tomado de «Energía y fuerza a través de los mandalas. Marion y Werner Küstenmacher. Ed. Obelisco»