Centro simbólico: Josep Rosich

 

Abbá Deb Bashmaia (ABUNA DI BISHEMAYA), asi es como empieza el Padre Nuestro en la lengua Aramea, lengua utilizada por el Maestro. Su traducción contiene diferentes significados, uno de ellos puede ser «Oh Fuente del Fulgor, danzando en y alrededor de todo lo que es”.

Así la Fuente que vemos quiere acercarse a este concepto, todo viene y todo es la Fuente. Ella es el Centro.

Simbolismo que nos ofrece el Olivo:

Los mitos en torno al olivo, tuvieron origen en aquella lejana época en que los hombres se fueron asentando y creando ciudades en torno al Mediterráneo.

Algunos ejemplos de estas relaciones mitológicas son:

Egipto:

Los egipcios atribuían a Isis, esposa de Osiris, dios supremo de su mitología, el haber transmitido a los hombres este árbol sacralizado, su forma de cultivo y la utilización de sus frutos.

Fenicios:

Tanto en la religión fenicia como en la cananea, los cultos a los dioses estaban dominados por las preocupaciones agrarias. Se les pedía protección para que concedieran a sus fieles, trigo, agua, aceite, vino y miel y había fiestas que correspondían al ciclo agrícola de la siembra en primavera, la cosecha en verano, la vendimia en otoño, y la recogida de la aceituna y prensado para la obtención del aceite en invierno. Había una historia legendaria, un mito, para cada lugar sagrado y para cada acto sacro.

Griegos:

Cuenta la leyenda que Atenea y Poseidón se disputaban la soberanía de la ciudad, y esta disputa fue llevada al tribunal de los dioses. Estos decidieron conceder la ciudad a quien produjera la mejor obra. De un golpe de tridente Poseidón hizo nacer de la roca un caballo. Atenea, con un golpe de lanza dado en el suelo, hizo brotar un olivo cubierto de frutos. Los dioses deliberaron en el Olimpo, y Atenea obtuvo la victoria.

Cécrope, fundador de Atenas, bajo los sabios consejos de Atenea hizo la primera poda del olivo: “Toma tu podadera, todo lo que le quites a la madera, se lo darás al fruto, pero hazlo con discreción…” Por gratitud a la diosa, la nueva ciudad implantada en una roca inexpugnable se llamó Atenas.

El olivo tiene, por todas las cualidades que reúne, una gran riqueza simbólica reconocida desde hace siglos.

Inmortalidad: porque vive, da fruto, y se renueva desde hace miles de años. En el Antiguo Testamento, los hijos felices del padre fecundo se comparan a los renuevos de olivo.

Paz y reconciliación: Noé lo llamó signo de la alianza entre la naturaleza y el hombre al ser el olivo el árbol que no pudrieron ni dañaron las aguas después del diluvio.

La paloma, con la ramita de olivo en el pico, ha quedado como símbolo imperecedero de este hecho.

En la Eneida, Virgilio también lo utiliza como símbolo de paz y acuerdo.

Cuando Jesús entró en Jerusalén, el pueblo judío salió a su paso con ramas de olivo, poniéndolas a sus pies.

Resurrección y esperanza: Después de que Jerjes incendiara la Acrópolis y su olivo sagrado, cuando los atenienses entraron de nuevo en la ciudad, no había más que un montón de ruinas, pero el olivo sagrado del templo de Erection había crecido un codo en la primera noche, imagen de la rapidez con la que el pueblo de Atenas, lleno de ímpetu, iba a renovarse lleno de esperanza.

Fuerza: es un árbol capaz de resistir las más duras condiciones de sequía y de pobreza del terreno.

La maza de Hércules era de madera de olivo y de ella salían raíces, que se convertían en árbol, cuando se clavaba en el suelo.

Sabiduría y virginidad: al tomar los atributos de la diosa Atenea.

Fertilidad: para los helenos, los descendientes de los dioses nacían bajo los olivos, por lo que las mujeres que querían engendrar, dormían bajo su sombra.

Victoria: Atenea le otorga este atributo al salir victoriosa de su lucha con Poseidón.

En las fiestas Panateneas, a los vencedores en los juegos, además de coronarlos con ramas de olivo, se les concedían toda la cosecha de aceite que se obtuviera en las plantaciones del Atica consagradas a Atenea

Encontraremos tambien simbologia en los petalos de rosa, en la circumferencia de la fuente, el cuadrado de los olivos, la vela, el agua…

 

El Padre nuestro en ARAMEO

Es de esta oración que derivó la versión actual del «Padre

Nuestro», la oración ecuménica de ISSA (Jesucristo).

Ella está escrita en arameo, en una piedra blanca de mármol, en

Jerusalén / Palestina, en el Monte de los Olivos, en la forma que

era invocada por el Maestro Jesús. El arameo era un idioma

originario de la Alta Mesopotamia (siglo VI ac), y la lengua usada

por los pueblos de la región.

Jesús siempre hablaba al pueblo en arameo.

La traducción del arameo al español, (sin la interferencia de la

Iglesia), nos muestra cuan bella, profunda y verdadera es esta

oración, acorde con el Maestro Jesús.

 

» Padre-Madre, respiración de la Vida,

¡ Fuente del sonido, Acción sin palabras, Creador del Cosmos !

Haz brillar tu luz dentro de nosotros, entre nosotros y fuera de

nosotros.

para que podamos hacerla útil.

Ayúdanos a seguir nuestro camino

Respirando tan sólo el sentimiento que emana de Ti.

Nuestro Yo, en el mismo paso, pueda estar con el Tuyo,

para que caminemos como Reyes y Reinas

con todas las otras criaturas.

Que tu deseo y el nuestro, sean uno sólo,

en toda la Luz, así como en todas las formas,

en toda existencia individual, así como en todas las

comunidades.

Haznos sentir el alma de la Tierra dentro de nosotros,

pues, de esta forma, sentiremos la Sabiduría que existe en todo.

No permitas que la superficialidad y la apariencia de las cosas

del mundo nos engañe, Y nos libere de todo aquello que impide nuestro crecimiento.

No nos dejes caer en el olvido

de que Tu eres el Poder y la Gloria del mundo,

la Canción que se renueva de tiempo en tiempo.

y que todo lo embellece.

Que Tu amor esté sólo donde crecen nuestras acciones.

¡¡¡ Que así sea !!!

El Padre Nuestro Arameo

Cortesia de Profesor Anauel

Abbá Deb bashmaia

jit cuaddás semác.

Teté malcutác.

Nehbe tzevianac aicanna deb bashmania afbarja.

Hab lán lahma desúncuanan iaomana.

Usheboc lán hobénan bacta hain

aicanna daf knan ahbócuan lehaj jabénan,

bela ta elínnan lenisjón ela patzan min bisha.

Metol dilakie malcuta bahaila batesh bucta leahlam almin, amein.

Abbá: La oración de Jesús

La oración que Jesús nos enseñó está en la raíz de nuestra espiritualidad. Reflexionando sobre el texto original aparecen muchos posibles significados. La traducción que utilizamos comúnmente es sólo una de entre muchas posibilidades. En arameo, cada palabra puede evocar toda una familia de imágenes y matices.

Nos damos cuenta de que el lenguaje es probablemente la clave para comprender la cultura; que el idioma refleja la manera en que la gente se relaciona con el mundo que la rodea. En cierto sentido, el lenguaje puede compararse a un cristal a través del cual vemos las cosas. Cuando aprendemos un nuevo idioma, comenzamos a ver la realidad en forma nueva.

El mismo Jesús vivió en una cultura muy diferente de la nuestra, y en cierta medida eso se ve en el lenguaje que hablaba: arameo, una lengua semita muy próxima tanto al árabe como al hebreo. A veces llamado también siríaco, el arameo todavía se habla actualmente en unos pocos lugares aislados de Irak y Siria, aunque gradualmente va desapareciendo. También se emplea como lenguaje litúrgico en varias Iglesias Ortodoxas y católicas de rito oriental.

En cierto sentido, al adentrarnos en la lengua aramea vemos a través del lente que Jesús mismo usaba para percibir la realidad. Como lengua de gente que trabajaba el campo, utiliza imágenes cercanas a la tierra y a todas las cosas que crecen. Es también un idioma que admite múltiples posibilidades simultáneas. Por estas razones, algunos han observado que es mucho más cercano a las lenguas aborígenes que a las de las culturas occidentales modernas. De hecho, pensar que Jesús era una persona nativa de Medio Oriente puede ayudarnos a entenderlo mejor.

Desgraciadamente, la mayoría de nosotros (me incluyo) no habla arameo; probablemente nunca lo oímos siquiera. Unas pocas palabras aparecen en nuestras traducciones del Nuevo Testamento: por ejemplo talitá kum en Mc 5,41 y maranata en 1ª Cor 16,22. Lo más importante, sin embargo, es que las iglesias orientales han preservado textos arameos con palabras de Jesús.

Aunque los doctores en Sagrada Escritura sostienen generalmente que el NT fue escrito primeramente en griego, hay buenas razones para creer que el texto arameo conocido como el Peshitta podría reflejar más exactamente las palabras que hablaba el mismo Jesús. Esto es especialmente cierto en el caso de la oración que llamamos el Padrenuestro, la cual sin duda fue rezada regularmente por los cristianos de habla aramea y preservada cuidadosamente en la tradición oral hasta el tiempo en que apareció el texto escrito.

Las siguientes reflexiones sobre cada frase de la oración aramea nos abre nuevas dimensiones de su significado.

Abbá deb bashmaia

Padre nuestro que estás en el cielo

Oh Fuente del Fulgor, danzando en y alrededor de todo lo que es

Oh Aliento Creador, que fluyes a través de toda forma

Las primeras palabras de la oración de Jesús toman la imagen de la creación, del dar nacimiento al universo. Abbá de hecho puede traducirse como Padre, pero igualmente puede ser interpretado como Creador (tanto en sentido físico como espiritual). A otro nivel, presenta la imagen del aliento divino (o espíritu) fluyendo de la unidad, creando toda la diversidad de formas.

Deb bashmaia conjura las imágenes de la luz, el sonido y las ondas expandiéndose e impregnándolo todo. En esencia, entonces, el Cielo es concebido no tanto como un lugar sino como una dimensión de la realidad que está presente en todas partes.

Algunas interpretaciones posibles de la frase completa podrían ser:

«Oh Fuente del Fulgor, danzando en y alrededor de todo lo que es», y

«Oh Aliento Creador, que fluyes a través de toda forma».

De nuevo, éstos son solamente ejemplos de las muchas posibilidades que existen simultáneamente en el texto original (incluyendo la traducción que rezamos normalmente). Aún así, ellas nos desafían a estar abiertos a nuevas maneras de concebir a Dios y al Cielo.

jit cuaddás semác

santificado sea tu Nombre

ablanda la base de nuestro ser, y santifica un espacio para implantar tu Presencia

libéranos de toda limitación, para que la corriente de tu Vida pueda moverse en nosotros sin estorbos

Nos presenta la imagen de alguien inclinándose para despejar un espacio donde lo sagrado pueda habitar. Semác proviene de la misma raíz que la palabra aramea para Cielo; significa tanto el nombre como la manifestación concreta de la energía creadora. La frase entera podría ser:

«Ablanda la base de nuestro ser, y santifica un espacio para implantar tu Presencia», o

«Libéranos de toda limitación, para que la corriente de tu Vida pueda moverse en nosotros sin estorbos».

Aquí somos invitados a dejar todo lo que impide a Dios entrar en nuestra vida, a barrer y limpiar la morada de nuestro corazón. En esta imagen resuena fuertemente el desalojo simbólico del Templo que hace Jesús. ¿En qué medida tenemos un mercado en nuestro interior? ¿Qué ocupa el espacio donde Dios desea habitar dentro nuestro?

teté malcutác

que venga tu Reino

llénanos con tu creatividad, para que podamos ser fortalecidos para compartir el fruto de tu visión

en nuestras profundidades, esparce tu semilla con su poder reverdecedor, para que podamos ser parteras de tu Reino

Hacer lugar a lo sagrado nos prepara para el paso siguiente: malcutác es una palabra muy rica, central al mensaje de Jesús. Aunque normalmente se traduce como Reino, sus raíces son realmente femeninas. Conlleva la idea de principios guía, de aquello que nos fortalece para avanzar enfrentando toda dificultad, y de un potencial creativo listo para hacerse realidad.

Para mí evoca la imagen de la frágil hoja de pasto que lentamente separa el más duro concreto. Teté implica una cierta urgencia en la venida, o una visión esperando ser cumplida. La imagen es la de una cámara nupcial, un lugar de nuevos comienzos.

La frase podría ser interpretada, entonces, como

«Llénanos con tu creatividad, para que podamos ser fortalecidos para compartir el fruto de tu visión», o

«En nuestras profundidades, esparce tu semilla con su poder reverdecedor, para que podamos ser parteras de tu Reino».

Esta parte de la oración nos llama a caminar por la vida con una dignidad de reyes, listos para enfrentar las dificultades con creatividad y esperanza.

Nehbe tzevianac aicanna deb bashmaia afbarja

Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo

Que cada una de nuestras acciones dé fruto de acuerdo con tu deseo

moviéndonos al latido de tu propósito, haznos la encarnación de tu compasión

Puede considerarse el corazón de la oración de Jesús. La voluntad mencionada connota un profundo deseo, causante de que todo el propio ser se mueva hacia una meta con la certeza de que el esfuerzo dará fruto. Arja (tierra) lleva un fuerte sentimiento de solidez y soporte; es algo totalmente materializado. Aquí, pues, oramos para que la sensación de que «yo puedo» expresada en la línea anterior se ponga completamente en acción.

La frase entera podría ser:

«Que cada una de nuestras acciones dé fruto de acuerdo con tu deseo», o «moviéndonos al latido de tu propósito, haznos la encarnación de tu compasión».

En esencia, oramos para que todo lo que hagamos sea un acto de cocreación con Dios.

Hab lán lachma desúncuanan iaomana

Danos hoy nuestro pan de cada día

Dótanos con la sabiduría para producir y compartir lo que cada uno necesita para crecer y florecer

Con pasión y alma, déjanos generar desde dentro aquello que se necesita para sostener la vida en este día

No solamente pide el pan en sentido material, sino también pide todo lo que necesitamos para crecer verdaderamente.

En arameo, la palabra lachma (pan) se relaciona directamente con la palabra hochma (sabiduría). Pedimos que sea dado, pero también que sea traído afuera de lo más profundo de nuestro propio ser. En suma, oramos: «Dótanos con la sabiduría para producir y compartir lo que cada uno necesita para crecer y florecer», o

«Con pasión y alma, déjanos generar desde dentro aquello que se necesita para sostener la vida en este día».

Usheboc lán hobénan bacta hain aicanna daf knan shbócuan lehaj jabénan

Y perdónanos nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Desata los enredados hilos del destino que nos atan, así como nosotros liberamos a otros del enredo de errores pasados

Vacíanos de esperanzas y deseos frustrados, así como restauramos en los demás una visión renovada

Incluye la idea de desatar los nudos de errores pasados. Perdonar es volver las cosas a su estado de libertad original. Esto es algo bien descrito en el Antiguo Testamento, en términos del año de jubileo cuando todo era devuelto a sus dueños originales.

En esta línea somos llamados a dejar ir todo lo que nos retiene de cumplir el deseo de Dios: nuestras fallas, nuestra desesperación, nuestras frustraciones. Una buena traducción podría ser:

«Desata los enredados hilos del destino que nos atan, así como nosotros liberamos a otros del enredo de errores pasados», o

«Vacíanos de esperanzas y deseos frustrados, así como restauramos en los demás una visión renovada».

Ciertamente esta parte de la oración también nos llama a perdonar las deudas en sentido económico. Como misionero, sin embargo, me gusta especialmente la idea de dejar ir las frustraciones y recuperar la visión. En un mundo donde los cambios a veces parecen imposibles, somos desafiados a renovar constantemente nuestra esperanza y a animar a aquellos que han caído en la desesperación.

bela ta elínnan lenisjón, ela patzan min bisha

y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal

No nos dejes ser cautivos de la incertidumbre, ni quedar pegados a persecuciones estériles

No nos dejes ser seducidos por aquello que nos apartaría de nuestro verdadero propósito, mas ilumina las oportunidades del momento presente

Con estas palabras rezamos que no nos dejemos distraer del verdadero propósito de nuestra vida por aquello que es esencialmente trivial; pedimos que no seamos seducidos por la superficialidad y el materialismo.

En arameo, bisha (mal) se concibe en términos de una acción que es inmadura, de un fruto ya sea prematuro o corrompido. Esto nos llama a ser sensibles al momento presente, a realizar la acción correcta en el momento apropiado. Por eso oramos:

«No nos dejes ser cautivos de la incertidumbre, ni quedar pegados a persecuciones estériles», o

«No nos dejes ser seducidos por aquello que nos apartaría de nuestro verdadero propósito, mas ilumina las oportunidades del momento presente».

Metol dilakie malcuta bahaila batesh bucta leahlam almin, amein

Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria ahora y por siempre, amén

Porque Tú eres la base de la visión fecunda, la fuerza que hace nacer, y la plenitud, donde todo es reunido y hecho pleno nuevamente

Esta línea final recapitula la oración completa. La palabra haila (poder) es la energía que da y mantiene toda vida. Tesh bucta (gloria) evoca la imagen de las cosas devueltas a un estado de armonía y equilibrio. La frase podría traducirse como:

«Porque Tú eres la base de la visión fecunda, la fuerza que hace nacer, y la plenitud, donde todo es reunido y hecho pleno nuevamente».

Conclusión

Meditar la versión aramea de la oración de Jesús puede ser muy desafiante, precisamente porque nos llama a reexaminar y repensar nuestra espiritualidad. Las imágenes evocadas nos llaman a una vida de oración muy concreta.

También nos tocan a un nivel profundo, estimulándonos a vivir más simplemente, más auténticamente, y más justamente. Sin embargo la oración también reconoce que la conversión es un proceso continuo, algo a lo que debe uno dedicarse diariamente.

Profesor Anauel

http://www.kabalistica.com