Recetas de amor: Hambre de piel

Hambre de piel
Si cree que se podría comer una piel inmensa, bronceada y turgente, con millones de poros que exhalan voluptuosidad utilice su imaginación en la relación sexual y conviértase en un ser diminuto para poder correr a lo largo de la espalda infinita de su pareja, y resbalar entre sus senos, escalar a lo largo de sus cabellos y después de la lucha con su lengua, reposar acurrucado en el nido de sus genitales.

Lenguaje
Ella pasará repetidas veces al baño en medio de la gente y dejará caer sobre usted su fugaz mirada (estoy aquí, ¿me ves? querrá decir). Usted tendrá que encontrar el momento adecuado para abordarla, sonriendo, con la cabeza ladeada, las manos relajadas y diciendo algo intrascendente (no soy peligroso, estará diciendo). Ella posiblemente llevará sus manos a su melena larga y recogiéndola en un moño, mientras enseña su cuello la dejará caer (soy vulnerable y apetitosa), por supuesto, usted tendrá que tener una actitud juguetona y ser dicharachero (tiene recursos, es sociable). Uno de los dos encenderá un cigarrillo o se morderá los labios, o mirará fijamente… A quién le importa que la música esté tan alta.

Protobesos
En la fiesta más concurrida elija al hombre más atractivo, cuando la ocasión se preste, dígale al oído que es antropóloga. No le diga que la antropología es el estudio del ser humano y sus circunstancias ni que, lo que pretende de verdad, es hacer un viaje a «lo otro» para comprender «lo propio». Dígale solamente que está haciendo un estudio de campo de las concurrencias entre la vida del hombre y la vida del mono. Enséñele cómo se tocan los chimpancés, cómo se hurgan buscando piojos saltarines en la cabeza. Muéstrele la dentadura en señal de amistad y todo el jolgorio gutural que los caracteriza. Pero sobre todo enséñele cómo ellos se dan unos protobesos muy monos y sugerentes.

Niágara
Descuelgue el teléfono y caldee el cuarto de baño. Túmbese en la bañera y regule el chorro de agua caliente a su gusto. Que caiga desde la altura y que encuentre todo abierto a su paso. Deje que la presión del agua lo haga todo, que el chorro se convierta en cascada y hasta en catarata. Que las neblinas del baño sean tropicales y sus gemidos de placer se confundan con los de la misma selva vírgen.

La Gruta
Si te encuentras ante el Cuarto Misterioso en el Valle Sombreado; si estás frente la Puerta de Jade ante la Perla; o en la Gruta del Placer con el Loto; o bien ves la Grieta Dorada, el Hongo Púrpura, el Crisol, el Diamante Negro. Si reconoces la Flor violácea, la Anémona, la Copa de Miel, la Concha y la Lira, entonces, no dudes, guarda reverencia pues es la entrada al Altar Sagrado.

Anahata
En el corazón de cada amante hay un loto azul de doce pétalos. Los que al amar consiguieron atravesarlo se fundieron en los lagos, juguetearon con las nubes que pasaban, se acomodaron en los perfiles lejanos. Una brisa los descubrió entre el follaje, varias estrellas los siguieron imantadas, bastó un soplo al oído para devolverlos al pecho más cercano.

Préstamo
Si su pareja le deja no se aflija más de la cuenta. El banco de la inmensidad del universo retira a veces sus préstamos para invertirlos en mayores potencialidades. No se queje ni se victimice, agradezca lo que tuvo y cuente sus intereses. Hay una gran inversión por delante.

Díselo, ¡hombre!
Es evidente que la quieres, que ella también te quiere, aún más, que se muere por tí. Pero no lo sabes, tu inseguridad te mata, hombre. Eso sí, crees que ella sabe que tu la quieres pero desconfía y por eso se muestra reservada. Tú no sabes que ella sabe que tú de verdad no sabes que ella no se muestra reservada sino expectante y espera una muestra clara de tu amor. Tú, es cierto, no quieres invadirla, ni que te confunda con gestos fáciles o que quieras comprar su amor; te imaginas que ella considera que un hombre debe ser fuerte, dueño de sí mismo… y … y …¿a qué esperas, hombre?, díselo ya.

San Valentín
Cuando llegue el día señalado no le compre un nomeolvides ni una cartera de piel, no acuda al recurso de los bombones ni a las tan manidas florecillas. En el día de los enamorados regálele vida.

Cuando haya aceptado la venda en los ojos acaricie sus oídos con sonidos tiernos, busque sabores exóticos o agridulces, regálele olores voluptuosos o afrodisiacos, investigue con las sensaciones cambiantes en las zonas más sensibles de su piel desnuda.

Solución
Cuando la lujuria le lleve a un apetito desmedido o cuando la necesidad de poder y conquista le haga humillar a cualquiera, aplíquese la siguiente solución: unos gramos de contención voluntariosa, tres onzas de ternura, una arroba de escucha respetuosa que antecede al amor, diez libras de esa debilidad de chico tempranamente robada, mucha cabeza y toneladas de sabia inocencia. No olvide aplicar allí donde la coraza es más dura.

Julián Peragón