Tarot: XV El Diablo
Las fuerzas instintivas condenas en el hombre
civilizado son mucho más destructivas
y por lo tanto más peligrosas que los instintos
del hombre primitivo, quien en modesto grado vive
constantemente los instintos negativos.
En consecuencia, ninguna guerra del pasado histórico
puede competir con una guerra de las naciones
civilizadas en su colosal escalada de horrores.
Jung.
» olvidamos siempre que nuestra consciencia
es tan sólo una superficie, nuestra conmsciencia
es el anteproyecto de nuestra existencia psicológica.
Nuestra cabeza es solamente el final, detrás de
nuestra consciencia hay una larga «cola» de dudas,
debilidades y complejos, prejuicios y herencias y,
nosotros consideramos siempre nuestras decisiones
sin contar con ellas».
Jung.
· Con la Templanza uno ha conectado con si mismo, ha conectado con esas corrientes subterráneas que nos nutren. Uno es más amplio que el ego pues conoce su propia psicología.
· Pero sólo se ha tomado contacto, todavía no se ha enfrentado todo ese interior. El Diablo es la prueba de que todo el sistema anterior está sólido.
· El Diablo, mitad hombre, mitad bestia, es otro ángel pero hace de aduanero. Es el que está a la entrada del tercer movimiento. Como la Justicia hacía de puerta al segundo movimiento, el Diablo nos pregunta ¿Cuánto equipaje llevas?. Ambos nos miran de frente. Ambos llevan una espada, una a la derecha cuestionando la lógica del ego, otro a la izquierda cuestionando nuestras dependencias más profundas.
· A partir del Diablo, de este tercer movimiento las figuras van desnudas, porque en este plano espiritual las máscaras van cayendo, uno se encuentra con su desnudez.
· Si el Diablo está a la entrada de lo espiritual es, tal vez, porque Dios y el Diablo se dan de la mano. No olvidemos que no hay luz sin sombra. Los cuernos de oro del Diablo son símbolos del fuego divino, de su relación con Dios. Los cuernos son siempre símbolo de nueva vida y de regeneración espiritual.
· El Diablo representa nuestra sombra, aquello de lo que no somos conscientes. Diríamos que es el punto ciego de nuestra psicología. Simbólicamente el Diablo se representa con una estrella de 5 puntas al revés del símbolo del Hombre cuya punta está hacia arriba. Es un ángel caído.
· Fue el Diablo quien nos hizo probar el fruto del árbol del bien y del mal. Quien nos hizo salir del Paraíso del orden natural. Esta inducción al conocimiento es una puerta a la libertad. Sin conocer el Mal no sabríamos qué elegir, seguiríamos en la inocencia del niño, en la beatitud del paraíso. Mientras estemos plegados al código moral no somos libres. A través del Diablo podemos hacer este cuestionamiento y coger nuestra responsabilidad.
· Es precisamente cuando no queremos ver nuestra sombra, cuando no queremos darnos la vuelta y ver nuestras proyecciones cuando actúa de veras el Diablo. Esa bestialidad propia de Satanás proviene del desconocimiento de nuestras motivaciones más inconscientes. El Diablo se alimenta de nuestra ignorancia y de nuestra inconsciencia.
· El Diablo es esa fuerza terrible que intenta permanecer escondida, que teme ser descubierta. Esa pareja que está atada al yunque del Diablo tienen caras de buenas personas, caras de ser civilizados, de pagar sus impuestos, de hacer actos nobles. Pero no se han dado cuenta que detrás de ellos, en su espalda hay una cola de diablillo y tienen orejas de asnos y cuernos diabólicos. Es la máscara de la hipocresía.
· Cuando uno teme su interioridad vive reprimiendo sus instintos y acusando a sus congéneres. Si uno teme su propia homosexualidad entonces se vuelve homófobo.
· Pero el Diablo no es terrible lo terrible es nuestra relación con él. De hecho Lucifer significa el portador de la luz. Lo que lo vuelve monstruoso es nuestro miedo a ese interior que es amoral. Es ese miedo a ser completo lo que nos recuerda el Diablo.
· El mal nos sirve para llegar a ser responsables de nuestros actos. Se trata de no actuar por el castigo divino sino por la claridad de nuestra responsabilidad.
· El Diablo representa lo amoral porque muestra la parte informe, ambigua de ese interior. Está más cercano al caos (aunque este caos pueda ser creativo), a la noche. Y de hecho es un ser andrógino mitad hombre, mitad mujer como nos representa el arcano. Porque, tal vez, la polarización hacia ese ser hombre, o ese ser mujer son roles sociales que temen la ambigüedad. Dentro de nosotros está lo femenino y lo masculino. Se trata de ir más allá de lo establecido, de lo cultural, de los patrones aprendidos, de los modelos introyectados, y ser.
· Esos diablillos están atados al yunque como símbolo de sus dependencias no reconocidas. Pero el lazo es suficientemente ancho como para deshacer lo el mero gesto de la voluntad y de la consciencia. Somos nosotros los que mantenemos nuestras dependencias, no es el Diablo.
· No es posible ninguna trascendencia si no enfrentamos lo que hay detrás de nuestra fachada. La sombra, el Diablo, nos invade, nos vampiriza cuando nuestros actos son compulsivos. Estar poseído es precisamente esa dificultad de actuar desde nuestra consciencia. Estamos poseídos por nuestra necesidad e poder, o reconocimiento, o placer. Cuando las pasiones no son reconocidas nos tienen a nosotros. Y aquí, desde esta sombra aparece la manipulación. Hacemos una cosa pero queremos lograr otra, Mostramos nuestra cara bonita poruqe queremos conseguir algo, mentimos por temor a ser rechazados.
· Al final en la gran sombra que proyectamos está nuestro deseo de perfección. No aceptadom nuestros límites, nuestros defectos, nuestra vulnerabilidad, nuestra inseguridad. Todo eso lo ocultamos en la sombra y desde allí se proyecta fuera queriendo matar al dragón, a lo informe, evitando el caos compulsivamente. Entonces estamos alimentando al Diablo.
· El apetito de perfección es inconsciencia. El Diablo nos recuerda nuestros apegos, nuestra posesividad, nuestras dependencias, nuestras manipulaciones.
· Mitológicamente el Diablo nos recuerda al dios Pan, hombre cabra que representa la lascivia y el deseo. Pero es realmente la líbido pura sin control.
También nos recuerda a Dionisio en cuanto a la ebriedad.
El camino espiritual tiene que mostrar esa bestialidad como algunas imágenes de las divinidades tibetanas, hinduistas, aztecas, etc. Se nos dice que hay que temer a Dios porque Dios es temible.
· Por eso este arcano nos habla de un momento de confusión, cuando aparece la locura y simultáneamente la genialidad. Uno puede vivir periodos atormentados cuando se enfrenta a sus dependencias ya establecidas. Puede haber una fascinación por la sombra, por lo oculto, por esa intensidad de energía y líbido que bien puede atraparnos poderosamente.
· Todo lo que no hemos revisado permanece y actua desde la sombra. Por eso a veces los pecados están revestidos de virtudes. Detrás de la vanidad aparece una persona efectiva y complaciente. Detrás del orgullo alguien que se muestra util, detrás de la cobardía alguien quien vigila por el bien de todos y que encuentra primero los problemas y los peligros, etc.
· El Diablo actúa desde la tentación. Es la manzana de Eva.
· El Diablo nos recuerda a través de esos personajillos que la mejor manera de permanecer inconsciente es descargar los problemas y las responsabilidades en los otros.
· El Diablo es una prueba de responsabilidad. La puerta de la trascendencia donde se nos da la oportunidad de volvernos conscientes no sólo de la luz sino también de la sombra.
· Está relacionado con Saturno como guardian de todos los umbrales. Saturno es el maestro, aquel que nos enseña sobre nuestros límites.
Julián Peragón