La magia del agua: Entrevista a Masaru Emoto

Podemos beber el agua, higienizarnos con ella y regar nuestras plantas, evidente. El agua colma los mares, los subsuelos, las cumbres y los valles. Nuestro planeta azul es azul porque está embebido de agua aunque actualmente ese agua diste de ser pura y cristalina. La contaminación de los mares, ríos y del agua del subsuelo es un hecho, y esa agua es la que está en las verduras que tomamos y en el agua que bebemos. No sólo lo dicen los científicos y los ecologistas, es el mismo agua que parece decírnoslo, en su lenguaje de cristales acuosos nos indica que ella es sensible y que recoge toda la información del ambiente. Un investigador japonés nos lo presenta microscópicamente con maravillosas fotografías de cristales de agua de todo tipo.

Masaru Emoto nació en Yokohama en Japón y es doctor diplomado y licenciado en Medicina Alternativa por la Universidad Internacional Abierta. Se ha dedicado a la investigación de distintos tipos de agua, cogió agua corriente en Japón (Sapporo, Sendai, Tokio, Osaka, entre otras) y también en el extranjero (Londres, París, Nueva York, Vancouver, Buenos Aires, Manaos). Tomó muestras de agua de manatiales, de fuentes, aguas subterráneas, ríos, lagos, pantanos y hielo del antártico. A través de un método de resonancia magnética, fotografió todas esas aguas e hizo miles de fotografías, los resultados se ven a simple vista. Su hipótesis es que los cristales del agua reflejan la esencia de ésta. Veámos su historia.

El mensaje cifrado del agua
En 1994 Emoto tomó unas muestras de agua de una fuente de agua pura en Japón, congeló unas pocas gotas y las examinó bajo un microscopio electrónico y las fotografió. Las fotografías mostraron hermosos hexágonos cristalinos parecidos a copos de nieve. Emoto tomaría entonces agua de un río contaminado, la congeló, fotografió unas gotas y comprobó que la imagen que aparecía en ellas no era un hermoso hexágono sino una forma desestructurada. Es como si el agua fuera sensible al entorno donde se halla.

Emoto nos quiere hacer ver a través de sus investigaciones que el agua no sólo recoge información sino que también es sensible a los sentimientos y a la consciencia. Esa información se hace maravillosamente visible al cristalizarse el agua. Si los cristales de agua se deforman ante cualquier mensaje, voz, sentimiento, música que se transmita en su entorno modificando su misma estructura molecular realmente nos encontramos ante un descubrimiento espectacular porque, entre otras, nuestro cuerpo tiene más de un 60% de agua en su estructura.

Un espejo de la consciencia
En realidad Emoto parece ponerle un sello de autenticidad a una intuición que teníamos todos, los que se presignaban con el agua bendita, los que bendecían la mesa, los que ponían sus manos sobres los enfermos, los que cantaban delante de alimentos para después comerlos ritualmente. Intuiamos que la consciencia lo impregna todo y que hay sustancias, como el agua, extremadamente sensible a las vibraciones, los sentimientos y los pensamientos que almacenan esa información.

La vía terapéutica
Nos hacemos una pregunta, ¿se puede utilizar esta cualidad del agua para utilizarla como elemento sanador? ¿Qué pasaría si tomáramos agua viva, regenerada, imantada o dinamizada diariamente?.

Él mismo nos dice en su libro que «pueden hacer factible el descubrimiento temprano de enfermedades, incluso con anterioridad a que se manifiesten de manera física». Nos dice también que la más poderosa combinación de pensamientos en términos de capacidad de transformación y de sanación son ‘amor’ y ‘gratitud’ ya que al emitir estas palabras los cristales que aparecen son hermosos y armónicos. Desde este punto de vista las oraciones y las meditaciones pueden llegar a curar.

Entrevista
Un día lluvioso esta primavera pasada de 2004, en Barcelona, hotel Colón, nos juntábamos un grupo de interesados y periodistas para hablar con Emoto de su libro gracias a los editores de Liebre de Marzo. Algunas de las preguntas las reflejo aquí.

¿Cuál es el proceso para fotografíar un cristal?
Se hacen unas cincuenta muestras de agua y se sacan de 20 o 30 fotos de un cristal. Como el tiempo que tenemos es breve se persigue a un sólo cristal entre todos los que hay. Ya que sobre una gotita de agua pueden haber más de mil cristales. En realidad se produce un encuentro entre el cristal y el observador que no se sabe porqué elige ese cristal entre cientos.

¿Se puede analizar el agua del mar?
Con el agua del mar no podemos sacar cristales, no sabemos todavía por qué.

¿Cuál es el agua que bebe usted en casa?
Bebo cerveza. (risas). Normalmente bebo agua depurada del grifo con agua que tiene vibración que, en mi caso, me sirve para desintoxicarme de la nicotina.

¿Qué criterios tendríamos que tener a la hora de comprar agua embotellada?
Todo el mundo me pregunta si tal o cual agua de beber es buena, yo con mucho respeto prefiero callarme. Es difícil es como decir que tú eres mala o buena persona.

¿Cuánto dura la modificación que se ha ejercido sobre el agua, cuándo se desvanece la información nueva?
Tiene que ver con la frecuencia de vibración que recibe el agua, si es frecuencia baja, media o alta. Cuanto más alta más se mantiene esa información.

¿Puede haber alguna relación entre los astros y la cristalización del agua?
El agua existe en el universo y se comunica con él. Por ejemplo cuando la luna está llena podría cambiar la estrectura del agua.

¿Podemos saber a través del agua aspectos del pasado de nuestra tierra?
En los glaciares, depende de la capa de hielo de extracción, podremos tener la información de cuál era la calidad del agua en esa época.

¿Qué importancia tienen los rituales para purificar el agua de nuestro planeta?
El agua es espejo de nuestro corazón que transmite nuestros sentimientos y pensamientos. El agua es como el plano de nuestro deseo e ilusión que se refleja a través de su cristalización. Transmite básicamente nuestra imagen. Si nuestro corazón es limpio podremos purificar nuestro entorno.

¿Qué mensajes nos trae el agua?
Mi intención es que estos experiementos sean como un libro de texto de una enseñanza básica cuyo sentido es que la consciencia cambia el cristal del agua. Desde esta base las personas pueden aprovechar esta sabiduría. También en lo cotidiano como una forma de vivir. Hay cuatro principios a tener en cuenta: forma, pureza, ley de similitud y resonancia.

¿Cómo saber cuál es el verdadero mensaje del agua, si un cristal es bello o feo?
Hasta ahora me daba alegría porque el sentido de la belleza en el mundo, cuando viajábamos, no está tan destrozado tanto. Parece haber un acuerdo, las personas piensan igual acerca de esos cristales bellos. Lo mismo con los cristales no armónicos. Einstein dijo que la verdad está en la belleza misteriosa. Yo pienso que la belleza está en la simplicidad.

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Algunas de las conclusiones que podemos ver en su libro «Mensajes del agua»:

• el agua tomada en fuentes y arroyos de montaña forma bellas estructuras cristalinas en contraste con los cristales deformados que conforman las muestras de agua polucionada o estancada.

• las moléculas de agua expuestas a música clásica adoptan formas delicadas y simétricas muy similares a las que adoptan ante el sonido de la palabra gracias.

• cuando las muestras de agua fueron sonorizadas con música heavy metal o expuestas a palabras negativas o cuando se enfocaron sobre ellas intencionadamente pensamientos o emociones negativos, el agua no sólo no formó cristales sino que en su lugar se crearon estructuras caóticas y fragmentadas.

• cuando el agua fue tratada con aceites florales aromáticos los cristales tendieron a imitar la forma de la flor original. Lo que parecería demostrar que el agua ha captado la información de la flor.

Emoto recientemente ha fundado en Suiza el Welt Institute for Subtile Energien (Instituto Mundial para las Energías Sutiles) al que pertenecen numerosos médicos y científicos de prestigio internacional.

Mensajes del agua. Dr. Masaru Emoto. Editorial La Liebre de Marzo
http://www.liebremarzo.com/

Julián Peragón

 




Ciencia y Tradición

 

Hay momentos en que lo nuevo irrumpe con fuerza, aunque inocente, es una fuerza que se nutre a sí misma al adaptarse a su propio momento de crecimiento como el brote tierno de una flor en primavera rompe la capa dura y gris del invierno.

Todos necesitamos de estos momentos de renovación, momentos en los que se renueva el tiempo, se zanjan las cuentas con el pasado y se echan a volar los deseos futuros. Como nos decía Mircia Eliade, las sociedades tradicionales siempre se han protegido del peso de la historia, de la dimensión lineal del tiempo, y han necesitado recurrir periódicamente a la abolición de aquél mediante rituales de transformación y catarsis, en la necesidad de conectar con el origen de los tiempos y volver a reproducir los mismos gestos arquetípicos, las mismas hazañas de sus héroes, el mismo diálogo con los dioses. Apropiarse, tal vez, de esa sensación nueva que hace que el mismo cielo de todos los días sea diferente, y de una mirada limpia, libre de todos los rencores y todos los viejos hábitos que nos ciegan.

Pero nosotros tenemos muy presente el tiempo, nuestra vivencia del tiempo va muy deprisa y ya hemos puesto el ojo en el 2000, en el privilegio de empezar un nuevo milenio. Sufrimos un acelerón sin precedentes, no sabemos si corremos tras el progreso, científico y aséptico, tecnológico y brillante, o corremos huyendo del vacío, de la crisis, del sin sentido que produce ese mismo progreso. Estamos atrapados en el futuro si creemos que la salvación residirá en un paraíso tecnológico perfectamente controlado. Vencer las enfermedades, el dolor o la muerte; estar seguros, calentitos y ahítos de comida; ver imágenes dulces y tener un ocio variado. ¿Será este nuestro paraíso?.

Pero el tiempo como la vida es cíclico, tiene mareas altas y bajas, eclipses y destellos. Por eso en la dimensión cíclica y global del tiempo que nombrábamos antes, cada momento está profundamente interconectado con el Todo, pasado y futuro se funden en el aquí y ahora puesto que el presente es lo único eterno que existe.

No importa que descubramos maravillas del Universo, que tengamos máquinas inteligentes y sepamos los códigos secretos de la naturaleza y de nuestros genes. Nada de esto tiene importancia sino descubrimos ante todo el peculiar sentido que tiene la vida para nosotros.

Si el reloj nos quita la sensibilidad del tiempo, el ordenador la capacidad de pensar, si el confort atrofia nuestra motricidad y nuestra expresión, si la tecnologfa nos evita percibir lo simple de la vida, entonces hemos fracasado. Pero si todo ello nos invita a aumentar nuestra sensibilidad y nuestras ganas de vivir, entonces, ¡bienvenido!.

El futuro no es más que la mera construcción de nuestra esperanza y el paraíso, seguro que no nos esperará en la vuelta de la esquina. Ya están sucediendo infinitas cosas significativas en este momento como para no rechazar el presente. Ser consecuente con el aquí y ahora, sin asustarse, sin pedir milagros, sin perder ilusiones, sin desánimos.

Es por eso que queremos rescatar la dimensión profunda de la vida, la visión espiritual del ser humano, sabiendo que el tercer milenio nos empuja a seguir mejorando pero con la condición de vivirlo en este preciso momento.

En este sentido la Tradición no es algo desfasado que hacían nuestros antepasados, aquellos sabios que se retiraban de la sociedad, aquellos alquimistas que buscaban convertir el plomo en oro o aquellos eruditos que leían la letra pequeña de las Sagradas Escrituras. No, la Tradición siempre fue clara aunque su medio de expresión (y protección) fuera a menudo esotérico. La fuerza de la vida y de la creatividad está en el momento presente, no hay nada fuera de él. Habrá que sentarse en alguna postura especial largo tiempo, habrá que peregrinar por todos los caminos, habrá que retirarse durante años en silencio, habrá, tal vez, que penetrar en el poder de la magia o danzar como sólo lo sabe hacer el viento. No importa el camino o la estrategia escogida, lo importante es el tesoro que tenemos instante a instante y que, el hábito del pasado o la especulación del futuro nos hace perder.

Si la Tradición fuera algo viejo nunca llegaría a nuestras manos, si ha pervivido por los siglos de los siglos es porque es tremendamente nueva, se adapta a cada momento, recoge la fuerza de lo emergente y se viste con las mil caras de lo impermanente. De hecho, la Tradición no tiene rostro, es como la define Lao Tse cuando dice que «el Tao que puede ser nombrado no es el verdadero Tao». Así, la verdadera Tradición no es la que se deja atrapar por dogmas y creencias, por rituales y disciplinas, viene de lo invisible y no tiene voz. Sabe que su poder reside en la fuerza renovadora del presente.

Julián Peragón