Eneagrama: el proyectista

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En su cartera el Proyectista tiene planes, convocatorias, dibujos y cifras. Los conoce a la perfección; él mismo saltó, prefabricado, de su cartera a la vida. Nunca fue engendrado, ninguna madre lo llevó en su vientre, siempre supo leer y contar. Jamás fue un niño prodigio, porque jamás fue niño. No envejece nunca, porque nunca fue más joven: los años no cuentan en su sistema de planificación. Es puntual sin darse cuenta. Jamás llega demasiado temprano ni demasiado tarde, pero si le preguntan la hora, se da golpes de cabeza ante tanta estupidez.

No le importa presentar proyectos en vano, y cuando pide firmas para alguna causa buena, ya dispone de unas cuantas que no están nada mal. Cómo las consiguió es un misterio, él calla y tiene sus métodos. Es paciente y hace años que proyecta lo mismo. La cartera está llena, y la variedad, garantizada. Nadie advierte si viene con lo mismo, porque ha pasado mucho tiempo. No olvida ni un detalle, pues siempre lleva todo consigo; su condición de Proyectista entraña el nunca renunciar a nada. Insiste en la persuasión; a nadie le permite firmar si antes no lo ha entendido cabalmente. Aunque siempre anda buscando nombres, los quiere enteros, y el que caiga en su cartera allí se queda. Desprecia a quienes se evaden de ella; muy pocos lo consiguen. A ésos los presenta como ejemplo admonitorio y sigue ofreciendo proyectos.

Personalmente nunca gana nada, todo lo hace de balde apenas necesita algo para sí y no permite que lo inviten ni a un café. A veces viene otro Proyectista que parece su mellizo, aunque tienen nombres distintos. Cuando salen juntos no se sabe cuál de los dos llegó primero. Al final quizá logren remontar hasta su origen y, tras un período de planificación vuelvan a ser óvulos.

 

Elias Canetti

El Testigo Escuchón. Cincuenta caracteres. Elisa Canetti. EditorialA naya & Mario Muchnik

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