SEGUIR LA CORRIENTE
· No es sólo una pereza de hacer, es una pereza de ver, de ir hacia dentro y de cambiar.
· Hay una pereza espiritual, acidia, como un olvido de Dios. Más que de Dios, lo que hay es un olvido de sí. Un decir no soy importante, nadie es importante.
· En verdad no es que sea un perezoso, a veces no para de hacer, de aquí para allá, ocupado, pero es un hacer insustancial, una distracción de si mismo.
· Su actitud es sanchopancesca, visión simple de la vida, demasiado terrenal, demasiado concreta. El espíritu es demasiado sutil.
· Quizá ha tenido una infancia poco estimulada, de escasez de vivencias interiores. Alguien que ha tenido que «funcionar» enseguida para ser eresponsable, cuidador de sus hermanos. Alguien que no ha tenido tiempo de ser niño, de soñar, de rebelarse, de profundizar.
· Se ha aprendido a vivir con una gran estabilidad, piel gruesa, insensibilidad, con sordera, abnegación y abandono.
· Viene a decir, «que nadie balancee la barca, que nadie cuestione nada, que nada cambie, que me dejen en paz». Porque es mejor no complicarse.
· Es mejor seguir el río, la corriente, lo que los demás hagan. Volverse invisible, un don nadie, que nadie me pregunte. La simple estrategia del avestruz que metiendo la cabeza bajo tierra piensa que los problemas desaparecen.
· Tiene claro que hay que adaptarse para vivir, esa es su «verdad» pero esta adaptación no es posible hacerla sin olvidarse de uno mismo porque es demasiado doloroso.
· Toda esa contención interna la compensa comiendo mucho, bebiendo tanto hasta llegar a veces al alcoholismo (el alcoholico es un bebedor social), hablando mucho pero de nada esencial. Tener la televisión encendida mientras hojea el diario y habla con el amigo.
· Amistoso, solícito, servil, dependiente, ingenuo, alegre, bondadoso, confiable, responsable. No sabe como lo hace pero «se carga el muerto» en cualquier situación.
· Juega a hacerse el muerto para no parecer vivo. Renuncia a sus propios derechos. No le importa mucho que los demás lo usen para después tirarlo.
· En la pareja hay una actitud simbiótica, de no separación, de no llevar la contraria, de no disentir porque pondría la tranquilidad en peligro. Así los deseos del otro son sus propios deseos. Pero también se olvida del otro, distraído, tiene mala memoria, diríamos que no está presente.
· En cuanto a lo social hay una actitud gregaria. Una necesidad de participación, de ser uno con el grupo sea en un campo de fútbol o en una asociación. Facilmente se identifica con la familia, el partido político, el club, la nación.
· Hay una extroversión defensiva, se atiende primero a lo periférico que a uno mismo. Se vive a través de los demás, de los hijos, de la pareja.
· Esa dificultad de cambiar se queda en hábitos, costumbres. Se nota una dejadez, en la robotización de los actos. Uno se vuelve conservador.
· Una manera de apagar el contacto con los otros de no querer entrar en profundidades es no mirar de frente, hablar alto, dispersarse en cualquier cosa, poner ejemplos fuera de contexto, mirar la hora, quitarle importancia a todo, reirse abiertamente, dar rodeos o hablando de cosas tangenciales a lo que se quiere contar.
· Se ha perdido el anhelo de ser, de crecer. Uno se entretiene en pasatiempos, revistas sin importancia porque sólo se intenta sobrevivir. Es capaz de vender su alma por no complicarse la vida.
· Existo porque soy útil, como y existo, soy del grupo, soy alguien, voy a tu lado, no estoy solo.
. Su lema es que si reprime lo suyo no habrán conflictos con los demás.
. Por tanto los demás on más importantes que uno.
. Puede ponerse en el lugar del otro perdiendo su propio punto de vista.
. Cuando los demás la presionan puede sacar una agresividad terca a no hacer lo que le pone en aprietos.
. Lenta, pasiva, terca, amable y algo sumisa.
. Quiere que le dejen tranquilo y mantenerse en su propia rutina.
. Tiene problemas de autonomía con lo cual siempre busca una simbiosis con el otro.
. De niños pasaban desapercibidos y se les prestaba poca atención. Han tenido difícil el camino hacia su propia autonomía.