Budismo: Entrevista a David Brazier

Julián: Creo que es necesario reinterpretar lo que dice la Tradición a raíz de los nuevos valores y de la percepción actual del mundo. ¿Cómo entender el mensaje esencial de Buda?

David: Bueno creo que cualquier intento de interpretar el mensaje del Buda, tiene que basarse sobre ciertos supuestos. Según el intérprete así serán sus presunciones. El tipo de supuestos sobre los que yo he tenido tendecia a apoyarme son: En primer lugar que el Buda no era tan diferente de la gente de hoy en dìa y que la gente de aquellos tiempos no pertenecían a una especie diferente. Es cierto que la sociedad de entonces tendría otras ocupaciones que las de hoy en día pero eso no quiere decir que fueran otro mundo. En segundo lugar, el Buda habló en un lenguaje convencional y común, no en un leguaje complejo o académico y eso puede ayudarnos a desenmarañar algo de todas las imágenes y metáforas que utiliza.

Estoy de acuerdo que tenemos que reinterpretar lo que dice la Tradición pero tengo la impresión que es precisamente la Tradición lo que ha deformado o falseado el mensaje original.

Supongamos que llega al mundo un gran maestro, sea este El Buda, cualquiera que sea: Moisés, Jesús… que dicen cosas sobresalientes, llamativas… existe la tendencia, tras un cierto tiempo, de quitarle el aspecto chocante a lo que hayan dicho con objeto de hacerlo más llevadero con la corriente cultural del momento y sentirse más a gusto con la enseñanza. Así que con objeto de realmente desenterrar el impacto originario de lo que realmente se ha dicho se nos requiere que seamos capaces de desvestir la Tradición de todo lo que le haya añadido a lo largo de los años, ya que lo que la Tradición ha añadido con frecuencia es justamente unos paños calientes para quitar la agudeza de lo que se presentó allí por primera vez.

Esta no es una respuesta completa a tu pregunta, pero plantea algunas líneas de investigación, cierta metodología. Se necesita cierta metodología para llegar a algún sitio, y este es el tipo de metodología que yo he adoptado.

Julián: Existe el mito de que la iluminación es un estado de no sufrimiento, de estar más allá del bien y del mal. ¿Qué quiere decir con El Buda que siente y padece que es el título de su libro?

David: El mito de un estado iluminado que está por encima de todo sufrimiento significaría que la persona iluminada dejara de ser un ser sintiente, que el Buda hubiese dejado de sentir cosas que hicieran daño. Así pues el título del libro «The Feeling Buddha», el Buda que siente y padece fue una forma coloquial inglesa de decir que el Buda era «sintiente». Existe una tradición en el budismo que va en la línea de que los Budas no son sintientes, que los seres están divididos en dos tipos: los sintientes, que somos la mayoría y los Budas que han alcanzado un estado en el cual ya no sufren, pero yo creo que no sufrir en absoluto significaría no sentir tampoco y por tanto pondría a la persona fuera de una vinculación con las preocupaciones del mundo real. Si el Buda era una persona genuinamente compasiva, si era motivado por la compasión, si actuaba con compasión. ¿Qué significa la compasión? Significa sentir y en particular sentir el dolor especialmente cuando uno mira a alguien que está herido, sentirse apenado cuando uno observa el estado de opresión en el que se encuentra el mundo, ocuparse de ello, no desde una posición clínica, distante como en torre de marfil, sino desde un compromiso de sentimiento.

En la filosofía europea existe una noción procedente del filósofo Kant indicando que la virtud no tiene nada que ver con el sentimiento. Yo no apoyo esta teoría en absoluto sino al contrario. Fundamentarse en la virtud es un entrenamiento de los sentimientos y de las intuiciones. También existe una tradición occidental que va en esa línea y es la de Aristóteles. Creo que si el Buda era compasivo, también era sintiente, que es el mensaje fundamental del libro. Luego, en cuanto a la elaboración del libro que es la exposición de una enseñanza particular del Buda, la de las Cuatro Nobles Verdades, la reinterpretamos de forma diferente a cómo la interpretan por lo general los comentaristas y lo hacemos considerando que el Buda se sentía afectado por el dolor del mundo, removido en su interior. Él enseñó que siendo afectado por el mundo podemos prepararnos para llevar una vida mejor. Ese es el mensaje del libro.

Julián: ¿Crees que es posible que el budismo se inserte en Europa y las sociedades modernas en este siglo? ¿Qué forma tomaría ese budismo?

David: Sería muy difícil que el budismo se insertara en la sociedad contemporánea. Creo que el budismo viene a ser como el nuevo vino que se pondría en viejos odres, utilizando una metáfora de otra tradición. Introducir budismo en nuestro contexto podría, debería, si fuera el budismo que yo considero, tener un impacto revolucionario. No sería meramente insertado, llevaría a cabo una transformación, cambiaría muchos de nuestros valores fundamentales sobre los que la sociedad descansa actualmente y eso a su vez produciría grandes cambios en estructuras . Con esto no queremos decir que toda la civilización que existe actualmente quedase barrida, ese no es el estilo budista en absoluto, sino que sería reconceptualizada, tendría un nuevo marco, miraríamos a las cosas de forma diferente. Nuestra cultura no sería lo consumista que es actualmente, si el budismo asomase la cabeza en ella, tampoco sería una cultura implícitamente militarista. Estos son algunos de los cambios que son bastante fundamentales para su organización. Sería una cultura mucho más orientada hacia la comunidad. Creo que introducir budismo en nuestra cultura sería introducir un tipo de iluminación que sería un impacto revolucionario.

Julián: A menudo la visión de lo ilusorio de la realidad ha llevado a muchas personas en el mundo espiritual a hacer una renuncia al mundo. ¿Cómo entender la espiritualidad y a la vez las responsabilidades en el entorno social y con el planeta?

David: Yo no comulgo con el argumento que propugna la ilusoria naturaleza de la realidad en absoluto. Mi budismo es existencial antes que basado en la ilusión. Para mí la iluminación tiene mucho más que ver con un encuentro desnudo con la realidad existencial que con un escapar de ella en un estado nirvánico más allá de la existencia. Conociendo pues donde me encuentro, no es difícil dilucidar qué tipo de compromiso es el que propongo con la realidad social. Supongo que muchos de nuestros constructos sociales son formas de escapes institucionalizados de las realidades existenciales. Un entrenamiento espiritual debiera apuntar justamente a darnos el espíritu de afrontar esas realidades existenciales sin escapar de ellas.

Gran cantidad de fenómenos culturales han surgido de este tipo de dialéctica, entre nuestro deseo de enfrentarnos a la realidad existencial y nuestro miedo a hacerlo, porque justamente llevan inherentemente elementos que son provocadores del miedo, como la muerte, la frustración, la mala suerte y otros eventos que el Buda nombró llamándolos dukkha. Este sufrimiento se encuentra al principio de toda la enseñanza del Buda, y se puede decir que todo el budismo tiene que ver con cómo manejárselas con dukkha. Y ahí estamos todos metidos, eso es un hecho, nadie puede escaparse de ello, pero todos intentamos escaparnos. Nos escapamos de él psicológicamente, socialmente, nos envolvemos en confort de un tipo un otro, con el que pretendemos que no nos va a llegar la muerte, que no nos van a dejar tirados, que todo va a funcionar y que nada va a ir mal, pero esto son ilusiones, no es que el mundo sea ilusorio, es que nosotros mantenemos ilusiones respecto al mundo. Con la iluminación haríamos que esa ilusiones se desvanecieran y que llegásemos a tener un encuentro más directo con la existencia.

Julián: Tal vez sea necesario recordar los votos del Bodhisattva y quizás su necesaria reinterpretación.

David: Correcto. El Bodhisattva es alguien que tiene el espíritu sattva (equilibrio, serenidad, rectitud) de la visión iluminada: Bodhi, Bodhisatva es alguien que está inspirado por esa visión, la visión de un mundo mejor, un mundo que experimenta directamente y, además, tiene el valor de hacer algo respecto a él. Es ese sentido el que yo veo en la palabra espíritu, no quiero entrar en el sentido de alma o fantasma–espíritu o ese tipo de cosas. El espíritu es el espíritu con el que actuamos.

Julián: La ascensión de la mujer como fuerza social y motor de progreso y consciencia es un fenómeno único históricamente en nuestras sociedades. ¿Qué cambios en el paradigma de la tradición religiosa conllevará este cambio social de la mujer?

David: La Tradición nos ha provisto de una base lógica para reducir el estatus de la mujer o de otros muchos grupos dentro de la sociedad. En contextos históricos por no creyentes se podía leer extranjeros. La interacción de doctrinas religiosas con cuestiones de estatus social es una larga historia de opresiones en grandes áreas de la sociedad. Esto es algo que con toda certeza debe ser superado, y esto nos lleva de alguna forma a la primera pregunta, porque los fundadores, o grandes profetas son a menudo personas que se han manifestado en contra de este tipo de opresión, y la gente que tenía el poder en la sociedad y los que leían los libros en aquellos tiempos, no querían aceptar esos mensajes los empapelaron y guardaron hasta que murieron, de ahí la necesidad de ir hasta las raíces de los legados más puros.

Lo podemos ver en casos como en el Islam en los que la posición de la mujer se mantiene sometida. Pero esto parece ser debido a que en el mundo islámico se han quedado muy vinculados a las prescripciones dadas por Mahoma. Prescripciones que teniendo en cuenta las condiciones de su tiempo fueron un fantástico paso adelante en la dirección de la liberación de las mujeres, pero claro está, no fueron ni por asomo tan avanzadas como se pretende que lleguen en los tiempos de ahora. En los tiempos en los que Mahoma enseñaba, las mujeres no eran valoradas en absoluto, así que valorarlas algo ya fue mucho en aquel entonces.

Hoy día no tenemos que valorar a la gente, tenemos que tratarla con igual dignidad, sean lo que sean, sin dar importancia al sexo, o a los orígenes. Dado nuestro pasado cultural esto es un reto para todos nosotros, en nuestras instituciones y en los aspectos más sutiles de nuestra mente. Tenemos cierto programa instalado en la mente que tiene tendencia a favorecer a la gente que es más parecida a nosotros y sutilmente a desfavorecer a aquellos que son más diferentes de nosotros. Existe una tendencia constante hacia el prejuicio, pero tenemos que superarlo. Estar iluminado significa superar esos prejuicios, superar esas tendencias dentro de nosotros mismos, dentro de nuestra sociedad, nuestros grupos, para suprimir la esclavitud y la opresión. Y no hay que considerar que estas cosas existen a distancia, existen aquí mismo en nuestras actitudes, dentro de nosotros mismos, en nuestros grupos, y tenemos que sacarlas de raíz.

En mi último libro «The New Budhism», hago referencia con frecuencia al sistema de castas, y la gente tiene tendencia a pensar que este sistema es algo terrible que ocurre en India, pero no sólo ocurre en la India, ocurre por todas partes en el mundo, todos estamos ahí metidos, todos tenemos prejuicios, fanatismos e intolerancia, incluso el más liberal de nosotros tiene algo dentro de sí y tenemos que trabajar sobre ello. Eso es lo que hay y estaría bien que nos entrenásemos en desbrozar estas impurezas. Yo no soy alguien que crea que la gente nace perfecta y que sea luego cuando se echa a perder.

Existen tendencias innatas que no son muy loables, así que no nos queda más remedio que practicar y avanzar hacia esa iluminación personal para superar esos factores. Por otra parte necesitaríamos también hacer esto de forma simultánea no secuencial, es decir, al mismo tiempo, trabajar en nuestra sociedad, en nuestros grupos, en nuestras familias, en nuestro mundo porque este mundo necesita cambio y éste es el tipo de impacto revolucionario que la iluminación puede provocar.

Exite gente en el mundo que se muere de hambre mientras que otros tienen tanto que no saben qué hacer con lo que tienen. He escuchado que cerca de Seatle se ha puesto una prohibición en una carretera de millonarios en la que estaban contruyendo tanto y tan rápido que no han podido hacer frente al número de piscinas pues no se les podía llenar de agua y por otra parte en otros lugares del mundo tenemos a gente que se nos muere de sed. Esto es increíblemente estúpido, pero esto está basado sobre la idea de que existe una diferencia fundamental, por una parte, nosotros, sea quien sea ese nosotros, y ellos, sean ellos: hombres o mujeres, o americanos o africanos. Eso es lo que tenemos que superar, eso es lo que es la iluminación. Gracias por su pregunta.

Julián: La meditación sigue resultando el núcleo de la práctica espiritual para muchas disciplinas ¿Qué elementos serían básicos para clarificar su práctica?

David: El propósito de la meditación es el de proveernos de una mente tranquila, sabia, bien asentada y compasiva. Este entrenamiento es una forma de orientarnos con respecto a nuestro encuentro con la existencia, de forma que vayamos hacia ese encuentro frescos y abiertos de mente y hagamos el bien. Que todo eso que hay en nuestro interior que nos hace ambiciosos, egoistas, envidiosos, que nos hace odiar, ser celosos y así sucesivamente, sea modificado, cambiads, pacificado… los budistas utilizan el término de pacificación samatha. Tendríamos que pacificar esas tendecias para que nuestro encuentro con el mundo sea en paz con nuestro corazón pero no simplemente una paz pasiva. Una persona que vive en el mundo con un talante de buen espíritu está preparada para recibir lo que le suceda aunque sea algo atroz de forma que no amplifique el daño que le haya caído encima, ni que tampoco va a provocar más daño al tejido de las relaciones humanas. De igual forma una persona con buen espíritu se echa para adelante, no es pasiva, no es engañosa, tiene ese espíritu de salir de sí mismo, «por el bien de muchos» como decía el Buda, para ayudar a todos los que estén a su alrededor.

Así pues la Meditación es el entrenamiento de la mente para permanecer en un estado en el que se pueda hacer todo esto de forma que cuando nos suceda algo no sucumbamos por su causa, o nos quedemos con la cara desencajada. El Buda sabía que sus discípulos iban a salir a un mundo que en muchas ocasiones sería hostil, que incluso algunos morirían en el empeño y eso había que afrontarlo con paz en sus corazones. Necesitamos paz en nuestros corazones no sólo para no estresarnos en nuestro trabajo y que no nos salgan úlceras. Necesitamos paz en nuestros corazones de forma que podamos transformar el mundo y hacer frente a las dificultades que conlleva esta tarea de transformación. Ya que, si salimos al mundo sin paz en nuestros corazones, es más que posible que nos unamos a las luchas y las desavenencias que ya están ahí, que entremos en el círculo vicioso de las revoluciones de la gente que pretende llegar al poder, de los que están abajo y quieren subir arriba. Tratamos de Ir por el mundo con la luz clara para no caer en esa trampa. Y para esto se necesita paz en nuestros corazones.

El método de la Meditación consiste en primer lugar en establecer ese tipo de paz, y en segundo lugar en ese ambiente de paz ya creado llevar adelante una interrogación más profunda sobre nuestras tendencias repetitivas, sobre la naturaleza de nuestra existencia, sobre la impermanencia de las cosas dentro de nosotros. Ver como las cosas surgen y desaparecen. Conseguir una comprensión más profunda de lo que está ocurriendo ahí. Y a través de eso, no solo entendernos a nosotros mismos, saber que es una comprensión de todo el mundo, con objeto de tener compasión. Es más, incluso se puede llegar a tener compasión hacia una persona que ejerce opresión, sólo si uno ha sido capaz de descubrir que la opresión es algo que también está dentro de uno. Se puede tener compasión hacia el ambicioso cuando se descubre que uno también es ambicioso ya que entonces uno reconoce, no se mantiene aparte y dice: «yo nunca podría ser de esa forma, que persona más horrible», sino reconocer, «sí hay un trocito dentro de mí que es de esa forma». Entonces surje una diferente forma de paz y empezamos a tener una sintonía también hacia el opresor y no sólo hacia el oprimido. Esta es una aproximación budista que tiene en cuenta todos las facciones. Pero que no se quede este entendimiento simplemente en una comprensión, a partir de aquí nos queda el actuar. La meditación budista es una meditación extrovertida, es una meditación orientada a la acción. Es cierto que nos sentamos en nuestros cojines de manera estática y llevamos a cabo nuestro cuestionamiento personal pero con la finalidad de crear buen karma, acción positiva, para eso nos prepara esta práctica interior. Tenemos que entrenar nuestra mente si hemos de llevar adelante buenas acciones y andar por el camino recto.

Psicoterapeuta profesional y Budista Zen. Entre sus libros anteriores se encuentran Terapia Zen (1995), Más allá de Carl Rogers (1993), El Buda que siente y padece (1997).

Luis Carlos Rodríguez Leiva y Julián Peragón

 

Entrevista a David Brazier

(en su Centro de Retiro del centro de Francia. Julio de 2001)

por Luis Carlos Rodríguez Leiva, traductor del libro de David Brazier

EL BUDA QUE SIENTE Y PADECE

(Editorial Desclée de Brouwer)